Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Aquel 3 de julio, hace apenas 58 días, en la mañana surgió la primicia: Xóchitl Gálvez será la candidata presidencial de la oligarquía.
Luciendo una sonrisa de oreja a oreja –aunque los tímpanos estén tapados o dañados- dijo tener la información, porque le informan los ciudadanos, que desde hace unos 15 o 20 días, una agrupación oligarca, representada por el empresario y activista, Claudio X. González decidió que la senadora sea la abanderada presidencial.
En aquella ocasión, cuando dedicó gran parte de su monólogo matinal para hablar del tema, afirmó que se trata de una decisión cupular, que desintegró a los partidos opositores que solo serán la fachada, pues en realidad el que decidió ya fue un gerente empresarial, junto con los conservadores y políticos corruptos quienes aportan dinero para la guerra sucia, incluidos dueños de medios de comunicación e intelectuales orgánicos como Héctor Aguilar Camín, Enrique Krauze y Jorge Castañeda.
El grupo oligarca, afirmó, “piensa que como ‘la señora Xóchitl´ provine del pueblo, entonces va a ganar, pero no es así, porque no es pueblo sino forma parte de ese agrupamiento, no de la cúpula pero si es integrante. Lo interesante es que lo que dirá el panista Santiago Creel, pues varios de los que estaban apuntados ya declinaron porque se dieron cuenta que no se trata de una competencia democrática sino de una imposición desde arriba y no quieren ser simples comparsas”.
Será el sereno o la presencia de Idalia, pero hay que admitir que los espías que trabajan para el huésped temporal de Palacio Nacional, hicieron su “trabajo” con esmero inusitado. Proporcionaron la información correcta, en cuanto al nombre de quien sería la elegida. Lo demás, aquello de que el grupo oligarca encabezado por el gerente X. González, proviene de los “otros datos” y nada tiene que ver con la realidad. Como tampoco que el huracán X sea imposición. Quien la catapultó por negarse a cumplir un mandato judicial para conceder el derecho de réplica, es quien ahora la pretende desacreditar. Pero os ciudadanos, los de a de veras, dieron el voto de confianza a la hidalguense, quien sacó 15 puntos de ventaja a Beatriz Paredes, de quien se debe reconocer el talento y conocimiento con que cuenta en materia política. Digna adversaria. La diferencia, como se escribió en este espacio, está en el tiempo. El de ahora ya no es el suyo.
Lo cierto: lo sabía, era suya y podría perder con sus corcholatas.
Sin triunfalismos, el ciclón X avanzó en las preferencias porque, sobre todo, es una persona con frescura poco conocida en el núcleo de los políticos “profesionales y de carrera”.
Tiene la responsabilidad, si nada cambia el domingo y de pronto surja un empate, de convencer a los indecisos, a los decididos a no refrendar la confianza traicionada por Morena y su líder, a ofertar no solamente esperanza sino proyectos viables que detengan la destrucción del país y el derrumbe de la democracia.
Hay quienes, como Jorge Álvarez, coordinador de la bancada de MC en San Lázaro, prefiere que Morena siga en el poder y que Xóchitl Gálvez sea derrotada.
Se adelanta y mucho. En 10 meses estará la respuesta de los ciudadanos que, hay confianza, le otorgará el voto a quien se ha vuelto la diana presidencial para que le disparen desde todos los frentes afines a la cuatroté.
Muchos de los comentócratas han descalificado a Xóchitl siguiendo la línea presidencial no, quizá, por convicción y análisis sereno.
Con ello no se dice que estén equivocados totalmente. Lo juicios a priori no son siempre los acertados.
A partir del próximo domingo y tres días después, sabremos quiénes son las personas que habrán de enfrentarse en los comicios del 2024. De entrada, se podría afirmar que X ya está en la liza. ¿Contra quién irá?
En noviembre se inician las precampañas. Tiempo suficiente para que la entonces candidata arme el equipo que deberá acompañarla. Paredes debe ser invitada a participar.
Xóchitl está obligada a mostrar que el señor López se equivoca y que los ciudadanos tienen razón, porque serán ellos, con su voto, los que decidan quien deberá gobernarlos desde el primero de octubre de 2024.
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