Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Desde su arribo a la Presidencia de la República, definió “su política exterior”: hacerla desde México.
Contrario a establecer nexos de persona a persona y buscar acuerdos que generen beneficios para el país, el huésped temporal de Palacio Nacional se ha negado a asistir a la Asamblea General de la ONU de los pasados cuatro años y repetirá su acción este 2023 cuando inicie el evento más importante del organismo global.
Eventos importantes a los que minimizó: Foro de Davos, Reunión Anual del G-20, Cumbre de las Américas, Cumbre del Cambio Climático en París, entre otros. Por cierto, nadie lo extrañó. Y eso sí “calienta”.
De acuerdo con versiones que corren en Palacio Nacional y en la Secretaría de Relaciones Exteriores –en donde por cierto, durante su gestión, Marcelo Ebrard se codeó con mandatarios, primeros ministros y magnates financieros- que al nacido en Macuspana no le gusta hablar con los “encumbrados” y por ello no acude a ninguna de las reuniones en donde se reúne la espuma de la política, las finanzas y el cambio climático. Eso sí, acudió a Washington, realizó una visita fugaz a El Salvador y otra a Honduras. En Cuba permaneció dos días. Son todos sus viajes como presidente de México.
De ser cierta la especie, habría una razón de peso, para él, que no se discute: prefiere a los pobres porque serán los primeros que saldrán a defender la 4t en caso de ser necesario.
¿Qué es necesario?
¡La derrota electoral!
Sorprendentemente anunció que aceptó la “invitación” del presidente Joe Biden para acudir a la reunión del Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico (APEC), que habrá de celebrarse en San Francisco, California.
Y después, el 8 y 9 de septiembre estará en Colombia, visitando a su amigo, Gustavo Petro, con quien dialogará sobre migración y drogas y el 10 llegará a Santiago de Chile para acudir a la conmemoración del 50 aniversario del golpe de Estado que le costó la vida al presidente Salvador Allende.
Aunque no ha confirmado, sí reveló en alguna ocasión que podría llegar a Brasil con su amigo Luiz Inacio Lula Da Silva y de ahí, ya encarrerado, pasaría a Buenos Aires. Para saludar a su otro cuate, Alberto Fernández, aunque en este caso hay duda después de lo ocurrido el pasado domingo cuando Javier Milei ganó las primarias y sorprendió a tirios y cheyanos y eso provocó una reacción en el mexicano poco diplomática. Se refirió al gobierno argentino de zigzaguear y no actuar con firmeza.
Viajar, dicen los que cantan tango, es un placer. Es como fumar. Sin duda al inquilino del virreinal inmueble, no le agrada mucho tener que pasar por las aduanas internacionales. Prefiere estar en territorio nacional y eso que no hay, como los casos de Vladimir Putin y Nicolás Maduro, ficha roja para ser entregado a las autoridades que lo requieran.
Simplemente no le agrada la gente “insuflada de poder” y menor codearse con los riquillos que empobrecen al mundo.
¿Qué lo habrá obligado a acudir a San Francisco?
Si bien en la APEC están Australia, Brunei Darussalam, Canadá, Chile, China, Hong Kong, Indonesia, Japón, Corea, Malasia, México, Nueva Zelanda, Papua Nueva Guinea, Perú, Filipinas, Rusia, Singapur, Taiwán, Tailandia, Estados Unidos y Vietnam, como se advierte solo 5 países de América. No parece que vaya a negociar con Papua Nueva Guinea y los otros, le habrán de recordar que se negó a entregar la presidencia pro tempore de la Alianza del Pacífico que integran Colombia, Chile, Perú y México. Recordar que no reconoce, incluso ahora, a la presidenta Dina Boluarte, a quien considera espuria, no es ocioso.
Sin embargo, qué bueno que salga, se oxigene, conozca otros rumbos más allá de La ruta del trenecito y la olmequita.
Deseable que salga más a menudo. Para eso es presidente de la República democrática. Bueno, todavía lo es… en 2024 quién sabe.
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