¿Qué es una Escuela?

 

*La Educación es Subversiva Porque los Maestros y los Libros, 

Imparten Conocimiento Crítico y Deseos de Libertad

*Una Escuela, Además de Aulas y Espacios Administrativos, 

Tiene Biblioteca, Baños, Sala de Maestros y Patios

 

POR EZEQUIEL GAYTÁN

 

Recuerdo que en mi época de estudiante llegó un día el maestro de metodología, nos entregó tres hojas en blanco a cada uno y dijo: “filas uno, tres y cinco saquen una hoja y respondan ¿qué es una escuela? Luego dijo filas dos y cuatro contesten ¿qué es un tren? Tienen una hora para responder”. Yo era de la fila tres y me pareció, por un lado, gracioso el examen y, por el otro, sospechoso que nos distribuyera tantas hojas para una pregunta que a simple vista parecía elemental. Así que ni tardo ni perezoso inicié mi respuesta con “es una institución que se materializa en un inmueble donde se concentran estudiantes, profesores y personal administrativo y en las aulas se imparte el proceso enseñanza-aprendizaje”. Estaba a punto de pararme y entregar la hoja cuando me di cuenta de que una escuela es algo mucho más que un inmueble; esa es la parte física de un engranaje en la que se respira un ambiente de amistad, sabiduría y reglas de operación. Además, la materia de metodología es algo serio y esa respuesta lacónica y críptica me garantizaba un cinco.

 

Acto seguido me dije, una escuela es un punto (entendido como la intersección de dos o más rectas), como el Aleph de Borges, por el que atraviesan cientos de vectores o líneas que van desde conocimientos tales como español, matemáticas, biología, química, física, historia y geografía hasta ética, leyes, reglamentos y normas administrativas. Esos conocimientos se plasman en libros que abarcan macrocosmos cognitivos que los maestros condensan y transmiten al alumnado mediante valores de sabiduría, humildad y grandeza ante los descubrimientos que la humanidad logra. Es, además, una semilla que fructifica en continuidad de la curiosidad del espíritu humano.

 

Levanté la vista y noté que la mitad del grupo no escribía sobre su hoja en blanco. También estaban pensativos acerca del ordenamiento metodológico a fin de plasmar su respuesta. A nadie le interesaba ver que escribían los otros. Se trataba de pensar y argumentar ya fuese deductiva o inductivamente acerca de esa obviedad no tan obvia respecto de lo que es una escuela o un tren.

 

Una escuela, además de aulas y espacios administrativos, tiene biblioteca, baños, sala de maestros, patios y una tiendita o cooperativa escolar. En esos patios forjé amistades que aún conservo, llevo de por vida recuerdos de maestros algunos excelsos y otros aburridos y memorias lejanas de compañeras por las cuales suspiré. Si los muros de mi escuela secundaria, por citar un ejemplo, hablaran e hiciesen públicos esos sentimientos de angustia ante los exámenes, de risas espontaneas ante situaciones chuscas y de sentimientos de felicidad después de recibir la boleta de calificaciones con la leyenda “aprobado” sería un ramo de flores, espigas y espinas. 

 

Me di cuenta de que el tiempo volaba y que aún no escribía acerca de los niveles de enseñanza, del tipo de enseñanza, si eran públicas o privadas, religiosas o laicas, monolingües o bilingües, mixtas o no. Total, que me urgía escribir mi ensayo y aún no ordenaba mis ideas en torno al conocimiento universal, ni de la vida institucional, ni de la Secretaría de Educación, ni de la rectoría y o el intercambio estudiantil. Así que sólo dejé trazada mi definición de escuela y acto seguido escribí un índice del universo jurídico, académico, administrativo, sociológico, económico y cultural acerca de lo que constituye material y espiritualmente constituye una escuela. 

 

Ese índice o guion que escribí, como si se tratase de un libro, lo redacté gracias a que los libros, sobre todo los académicos, compendian esa partitura que es el orden metodológico encaminado a preguntas y crear nuevas. Una escuela es un centro de formación que pule el talento, la personalidad y la curiosidad de las personas.  

 

Aprobé ese examen gracias a los libros, los maestros, las instituciones, las amistades y mis enseñanzas y valores familiares. Es más, me titulé sin plagios. Todavía no escribo un libro acerca de lo que es una escuela. Tampoco redactaré una obra acerca de lo que es un libro. Pues una escuela, como un libro, son sentimientos y, a la vez, orden fundado en la racionalidad del fuego prometeico domesticado. De ahí que un gobierno, cualquiera y de cualquier sesgo ideológico influirá en el contenido de los libros, así como en los planes y programas de estudio. Tal vez el Libro Rojo de Mao Zedong es un ejemplo claro de la alienación intencionada de la que es capaz un régimen autoritario junto con su despótica Revolución Cultural, pues unos cuantos años después vemos que ese libro y su demente maniqueísmo ya están enterrados por los chinos y su gobierno. En otras palabras, la educación es subversiva porque los maestros y los libros, quiérase o no, imparten conocimiento crítico y deseos de libertad. Así lo ha demostrado la historia, aunque eso lo ignoren las autoridades actuales de la Secretaría de Educación Pública.  

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