“El Cuarto Poder”

La Manipulación de la Ética y la Realidad

HORACIO ARMANDO HERNÁNDEZ OROZCO

“El Cuarto Poder” (“Mad City”), película dirigida por Costa-Gavras, con la actuación de Dustin Hoffman (Max Brackett), John Travolta (Sam Baily), Mia Kirshner (Laurie Callahan), Alan Alda (Kevin Hollander), Robert Prosky (Lou Pottts) y Blythe Danner (Señora Banks); estrenada en 1997.

Sam Baily ha sido despedido del Museo de Historia Natural, bajo la desesperación comete un torpe secuestro de un grupo de niños de visita en el museo. La presencia casual en el interior de Max Brackett, reportero malogrado, convierte el desafortunado suceso en espectáculo informativo.

Esta cinta guarda mucha relación con la película El gran carnaval de Billy Wilder (1951), respecto a que no importa lo que se tenga que hacer con tal de conseguir la noticia; en palabras de Max: “Tienes que elegir entre cubrir la historia o formar parte de ella”.

Costa-Gavras muestra con maestría cómo la televisión convierte fácilmente de ida y vuelta a un villano en héroe, de victimario a víctima, así como gente sin escrúpulos de un momento a otro se vuelve mesurada y recatada. Los golpes de conciencia pesan.

LA JUSTICIA DE 

PROPIA MANO

Sam Baily, un ex guardia de seguridad, llega armado con una escopeta y una mochila llena de explosivos para exigir a la directora del museo que le devuelva su trabajo.

Aunque no es el tema central de la película, en un estado democrático y de derecho, nadie puede hacerse justicia de propia mano y mucho menos ejercer violencia para hacer valer sus derechos, pero esto lo ignora este personaje.

El incumplimiento a esta prohibición siempre traerá negativas consecuencias, pues Sam no tiene la intención de dañar a alguien, sin embargo, un disparo de la escopeta hiere a su excompañero de trabajo Cliff, que es un afroamericano.

DE LA TELEVISIÓN 

AL JUZGADO

Max, un reportero de televisión también venido en desgracia, utiliza esto en su favor y manipula al guardia con indicaciones respecto a cómo actuar en cada momento, no con el fin de ayudarlo sino hacer que la noticia sea más interesante y orientar a la opinión pública en función de sus intereses.

Esta manera de informar hace que el enemigo a vencer sea la opinión pública; tantas veces se ha visto cómo la televisión logra destrozar a alguien frente a las cámaras que el televidente tiene un veredicto antes de que una autoridad juzgue a esa persona. Son los llamados juicios paralelos; hay que recordar el caso Florence Cassez que dividió la opinión pública e hizo aún más controversial la resolución de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

El reportero, en su ambición de lograr la nota, es enfático cuando le hace ver al vigilante que del público televidente saldrán los miembros del jurado que lo pueden juzgar, que por ello es mejor dar una imagen de víctima de las circunstancias y así poder lograr una sentencia menor.

La sociedad juzga a partir de los datos que conoce, de lo que muestran los medios, pero ¿qué valor podrá tener el veredicto de una persona que previamente se ha conformado un prejuicio del hecho?

EL BOTÍN DE 

LA PRIMICIA

Sam Baily es botín reclamado por todos los medios que muestran la falta de escrúpulos para obtener una exclusiva y ganar audiencia, siempre con un punto de vista parcial y no objetivo, tan es así como el diverso reportero de color Nat Jackson convierte la nota en una cuestión de racismo; otros periodistas sensacionalistas, previo pago a la familia del lesionado, ofrecen una visión desfavorable para el secuestrador.

Dentro de este circo aparece otro reportero Kevin Holland, que ve una gran oportunidad para lograr dos objetivos: ser líder en la noticia y acabar de una vez con la carrera de su colega de profesión y de empresa Max Brackett; dicen que entre toros no hay cornadas, pero entre reporteros parece que no opera este dicho.

En la sala de montaje el corte antes o después de una palabra o un gesto permite modificar por completo el significado de las palabras de la gente, así que pasar de un discurso intencionadamente positivo a otro demoledor es cosa de minutos, siempre partiendo del mismo material, sólo por escalar en el ranking de cadenas líderes.

LA VERACIDAD 

DE LA NOTICIA

Esta cinta cuestiona la veracidad de los medios de comunicación, y si bien es tendenciosa en busca de este afán, que en momentos es subjetiva, no por ello deja de ser preocupante la fuerza manipuladora del Cuarto Poder para lograr conformar una opinión pública en pro de intereses no siempre legítimos, y que en ocasiones no importa utilizar a las personas como medio para obtener un fin.

La noticia puede tener muchos enfoques, y la película muestra dos puntos de vista sobre el mismo hecho: a) Max eligió ayudar a entender a una lastimada sociedad, que a la mínima insinuación de culpabilidad, se abalanza en insultos y fuertes dichos ante el sujeto, y por el contrario, si se mencionan solo aspectos positivos de un hecho, con esa simple idea se quedará; b) Holland, líder en la opinión y gran influyente de los medios, manipula aún más la noticia y la presenta como “un criminal armado que tiene de rehenes a niños por varios días, con la ayuda de un periodista que planifica y colabora con él”; simple y sencillo, dar a la sociedad un motivo de odio y una buena justificación para matarlo.

Es claro que una visión distinta, precaria de complementación, puede ocasionar distintas perspectivas de un hecho, y que a la larga significarán no solo un juicio injusto, sino una decisión errónea en criterio.

El periodista se vuelve un cazador y para ello no es necesario saber la opinión de tu presa, eso es lo de menos; la forma en que se presenta “la realidad” es lo que cuenta, según el viejo dicho: “no dejes que la realidad te estropee una buena noticia”.

Es importante cuestionarse la influencia de un medio sobre las decisiones que se deben de tomar ante situaciones de la vida diaria, así como el verdadero rol del periodista, de cómo interpreta y entrega un hecho que requiere delicadeza, sutileza, y rigurosidad; pero ¿será factible exigir al comunicador que se abstenga de dar juicios de valor?, ¿valdrá la pena mover esa línea que delimita a la realidad y a la ética, aunque se vulnere la dignidad humana?

La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…

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