Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Se veía venir y parece ser que nadie se quiso dar cuenta.
La realidad, la terca realidad, coloca las cosas en su lugar.
Sin entrar en descalificaciones en contra de ninguna de las corcholatas, desde tiempo atrás la exgobernadora de la Ciudad de México se consideró la preferida del profesor. Ignoraba a sus “compañeros” de partido, que no de gabinete ni del Poder Legislativo.
En su mente, es de suponerse, solamente estaba la confianza de que por ser mujer, cercana al poder desde 2000, tenía todo a su favor y que nadie se le atravesaría para frustrar sus aspiraciones.
Sin embargo, en el lejano junio de 2021, otros nombres salieron a la palestra y desde entonces estuvieron en boca de analistas, militantes, grupo cercano y no tanto, que confiaban en la “amistad” con el secretario o con el senador y que llegado el momento serían invitados a participar, en algo que nadie sabía que sería.
Conocidos los nombres de las cuatro corcholatas confirmadas por el Consejo Político de Morena, se cruzaron apuestas de cómo sería el trato entre casi pares.
Meses antes de la confirmación, la exgobernadora capitalina, estaba en cientos de espectaculares a lo largo y ancho del país. Bardas con frases alusivas #Es Claudia… proliferaron por la Ciudad de México y aunque se exhibieron videos de quiénes las pintaban, la suspirante favorita del profesor, se deslindó de su colocación y pintura.
El “piso parejo” estaba disparejo. Con la aparición de Marcelo Ebrard como uno de los favoritos para ganar la encuesta, Claudia Sheinbaum valoró su espacio y comprendió que no todo sería miel sobre hojuelas. En diversos actos públicos, en donde se promovieron prelectoralmente de manera ilegal, por supuesto, los criterios de los cuatro aspirantes, mostraron puntos de vista opuestos que llamaron la atención y hubo el manotazo presidencial para que “se lograra la unidad”. Palabras que el viento se llevó.
Quizá la gota que derramó la bilis del exresponsable (¿) de la Política Exterior, lo llevó a exhibir a Sheinbaum y mostrar no estar dispuesto a que “otros se roben las ideas de Andrés Manuel y mías”. Haber leído y escuchado el informe de la “reducción de violencia y delincuencia en la Ciudad de México”, por la estrategia de su gobierno, sacó del marasmo a Ebrard.
No utilizó el vocablo robar. Tampoco hurtar. Menos plagiar.
Solamente le dijo a la exgobernadora: la estrategia de seguridad que Andrés Manuel López Obrador y yol diseñamos y aplicamos en la Ciudad de México.es la que dio resultados.
Ahora sí, que córcholis y recórcholis.
Apropiarse de las ideas, los programas y las acciones de otros, no es digno de nadie que aspire gobernar un país como el nuestro.
Ahora, si las ideas no tienen derecho de autor, lástima Marcelito.
Mientras los dos punteros de las encuestas cotidianas que aparecen en redes sociales y medios impresos además de programas noticiosos de radio y televisión, se desgarran y no las vestiduras, Ricardo Monreal propone crear una Secretaría de la Mujer y Adán Augusto se refugia en la oscuridad.
Si en plena batalla por ganar la Coordinación para la defensa de la Cuarta Transformación los suspirantes andan a la greña, hay que imaginar cómo actuarán, el o la que llegue al cargo anhelado.
La soberbia de Claudia quedó demostrada en el reclamo que le formuló a Alfonso Durazo, presidente del Congreso Nacional el día del Congreso extraordinario. Impulsiva. Majadera, Irritante.
De Ebrard tampoco se pueden decir palabras dulces. Vive de su pasado, que oculta extraordinariamente bien, y supone, como decía José Murat que “me la debe, me la debe”. Prepotente, alejado de la gente que menos tiene y a la que apenas está conociendo. Gourmet de primera línea. Entre sus muchos defectos, está que no sabe bailar Caballo Dorado y parece que su ritmo lo marca el jamelgo.
Adán Augusto, el que puede desbancar a los dos por la cercanía y confianza que le tiene el destapador, poco brilla tiene. La mano dura lo envilece. Y las relaciones personales con respeto, no se le dan.
La disputa por el poder no la niegan.
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