NIDIA MARIN
Mientras la cartera del quinto año del actual gobierno se pinta de rojo sangre y los políticos empiezan a caer como moscas, al ser asesinados en los pueblos, los ex presidentes de la República en lo general guardan silencio.
Sí, sólo están con vida cuatro ex mandatarios: Carlos Salinas de Gortari, PRI (1988-1994), Ernesto Zedillo Ponce de León PRI (1994-2000), Vicente Fox Quesada PAN (2000-2006), Felipe Calderón Hinojosa PAN (2006-2012) y Enrique Peña Nieto PRI (2012-2018).
Ellos no han intervenido en el proceso pre electoral y, suponemos (aunque a alguno de vez en cuando se le “chispotea” un comentario), tampoco lo harán en el periodo electoral que iniciará en septiembre de 2023 y culminará el domingo 2 de junio de 2024.
Pero de todos modos la sangre política corre. Los políticos asesinados siguen cayendo. Este tipo de asesinatos en el contexto del proceso preelectoral, como dijera Guillermo Lizama Carrasco, en su obra “Muerte y Política en México: Asesinato Como Mecanismo De Competencia Electoral”, pretenden, como en el final del sexenio de Peña Nieto, generar miedo, crisis diversas, y en general vulnerabilidad y pesimismo.
La enumeración de las consecuencias es irritante: “…disociación de lo colectivo, crisis de pertenencia, individualización, vulnerabilidad y estados de ánimo pesimistas”.
Y es claro que las consecuencias son elementos de persuasión tanto para los actores políticos como para los votantes.
“La muerte de actores políticos en un contexto democrático esta cruzada por una serie de desafíos y problemas que cuestionan a las elecciones en su efectividad para transferir -en igualdad de condiciones y con altos niveles de integración- la legitimidad para el ejercicio del poder. En donde el principio básico que sustenta este supuesto es la igualdad de los ciudadanos a través de la participación electoral. De allí que cuando existen problemas como la violencia -que transgreden este precepto de igualdad- se lesionan los principios democráticos que sustentan a las elecciones”.
Así expuso la gran verdad de la violencia electoral el investigador.
Lamentablemente ya empezamos con la violencia, no obstante que ni siquiera han surgido los candidatos de cada uno de los partidos contendientes. De ahí que recordemos algo de lo escrito por esta reportera.
La remembranza de aquellos hechos, señalaba:
“El año 75 es un año muy mentado / que a todos nos traen al brinco, / es el año del tapado…” cantaba Oscar Chávez.
“Así, una mañana del verano de 1975, Leandro Rovirosa Wade, secretario de Recursos Hidráulicos, en una entrevista “banquetera” abrió el abanico para la contienda al lanzar siete “tapados” al juego político: Augusto Gómez Villanueva, secretario de la Reforma Agraria; Porfirio Muñoz Ledo, secretario del Trabajo; Mario Moya Palencia, secretario de Gobernación; Hugo Cervantes del Río, secretario de la Presidencia; Luis Enrique Bracamontes, secretario de Obras Públicas; Carlos Gálvez Betancourt, director del Instituto Mexicano del Seguro Social y José López Portillo, secretario de Hacienda.
“Se armó la escandalera. El México político era un cotarro, mientras los ex presidentes miraban de lejos. El general Lázaro Cárdenas había fallecido cinco años antes y sólo quedaban tres ex mandatarios: Emilio Portes Gil, Miguel Alemán Valdés y Gustavo Díaz Ordaz”.
Narró entonces esta reportera que en un evento que encabezaba el ex presidente Alemán realizó la entrevista sobre los siete tapados y los requerimientos de un mexicano para ser Presidente de la República.
“Una enorme sonrisa extendía don Miguel. La fascinación con el tema se le notaba, con lo cual no estaba de acuerdo su jefe de prensa, quien a toda costa trataba de alejarlo, llevarlo hacia otro punto del salón, lo que rechazaba el entrevistado, al extender la mano y pedir calma.
“Un apretón de manos selló el adiós y unas dagas desprendidas de la mirada de su ayudante, también.
“Algo distinto ocurrió con don Emilio Portes Gil. Sentadito sobre una butaca negra en la antesala de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP) ubicada en la colonia Juárez, con el bastón a un lado, paciente ¿o resignado?, esperaba su turno para ver a los jerarcas del sector popular priista. La reportera se sentó a su lado y aquel anciano bondadoso soltó la sopa”.
Eran otros tiempos.
Hoy, decimos que, a los tapados se les llama despectivamente “corcholatas” y desde Palacio Nacional se agrede a la posible candidata de la oposición Xóchitl Gálvez, en una campaña desatada en su contra por el habitante de Palacio Nacional, no obstante estar prohibido por la ley que el presidente intervenga.
¿Y qué hacen hoy los ex presidentes? Autoexiliados algunos y en silencio los otros no intervienen en el proceso electoral (o lo hacen mínimamente) que culminará en el 2024 con la elección de la persona que gobernará la República Mexicana de 2024 a 2030.
Por lo tanto, lamentablemente, nos esperan 10 meses de violencia, la cual se intensificará conforme se acerque la fecha clave.
Pero como cantó Oscar Chávez tras los resultados de aquella elección:
“Año del 76 en diciembre día primero, / Por fin hubo sucesión con gran alborotadero / Don Pepe va comenzar, pero ya se le sentencia / Que tendrá muchos disgustos al recibir esta herencia…”.
¡Y así fue!