Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Tres personas, que no personajes, rayan en la locura política.
Francisco Javier Cabeza de Vaca quiere ser candidato presidencial.
Demetrio Sodi de la Tijera se “baja” -¿alguna vez estuvo arriba?- de la plataforma Frente Amplio por México.
Y Samuel García Sepúlveda truena sobre la posible suma de Movimiento Ciudadano en el FAM para apoyar, en su caso, a Xóchitl Gálvez.
Trataremos de diseccionar a las tres personas.
El exgobernador de Tamaulipas muestra cinismo y se oculta. Debió acudir a registrarse para ser tomado en cuenta por el FAM y no lo hizo. Su hermano fue el que acudió. Porque tiene fuero. ¿A qué teme Francisco Javier que permanece en la oscuridad?
Su paso por el gobierno de Tamaulipas terminó por limitar su actuar político. Bueno, probablemente lo terminó.
Conociendo, por lo menos por crónicas periodísticas, versiones de la Fiscalía General de la República y otras desde Palacio Nacional, cómo actuó el exmandatario que logró, contra la voluntad presidencial y del fiscal, que la Suprema Corte de Justicia de la Nación anulara las órdenes de aprehensión en su contra.
Se siente hombre libre con sus derechos políticos golpeados pero intactos.
El exjefe delegacional en Miguel Hidalgo, allá por 2009 después de chapulinear al pasar del PRI al PRD y después al PAN, “se bajó” en la búsqueda por la candidatura presidencial. Su argumento: el método no es democrático.
Al igual que Cabeza de Vaca, el otrora senador de la República, se siente soñado. Es verdad, tiene currículum político, pero no ciudadano. La pregunta obligada es: ¿de verdad cree que podría ser Presidente de los Estados Unidos Mexicanos?
Dicen los expertos carpinteros: hay maderas que no agarran el barniz.
Del gobernador de Nuevo León, qué decir.
Ensoberbecido por contar con el apoyo presidencial gracias a los trabajos para atraer a Elon Musk a Nuevo León e instalar su nueva planta de Tesla; por haber sido recibido por el Papa Francisco y por ser considerado como un “prospecto” político en el Foro Económico de Davos, decidió lanzarse con todo -parece poco- para descalificar la posible alianza de MC con el PRIAN.
Dice: “son nuestros enemigos… los diputados locales están chingue y chingue. Son nuestros enemigos”.
Con sus propias palabras esclarece el panorama: son sus enemigos. El plural no encaja.
A lo mejor cuando decidió hablar del tema ya sabía que Enrique Alfaro, su compadrito, decidió ni buscar la candidatura presidencial por MC bajo el argumento que nunca, el partido naranja, debió aislarse de la oposición.
Y algo que seguramente calará a Dante Delgado es la expresión: “no basta con ser la tercera vía”.
Quizá García Sepúlveda encuentra la rendija en la ventana para colarse y convertirse en candidato. Solo quizá. Porque si de conocido en el país se trata, Luis Donaldo Colosio Riojas le lleva la delantera. Por lo menos eso dicen las encuestas.
Las tres personas, que no personajes, están insufladas. Viven en mudos paralelos al real. En el de ellos, todo está “requetebién”, aunque en Tamaulipas la herencia de Cabeza de Vaca la recibe Américo Villarreal: la violencia desmedida: en la Ciudad de México nadie reconoce a Demetrio cuando camina por sus calles y en Nuevo León el gobernador no halla la cuadratura al círculo con el Poder Legislativo porque no es político, no es negociador, no es influyente. Es arribista.
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