RAÚL MONDRAGÓN von BERTRAB
“Nuevos libros de texto poseen enfoque decolonial [sic] y multiculturalista en México.”
-Marx Arriaga Navarro
“Un imbécil que no tiene más que una idea en la cabeza es más fuerte que un hombre de talento que tiene millares”.
– Honoré de Balzac
“Algo de esto quise expresar en las figuras que decoran los tableros del patio nuevo, en ellas: Grecia, madre ilustre de la civilización europea de la que somos vástagos, está representada por una joven que danza y por el nombre de Platón que encierra toda su alma. España aparece en la carabela que unió este continente con el resto del mundo, la cruz de su misión cristiana y el nombre de Las Casas, El civilizador. La figura azteca recuerda el arte refinado de los indígenas y el mito de Quetzalcoatl, el primer educador de esta zona del mundo. Finalmente en el cuarto tablero aparece el Buda envuelto en su flor de loto, como una sugestión de que en esta tierra y en esta estirpe indoibérica se han de juntar el Oriente y el Occidente, el Norte y el Sur, no para chocar y destruirse sino para combinarse y confundirse en una nueva cultura amorosa y sintética. Una verdadera cultura que sea el florecimiento de lo nativo dentro de un ambiente universal, la unión de nuestra alma con todas las vibraciones del universo en ritmo de júbilo semejante al de la música y con fusión tan alegre como la que vamos a experimentar dentro de breves instantes cuando se liguen en nuestra conciencia los sones ingenuos del canto popular entonado por los millares de voces de los coros infantiles, y las profundas melodías de la música clásica revividas al conjuro de nuestra Orquesta Sinfónica. Lo popular y lo clásico unidos sin pasar por el puente de lo mediocre.”
–José Vasconcelos, Discurso Inaugural del Edificio de La Secretaría de Educación Pública, 9 de julio de 1922.
Leo en el universo de Twitter de Elon “El Tesla” Musk -retador de Mark “El Meta” Zuckerberg, ridículo enfrentamiento que podría celebrarse en el mismísimo Coliseo de Roma- que el nuevo libro de texto de Matemáticas para primero de primaria de la Secretaría de Educación Pública (SEP), tendrá solo 24 páginas. De las 200 que tenía y que indudablemente representaban un esfuerzo sintético.
Marx Arriaga, el responsable de los cambios, lo explica así:
“La Nueva Escuela Mexicana [whatever that means] no es sólo un cambio curricular, sino un paradigma alternativo mexicano que enfrenta al modelo educativo neoliberal y a sus procesos de privatización…”
Arriaga es un millennial texcocano, doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, docente e investigador en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, quien sería reprehendido sin duda por José Vasconcelos, de tenerlo aún con nosotros, cuyas célebres ediciones de libros de texto gratuitos, en los primeros años de la SEP, son aún referente.
Marxista de nombre y crianza y visión, Arriaga ha sido criticado por su falta de experiencia en el área bibliográfica, además de por sus decisiones sobre despido de profesionales como Daniel Goldin, editor y bibliotecario quien estuviera al frente de la Biblioteca Vasconcelos.
En un “afamado” discurso en defensa de la postura y acciones del presidente López, respecto del feminismo, Marx-chista acusó a las mujeres de no leer ‘esos libros’ que las llevarían a una verdadera transformación y erradicación del machismo.
Escribe Miguel González Compeán en El Economista que, por inexplicables razones, AMLO nombró en la comisión de libros gratuitos de la SEP a un hombre convencido de que la educación, hasta este momento y después de 40 años, había sido secuestrada por una manera de pensar: el neoliberalismo. Que te obligaba a tener competencias, que se acercaran al estándar internacional en matemáticas y compresión del lenguaje, por lo menos y que te dieran las herramientas básicas, para poder ser contratado en una empresa o ámbito público en el que entraras con los conocimientos necesarios. Marx Arriaga ha manipulado lo necesario y suficiente en el ámbito de la presidencia de la república, de la SEP y de sus cercanos para resolver lo que carga. Primero con sus padres que le endilgaron el nombre, seguramente sesenteros comprometidos con una lucha de clases que no podían resolver o que no podían concretar, salvo con ponerle Marx al niño, porque lo demás no se podía, ni se pudo, ni lo lograron: en el nombre del hijo se agolpa la frustración de una generación que no entendió México debidamente y que además se internacionalizó, aunque a los papis de Marx les disgustara.
Gilberto Guevara Niebla, reconocido académico, experto en educación y quien fuese líder estudiantil en el 68, también critica los sinsentidos de la SEP, acusando a su secretaria de reportarle al Director de Materiales Ejecutivos, Arriaga.
Sin educación de primera seguiremos siendo un país de segunda, pudiendo ser una potencia mundial. Sin educación de calidad, los sátrapas que nos gobiernan y nos han gobernado seguirán haciéndolo. Las rémoras seguirán pululando y beneficiándose de la ignorancia en el mal servicio público. México seguirá sumido en la pobreza clientelar.
Vasconcelos terminaría así el discurso arriba citado:
Gloria en la tierra, mientras se acerca el tránsito. Ya es tiempo, mexicanos.
En cuatro siglos de encogimiento y de mutismo, la raza se ha hecho triste de tanto refrenarse y de tanto cavilar, y ahora se suelta a las empresas locas de la acción que es dolor o contento, victoria o yerro, pero siempre gloria. Hay un ritmo de danza en el tiempo, como si la era del baile se estuviese anunciando, la humanidad pugna por ser libre, tan libre y feliz como lo es el alma, sin las trabas que la vida social se impone, porque no sabe acomodarse a la ley jubilosa del corazón.
En estos instantes solemnes en que la nación mexicana, en medio de su pobreza dedica un palacio a las labores de la educación del pueblo, hagamos votos por la prosperidad de un Ministerio que ya está sagrado por el esfuerzo creador y que tiene el deber de convertirse en fuente que mana, en polo que irradia.
Y finalmente que la luz de estos claros muros sea como la aurora de un México nuevo, de un México espléndido.
Qué lejos estamos.