Martí Batres ¿Valor Político o Disciplina?

 

*El Distanciamiento con Monreal

*La oportunidad Llegó y la Tomó

*El Trabajo Político, la Prioridad

 

JOEL ARMENDÁRIZ

 

Para nadie es un secreto que la ambición profesional, política, de Martí Batres Guadarrama era ser jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

Cuando se realizó la encuesta para determinar quién sería abanderado de Morena para gobernar desde 2018, la discusión se abrió y en grande.

Claudia Sheinbaum salió primera, Batres, segundo y Monreal tercero.

Para el zacatecano fue una sorpresa. Una cubetada de agua helada que lo llevó a reaccionar de manera violenta y hasta amenazar con abandonar el Movimiento que fundó junto con Andrés Manuel López.

Quienes presumen de saber qué pasó en 2017, afirman que quien “movió” los números de la encuesta fue Batres. Imposible de comprobar, porque solamente lo supieron dos personas que aspiraban y otras más que realizaron la encuesta. Es tiempo pasado y hay que sepultarlo.

Sin embargo, desde aquel momento surgió un distanciamiento entre Monreal y Batres.

El ahora jefe de gobierno de la Ciudad de México no esperaba que Monreal fuera a encabezar la lista de senadores plurinominales en la que estaba incluido. Y para su sorpresa, desde “arriba”, muy “arriba” llegó la orden de que el zacatecano fuera electo por sus pares como coordinador del grupo parlamentario, posición que lo llevaría, al mismo tiempo, a presidir la Junta de Coordinación Política desde el inicio de la LXIII Legislatura y que se prolongó hasta el segundo año de la LXIV.

Batres, quien ha sido colaborador muy cercano de Andrés Manuel López e incluso fue elegido el primer presidente de Morena luego de la licencia solicitada por el hoy presidente de México, movió sus “influencias” para que el primer año de la legislatura presidiera la Mesa Directiva de la Cámara Alta. Consiguió su objetivo y cumplió a cabalidad las órdenes del huésped temporal de Palacio Nacional y, por tanto, osó exigir se le ratificara el cargo para el segundo año.

Salieron a relucir los ocultos rencores y hubo, incluso, amenazas del bloque de los duros, al que guiaba Batres, de destituir a Monreal.

Al final se impuso el zacatecano que para esas fechas desayunaba cada mes en Palacio Nacional con su amigo, el presidente mexicano.

La salida de Rosa Icela Rodríguez de la secretaría de gobierno del ente gubernativo de la Ciudad de México para convertirse en la coordinadora general de Puertos y Marina Mercante, dentro de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y de ahí fue trasladada como titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, en donde se quedará hasta el final de la administración actual.

La vacante debería ser ocupada a la brevedad. Y Batres volvió a mover sus influencias y, en el ánimo de terminar la división -cosa que no ocurrió y por el contrario aumentó y se endureció-, Claudia Sheinbaum, previa consulta con su jefe -el de Palacio Nacional, no los electores- invitó a Batres para ocuparla.

EL CAMINO HACIA

LA TITULARIDAD

Para el político que ya había pasado por la presidencia de la Asamblea Legislativa con los colores del PRD, la oportunidad llegaba y le abría el camino, todavía empedrado, para pavimentarlo y a partir de 2024 convertirse en el jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

Al principio de la administración nadie pensaba en Claudia Sheinbaum como probable candidata a la Presidencia de la República.

Sin embargo, en julio de 2021, su nombre tomó relevancia inesperada: formó parte de la lista de corcholatas que destapó el presidente de la República para que, alguna de ellas, lo sucediera 3 años después.

La cercanía de la ahora corcholata que busca ser “la primera mujer presidenta de México” (sic) con el inquilino de Palacio Nacional, era evidente. En el primer año de gobierno, las cosas se le descompusieron a la gobernadora capitalina y su protector salió en su defensa e inició un recorrido por las alcaldías de la Ciudad de México y en la de Gustavo A. Madero lazó la consigna: ¡No está sola, no está sola!

Y de ahí para adelante, no ha estado jamás sola en su trabajo político.

De acuerdo con el calendario estimado originalmente por Morena, con la autorización del jefe de la banda -presidencial- la primera encuesta, porque se habló de dos, sería en agosto. Sin embargo, el temor de que los otros suspirantes -todos hombres- alcanzaran a la preferida del profesor, se acordó desde febrero, adelantarla y fijar que solamente sería una.

Batres esperaba agosto para decidir su futuro dentro del gobierno capitalino. Conocedor de lo establecido en el artículo 32 de la Constitución, seguramente ponderaba el quedarse o renunciar antes para no estar impedido de buscar la candidatura y eventualmente el triunfo en 2024.

Al cambiar los tiempos de propuestas y encuestas, llegó el momento de decidir: quedarse por 17 meses o regresar al Senado y abonar la tierra para florear en diciembre-enero y convertirse en el candidato.

Su decisión de aceptar, de loar a la que fue su jefa, reconocer un trabajo no realizado a cabalidad y desear suerte para su aventura tiene dos lecturas:

1.- Con el cargo de jefe de Gobierno, tendrá la responsabilidad de recuperar el bastión más amado por el presidente López: La Ciudad de México, divida por las oposiciones que ganaron 9 de las 16 alcaldías en las elecciones de 2021 y,

2.- Simplemente se disciplinó las órdenes de su jefe, jefe y aceptó el sacrificio.

Todavía no se aclara cuál de las dos hipótesis es la real.

Mientras son peras o manzanas, Martí Batres despacha ya como jefe de Gobierno, aunque acotado en dos áreas fundamentales: seguridad y finanzas.

Lo demás, el trabajo político, es todo suyo.

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