En los Brazos de la Selva Amazónica  Tres Niños y una Hermana Heroína

A la Vuelta de la Esquina

 

IVÁN RUIZ FLORES

Ella los salvó. Ella los hizo vivir. Ella los instruyó y logró que sus tres hermanos sobrevivieran en la selva durante 40 días. La heroína colombiana se llama Lesly Jacobombaire Mucutuy y tiene tan sólo 13 años. Sus hermanos son dos mujercitas más, Soleyni, de 9 años y Cristin Neriman, de un año y meses y el único varoncito Tien Noriel, de cuatro años.

Sí, 40 días después, enfermos y débiles, pero con vida, fueron encontrados entre la maleza por el grupo de búsqueda, conformado por indígenas e integrantes del ejército colombiano. 

Aunque, la madre de estos niños, Magdalena Mucutuy Valencia había muerto en el accidente de la avioneta HK-2803, que cubría la ruta entre Araracuara (en el Amazonas) y San José del Guaviare, la adolescente, inteligentemente, se los llevó del lugar cuatro días después del accidente y logró que todos subsistieran a base “fariña”, que es una harina preparada con yuca. 

Así, la habilidad de Lesly y la tenacidad de los buscadores, durante 40 días, rindió frutos, de lo cual no faltó quien se aprovechó para hacerse publicidad como fue el exguerrillero y presidente de Colombia, Gustavo Petro, quien desde su llegada al poder ha dejado mal sabor de boca en la mayoría de los colombianos, sobre todo tras el hecho de aprovechar a los cuatro niños del avionazo para hacerse propaganda.

Pero la sobrevivencia y el rescate no fueron nada fácil, si se toma en cuenta que en la Amazonia habitan: jaguares, 195 serpientes, entre éstas las anacondas, águilas arpías, arañas, escarabajos, hormigas y demás.

Si bien la Amazonia se extiende por nueve países: Brasil, Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador, Venezuela, Guyana, Surinam y la Guyana francesa, en donde habitan 35 millones de personas, de los cuales 2,6 millones son indígenas.

La Amazonia colombiana ocupa 41. 8% del país, con 476.000 kilómetros cuadrados. De acuerdo a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la componen los departamentos de Amazonas, Caquetá, Guainía, Guaviare, Putumayo y Vaupés. 

Dicen los expertos que esa región colombiana comprende 48 millones de hectáreas en las que predominan tres figuras de ordenamiento territorial; la zona conservada ocupa 38 millones, de las cuales, 178 resguardos indígenas se sitúan en 25 millones, y 12 parques nacionales naturales en cerca de 8 millones.

Los niños que sobrevivieron son indígenas. Pertenecen al 17% de población de este tipo de grupos que ofrecen una variedad cultural y lingüística de enorme riqueza. 

Afirman que esos pobladores milenarios han aprovechado en forma sostenible los recursos de la región, gracias a un profundo conocimiento de su biodiversidad y su funcionamiento ecosistémico. Sin embargo, ahora las comunidades indígenas viven en medio de la selva con conexiones con el mundo exterior y con interés por participar en las dinámicas económicas y sociales.

Pero no todos y, de ahí, la critica para el presidente Petro porque, como lo han dicho los expertos, si bien la Amazonia tiene enormes riquezas, el aislamiento relativo y la falta de conocimiento sobre las mismas han llevado al abandono por parte del Estado. 

Se asegura que hay un mejor nivel de conservación que en otros países amazónicos, “pero la explotación y el deterioro paulatino, no menospreciable, va acabando con sus recursos naturales”.

 Además, “…la ausencia estatal se ha traducido en pocas mejoras en las condiciones de vida para la población (salud, mortalidad infantil y educación). Sus habitantes pierden su capacidad para garantizar sus condiciones básicas de sustento. La investigación es incipiente y, poco a poco la selva, su biodiversidad, la riqueza cultural, la abundancia de agua y los recursos naturales, de por sí poco valorados, se van perdiendo”.

UN FUTURO SIN

CERTEZA ALGUNA

En aquellas tierras, como en los bosques y las selvas mexicanas y del mundo, la deforestación es un hecho, sea ilegal o tolerada. Pero en la Amazonia aseveran que la ampliación de la frontera agrícola, la ganadería extensiva, los incendios forestales y la tala para la venta de madera (como en México) constituyen los principales motores de deforestación de bosques tropicales, igual que en todo el mundo. 

Sólo que en Colombia, además de los motores tradicionales de deforestación, se presentan dinámicas como la colonización y el desplazamiento de poblaciones, la minería y la siembra de cultivos ilícitos que aumentan la presión sobre el bosque. 

Explica la CEPAL que entre 2005 y 2010 se deforestaron 238.360 hectáreas anuales en Colombia y durante ese periodo la Amazonia registró una pérdida anual de 79.800 hectáreas de bosque de acuerdo con el Ideam(2011). 

“Sinchi estima una tasa de deforestación anual mayor entre 2000 y 2007, de 153.000 hectáreas/ año; la mayor cantidad se presenta en Caquetá (44%) seguido por Meta (16%), Putumayo (16%) y Guaviare (12%).”

Como si no fuera suficiente, dicen los expertos que “existe también gran desconocimiento e incertidumbre sobre lo que su destrucción representaría para la humanidad, que se traduce en que sería irresponsable, en particular con las generaciones futuras plantear la destrucción de estos ecosistemas, e incluso de fomentar intercambios económicos que asignan precios de mercado actuales por la pérdida de ese capital natural y sus servicios ambientales. En consecuencia, resulta razonable asumir una regulación prudencial, la que se apoya en el principio de precaución”.

De este tipo de hechos como la sobrevivencia de los niños, el rescate y lo que es hoy la selva amazónica, se pueden obtener varias lecciones, ya que mientras en Colombia pareciera que el ejército ya está dedicado a otros menesteres menos armamentistas, en otros países como México los ejemplos que están dando desde las filas uniformadas son constantemente lamentables, debido a las actividades ilegales que realizan al detener a los delincuentes, sobre todo cuando en lugar de entregarlos para que sean juzgados por la justicia, son acribillados inmisericordemente y les colocan armamento para que la historia los juzgue a ellos, a los cadáveres.

Pero bien por los niños, su heroína hermana, y los buscadores, tanto indígenas como del ejército. Todo merecen reconocimiento y apoyo.

 

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