“As Bestas”

 

La Irracionalidad de las Razones

HORACIO ARMANDO HERNÁNDEZ OROZCO

“As Bestas”, película hispano-francesa dirigida por Rodrigo Sorogoyen, protagonizada por Denis Ménochet (Antoine Denis), Marina Foïs (Olga Denis), Luis Zahera (Xan Anta) y Diego Anido (Lorenzo Anta); su estreno fue en otoño de 2022.

Antoine y Olga son una pareja francesa que se instala en un pequeño pueblo del entorno rural gallego; ellos buscan conectar con la naturaleza; sin embargo, su presencia despierta hostilidad y violencia de sus vecinos: los hermanos Xan y Loren.

La cinta está ambientada en Galicia y rodada en francés, español y gallego; el director se basó en un suceso real acaecido en la aldea gallega de Santoalla, ubicada en el municipio de Petín (Orense) que cuenta con una población de 1076 habitantes en sus 30,4 km², siendo el tema central la discordia entre avecindados y forasteros.

UN RITUAL BESTIAL

Tres hombres se aferran con fuerza inusitada al cuello de un caballo silvestre para intentar cortar la crin; es una tradición ancestral muy característica de algunas localidades gallegas.

Esta escena inicial muestra este ritual a cámara lenta y en zoom, lo que conlleva a una potente carga emocional para el espectador que advierte un acto violento, como una premonición de la que sucederá.

La belleza de esas bestias silvestres frente a la bestialidad del hombre, instante simbólico que anticipa la ferocidad que está a punto de estallar, además, la escena es una pista del crimen que se cometerá más adelante.

Un toque del choque ancestral con la modernidad figurada en esos equinos rústicos.

UN PARAÍSO TERRENAL

Antoine y Olga, un matrimonio francés de mediana edad, quedan enamorados de una zona en Galicia, la cual reúne las características para gozar del merecido retiro y aprovechar las cualidades de la orografía para implementar una variedad hortofrutícola ecológica.

Aparentemente, todos los lugareños los aprecian y los aceptan, salvo dos: Xan y Loren.

En la historia real, ese matrimonio no era francés, sino neerlandés: Margo Pool y Martin Verfondern, que serían una especie de naturalistas modernos, son idealistas y buscaban vivir de la tierra de forma directa.

En ese poblado encontraron una ruina abandonada que reconstruyeron, empezaron a cultivar la tierra y criar ganado. Los primeros dos años fueron muy felices. Sus únicos vecinos eran los miembros de la familia Rodríguez, formada por dos hermanos y sus padres.

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Antoine, al igual que otros lugareños, es asiduo cliente a la pequeña taberna que tiene el pueblo; ahí, además de beber, se juega dominó y se charla lo del día.

El asistir a una cantina o a un bar en compañía de amistades o conocidos es con el fin de distraerse de la dura faena o de la rutina cotidiana, y lo que menos se espera, es tener que discutir o pelear con alguien. Es precisamente en el bar de la aldea, donde se denota el odio hacia Antoine por parte de los hermanos Anta; este escenario se transforma en un lugar inhóspito con diálogos cargados de maldad, a veces en forma indirecta y otras cada vez más directas.

El motivo del odio se origina por la negativa de los franceses a negociar con una empresa que quiere implantar molinos eólicos, y basta la oposición de uno para que no se dé la instalación. Pero no sólo este matrimonio se ha negado a negociar, sino también otro lugareño que le advierte a Xan que sus recriminaciones también lo están ofendiendo.

TESTIMONIO EN IMAGEN

Olga advierte que los tomates cultivados se están pudriendo, Antoine nota que la cosecha tiene plomo, revisa la cisterna de riego, la cual tiene dos baterías de automóvil.

El agua contaminada con esas dos baterías es un acto deliberado, y enseguida se sospecha de los hermanos Anta, por lo que son denunciados ante la Guardia Civil, pero los cabos sólo se concretaran a interrogar a los sospechosos, quienes niegan el acto.

Esto no es un incidente aislado, se presentan muchos más, Antoine toma la decisión de grabar todo para tener una prueba irrefutable.

En el caso real, Martin empezó a grabar las amenazas e intentos de agresión por parte del menor de los Rodríguez, Juan Carlos, quien, con 42 años, sufría una minusvalía psíquica; difundió los vídeos por Internet y varias veces denunció a sus vecinos ante la Guardia Civil.

Algunas de estas grabaciones son visibles en el documental “Santoalla”, dirigido en 2016 por Andrew Becker y Daniel Mehrer, que muestra la vulnerabilidad de Martin y las numerosas ocasiones en que corre peligro; en una de las últimas cintas llegó a decir: “Si me matan, habrá sido Juan Carlos”.

La trama de la cinta se desarrolla una vez suscitado el conflicto por la instalación del parque eólico con 25 aerogeneradores que supondrían beneficios de 6.000 euros cada uno para ambas familias, aunque previamente hubo otra disputa, en la cual la Audiencia de Orense consideró que la familia de extranjeros tenía derecho a las ganancias de un proyecto maderero en el pinar comunal.

Hay dos conceptos de vida diferente que se tensionan y convulsan; hay un agresor que se siente ofendido por la presencia en su terruño de un par de extranjeros que han comprado una parcela para instalarse y gozar del idílico paraje, pero que en su ideario sostenible se han negado ante la generosa oferta de un consorcio.

Para Xan, ellos son unos invasores galos que deben sucumbir a sus pretensiones al igual que la fracasada campaña de Napoleón en su intento de añadir la península ibérica a su imperio; hay una xenofobia lacerante, esa animadversión al forastero, aunque Xan lo niega, pero es claro el desafecto intercultural y el pesimismo de los vecinos de esos pequeños asentamientos rurales.

La película no se ha librado de controversias en las redes sociales, hay quien critica la descripción de los habitantes de pueblos pequeños de Galicia frente a una glorificación del extranjero “culto”, lo cual debe considerarse como una discusión estéril dado que lo único que hace el filme es recrear, con la mejor fidelidad posible, el desarrollo detrás de un crimen real bastante reciente, con sujetos prácticamente idénticos; es una crónica incomoda inspirada en hechos reales sobre la insensatez, muy probablemente de ambas partes.

Se revela el enfrentamiento de posturas y personajes opuestos que dirimen sus irreconciliables diferencias en un entorno rural, aislado, pequeño y hostil; pareciera que los malos son esos dos hermanos, uno de ellos lleva más de 53 años viviendo ahí y el otro 42; pero acaso será válido su argumento de ¿cómo es posible que unos extranjeros con menos de cinco años tengan los mismos derechos que ellos en cuanto al uso y explotación de la tierra?

La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…

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