Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
El anuncio es triunfalista y se confía, entre los participantes, que no “saldrán con su domingo 7”.
Cohesión, unidad, identificación con el proyecto y consenso, son algunos de los vocablos que Alfonso Durazo Montaño -el chambitas- en su calidad de presidente del Consejo Nacional de Morena, ha utilizado estos para hablar del congreso que mañana domingo se realizará para hacer públicas las reglas que deberán seguir aquellos que suspiren y aspiren a alcanzar la candidatura de Morena para la Presidencia de la República en 2024.
Presumiblemente “todo está bajo control” porque el jefe de la banda -presidencial- atiende personalmente su sucesión. Lo ha hecho desde hace dos años. Se convirtió en el sacacorchos que abrió las botellas de los cercanos y en quienes confía para que le cuiden las espaldas durante los siguientes seis años que inician el primero de octubre de 2024.
Da por hecho que ganará su movimiento porque “los pobres son la primera línea para defender la transformación” (sic. palabras presidenciales) y por tanto definió que cuatro de sus empleados salgan a la palestra, sin restricción alguna, y “conquisten” la “voluntad del pueblo bueno”.
Sin tener documentos en las manos, porque no existen y solamente los pensamientos presidenciales que se archivan en su amplio abdomen, las expresiones externas estiman que, en la encuesta de Morena, que será comparada con 5 “espejo” que realizarán encuestadoras elegidas por los destapados, quedará cerrada entre dos suspirantes: Claudia Sheinbaum Pardo y Adán Augusto López Hernández.
Aunque los otros dos, Marcelo Ebrard Causaban y Ricardo Monreal Ávila, tienen menos posibilidades debido a que no han estado presentes en por lo menos la tercera parte del territorio nacional, lo que sí han hecho, bajo maniobras que podrían ser calificadas de ilegales por considerarse actos anticipados de campaña, los otros dos.
La incorporación de Manuel Velasco Coello y Gerardo Fernández Noroña será, según los opinadores de oropel y parte del juego “aperturista y democrático” del huésped temporal de Palacio Nacional.
A lo mejor dan la sorpresa.
Alfonso Durazo, a quien se le debe preguntar ¿a qué hora trabaja de gobernador?, señala que en la “cumbre de cumbres” que se efectuará mañana no habrá ruptura, vaya ni siquiera una pequeña grieta por la que se filtren las hormigas -¿qué tal los roedores?-, en el movimiento.
Lo garantiza.
Es probable que en la reunión de mañana, paz, tranquilidad y unidad, salgan a relucir.
El tema que romperá lo que, sin duda, es la unidad de la ficción, será el resultado de la encuesta.
A partir de ese momento y no obstante el compromiso presidencial de que quienes queden del segundo al cuarto lugar tendrá cabida en la nueva administración, ya sea en el gabinete o en alguna de las Cámaras del Congreso de la Unión, como reconoció Monreal Ávila, se trató en la cena camuflajeada como “celebración por el triunfo de la maestra Delina Gómez”.
Es decir, desde ahora están previstos los premios de consolación para quienes no alcancen el “beneplácito” y respaldo del pueblo.
Lo de mañana es solamente un paso. Cierto que el jefe de la banda -presidencial- estará observando y girando instrucciones para que nada se descarrile ni siquiera el Tren Maya, pero no hay nada escrito que confirme la decisión de ser comparsas, acompañamientos, de quién llegará en primer lugar.
La lógica política obliga a suponer que a los que se quedan fueran del podio, en donde solo hay un lugar, se les “encomendarán delicadas tareas para garantizar el triunfo”.
Diría el carente de la vista: Ya veremos… si aceptan ser subordinados del o la que gane la encuesta.
Por lo pronto, Durazo preludia un día de fiesta, aunque otros estiman que serán de amargura para aquellos y sus simpatizantes, que evalúen cómo se comportó el “respetable” que asistió al Congreso.
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