Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Como hace casi 17 años, el huésped temporal de Palacio nacional, mandó al diablo las instituciones. Ignoró olímpicamente las órdenes del Tribunal Electoral del poder Judicial de la Federación y del Instituto Nacional Electoral de respetar la veda electoral con motivo de las elecciones de mañana en el Estado de México y Coahuila.
La preguntaron en su monólogo matutino sobre el proceso electoral en ambas entidades. Y en lugar de acatar y callar, soló de su ronco pecho:
“No puedo hablar de eso, nada más decirle a la gente que somos libres, que queremos una auténtica democracia para nosotros, para nuestros hijos, para nuestros nietos y que hay condiciones inmejorables porque el gobierno no interviene en las elecciones.
“Entonces, decirle a la gente que tengan la arrogancia ese día de sentirse libres y que quien vaya a decirles ‘te doy esto’ lo manden al carajo y si tienen mucha, mucha, mucha necesidad se les tiene permitida una mentira piadosa que digas ‘sí, no te preocupes, ahí vamos a estar’ y a la hora de la hora y, ¿por qué la mentira piadosa? Porque ese dinero es del pueblo, es una migaja que le están dando de lo mucho que le pertenece”.
¿Qué tal si pudiera hablar?
Recordar es revivir las situaciones por las que atravesó el tabasqueño en 2006, luego en 2012. Su ambición por sentarse en la Silla del Águila, nunca la ocultó. Y hoy que en ella se apoltrona, siente que el poder lo buscó a él y por eso le concedió el triunfo en 2018.
Son pamplinas, más no hay forma de convencerlo. Él es el todopoderoso que puede desacatar cualquier orden, porque “es el presidente y hay que cuidar la investidura”.
En las dos pasadas elecciones en las que resultó derrotado, se dirigía a los ciudadanos diciendo lo mismo que ahora: si les ofrecen algo, acéptenlo y ya saben por quién votar. Claro, si quieren que se conserven las pensiones universales. Ahora solamente se concretó a recordar el pasado y tomar lo que les ofrezcan y reflexionar el sufragio.
Vaya, le valió lo que se le unta al queso: nada, la orden del INE y del TEPJF de guardar silencio. De callar. De no hablar de las elecciones de mañana.
No debería sorprender. Sabemos que se considera el adalid de la democracia, que ha convertido en autocracia y culminará con la dictadura. Sin embargo, desde su púlpito pide respeto para el gobierno que encabeza y es incapaz de respetar a los otros poderes de la Unión y al organismo electoral autónomo, ahora presidido por una mujer cuya actuación en dos meses, deja que desear por la falta de imparcialidad el favoritismo hacia quien se presume es su jefe.
Allá él y su inexistente conciencia. Está enterado de las limitantes legales y, sin embargo, las ignora sabedor de que nadie lo tocará. Y tiene razón… por ahora es intocable… mañana quien sabe.
Y en el tema de las remesas, el vocero Jesús Ramírez Cuevas posteó en su cuenta oficial de Twitter el siguiente mensaje: Por primera vez en la historia las remesas a México superan los 60 mil mdd en un año.
Es decir, más de un billón de revaluados pesos.
No debe ser un orgullo y, sin embargo, así lo consideran los cuatroteistas con su autor intelectual.
Si las remesas aumentan hay una razón de pesos y dólares; son más los mexicanos que abandonaron el país porque no encontraron un modo decente de trabajar y mantener a sus familias
Se van por falta de oportunidades. Por la ceguera presidencial y de sus corifeos. Por la negligencia para generar empleos vía la iniciativa privada. Porque el gobierno no crea empleos. Regala dinero.
En fin, Ramírez no es sino el empleado que defiende lo que amo hace y dice. Tiene bien aprendida la lección y no se sale del guion.
El aumento de las remesas de connacionales, debe darles vergüenza, no celebrarlo.
Es la corroboración del fracaso gubernamental, de la 4t, para generar condiciones a fin de que nadie abandone su país por falta de oportunidad. En el discurso, desde el huésped temporal de Palacio Nacional hasta el nivel inferior, claman que los migrantes que llegan por la frontera sur y quieren llegar a Estados Unidos, dejan sus países por necesidad, por pobreza, por inseguridad, por desempleo.
¿No sería la misma fórmula para los mexicanos que se van?
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