Jaime Bayly. Los genios. Galaxia Gutenberg, Madrid. 2023, 238 páginas
DAVID MARKLIMO
Hace mucho tiempo, una profesora de literatura sostuvo que toda gran novela nace del chisme. Ejemplos hay muchos: Homero y su Iliada, Flaubert y Madame Bovary, D. H. Lawrence y El amante de Lady Chatterley… Urge subrayarlo, porque el chisme, como factor narrativo, es el centro de esta novela del peruano Jaime Bayly, Los genios.
Ahora bien, la novela no aborda cualquier chisme. Se trata del mayor incidente de la literatura en el siglo XX: el famoso puñetazo que Mario Vargas Llosa propinó a Gabriel García Márquez en un cine de la Ciudad de México. Es una de las mayores leyendas de la historia literaria mundial, puesto que ambos escritores acabarían alzándose con todos los premios habidos y por haber en el panorama literario.
Dos figuras del Boom latinoamericano, que fueron amigos y después ya no lo fueron. Se ha especulado mucho, pero siempre ha llamado la atención que ninguno de sus protagonistas hablase del incidente o lo intentase explicar. ¿Qué sucedió y por qué? ¿Qué llevo a esa reacción violenta? El tema de la novela, pues, es precisamente ese.
Algo de contexto: hasta la publicación de Cien años de Soledad, Vargas Llosa era considerado el mejor escritor en la lengua castellana. Es a partir de esa novela, que García Márquez se convierte en el tótem de la literatura latinoamericana. ¿Se trató de envidia, entonces? Otra vuelta de tuerca: Vargas Llosa, al leer sobre los Buendía, decide publicar un ensayo titulado Historia de un deicidio, donde sin grandes aspavientos sostiene que Gabo es dios, que ha fulminado a todos los dioses de la literatura para erguirse en la nueva figura celestial. También está la política: hasta el caso Padilla (la detención del régimen castrista al poeta Heberto Padilla) ambos escritores apoyaban a la revolución cubana y a Fidel Castro. ¿Se trató de visiones políticas?
Mediante diálogos, Gabriel y Mario son ubicados en la época: mientras viven en Barcelona, la familia de Vargas Llosa decide regresar, por barco, a Perú. Veremos, en una especie de retroceso, que se conocieron en Caracas y que, antes, habían sido periodistas, fueron vecinos en Barcelona, que Gabriel García Márquez es nombrado padrino de uno de los hijos de Vargas Llosa, que compartieron agente literario, la famosísima editora Carmen Barcells. Es decir, la novela si partió de un proceso de investigación, donde se recogieron datos de todos aquellos que estuvieron cerca de los autores.
Pero también se sabe que es eso, una novela, que hay invención. A Bayly no le interesó descifrar el misterio del famoso pacto de silencio, sino más bien, intenta presentar las fisuras emocionales de sus renombrados personajes (por aquí aparecen los personajes del boom, Neruda, Joaquín Sabina, Pablo Picasso y demás) y el escenario de una época marcada por los ideales y las decepciones políticas. Es decir, le interesa el chisme.
Quizá sea justo decir que el libro no es parcial. Es más, se podría decir que es un homenaje a Vargas Llosa en toda regla. El texto se recrea en algunas de sus más célebres novelas: La tía Julia y el escribidor, Pantaleón y las visitadoras … hay personajes de sus obras, como ese breve homenaje a Pichula Cuellar de Los cachorros. Pero no se puede negar el homenaje a Memoria de mis putas tristes. Así Gabo, sale retratado como ya sabíamos que era: bonachón, cantante frustrado, supersticioso.
En definitiva, a poco que nos atraigan los personaje o su entorno, o por mera curiosidad, el libro bien merece al menos un vistazo.
