Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Las autopistas y carreteras federales del país se han convertido en pavimentos letales.
Antaño, la Policía Federal de Caminos, dependiente de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes -cuando cumplía con su deber y dejaba de lado la grilla política para dedicarse a la infraestructura- tenía presencia en todas las vías terrestres. Lo mismo en las carreteras de peaje que las libres e incluso hasta en los caminos vecinales.
Los integrantes de este cuerpo policial no eran, ni con mucho, ángeles o querubines. Por el contrario, parecían extraídos del averno. Porque estaban a la caza de aquellos conductores que rebasaban los límites de velocidad -por regla general es de 110 kilómetros por hora- y los detenían. Mediante la tarascada, generalmente con tres ceros y la severa reprimenda, porque lo hacía, los conductores volvían al asfalto y guardaban, cuando menos, los aires de pilotos de Fórmula 1.
Sin embargo, la Policía Federal de Caminos fue disuelta al crearse la Policía Federal que dependió desde su inicio de operaciones, a la Secretaría de Seguridad Pública, hoy muy Ciudadana. Finalmente, en este sexenio la responsabilidad se trasladó a la Guardia Nacional que, como lo que se le unta al queso, sirve para nada.
Los accidentes carreteros van en aumento y el número de víctimas crece como la espuma, sin que los elementos de la GHN hayan hecho algo para impedirlo. El viernes pasado se registró un encontronazo en Matamaulipas, cobrando, en el primer recuento, 12 fallecidos. Ayer se contabilizaron 27. No queda claro en donde viajan tantas personas. El choque fue entre un tráiler y una camioneta Van. Quizá el operador del “terror del camino” llevaba algo más que mercancías procesadas. ¿Migrantes?, aunque no se informa sobre el tema. Porque las autoridades estatales y más tarde la GN corroboraron que el tractocamión que jalaba la larga doble caja -no se ha precisado porque se incendió y quedaron solamente cenizas- no se encontraba en el lugar del accidente. Y seguramente no tenía alas para volar ni se quemó en el ardiente fuego.
Es una tragedia. Que se pierdan 27 vidas y contando no es cosa menor. ¿Dónde estaban los elementos de la GN?
Seguramente en sus cuarteles, en donde siempre se encuentran cuando hay balaceras, enfrentamientos entre presuntos criminales y ataques a las vías de comunicación.
No es novedad observar cómo los tráileres y los llamados Torton aceleran y ponen en peligro la vida de los otros autos, camionetas o hasta Ferrari que se atraviesan en sus caminos.
No hay vigilancia en las carreteras mexicanas.
Y prueba de ello, además de las tragedias que, por su constancia, ya no sorprende n lo suficiente, la ausencia de la Policía de Caminos ha permitido el trasiego de drogas, el robo de mercancías y asesinatos de inocentes que se encontraron en el lugar y hora equivocados. Hay carreteras conocidas como de “la muerte” porque después de las 16 horas quien ose circulan por ellas lo hace bajo su propio riesgo.
Porque la GN anda en otras tareas. Por cierto, las incumple con “gallardía”.
Como remate habrá que entender que los militares no están preparados para acciones encomendadas a civiles, aunque, hay que admitir, se portan y comportan cuando detienen a conductores en los retenes peor que los que integraron la Policía de Caminos.
Por cierto ¿cuánto realmente costó el departamento que adquirió el único general de 4 estrellas? Es pregunta que aclararía mucho el estado financiero del militar.
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