Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Entender que un país democrático como presuntamente lo es México, requiere de respetar su Constitución. Resulta inaceptable que uno de los TRES PODERES DE LA UNIÓN la rompa en el ánimo de concentrar la gobernanza en un solo hombre. Habrá quienes opinen que la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación gana la batalla al Ejecutivo y parte del Legislativo. No debe tomarse el DERECHO como un partido de futbol, de beisbol o una pelea del Canelo.
Si bien es cierto que el marcador quedó 9 a 2, lo que resalta y debe llenar de orgullo a los que anotaron para vencer, es que la Corte resistió los embates, las amenazas, las consignas, las agresiones, las descalificaciones, las acusaciones y salvó el honor no del Poder Judicial sino de la legalidad.
Como estaba anunciado, el Pleno de la Corte sesionó para examinar las dos primeras leyes del Plan B presidencial, una maniobra desaseada de dos poderes: Ejecutivo y la mayoría ficticia del partido oficialista en el legislativo y nueve de los ministros 2 mujeres, avalaron la anulación.
No sorprende que los 2 votos en contra hayan sido de Loretta Ortiz Half y Yasmín Esquivel Mossa. Si la causó que Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, hincado por cuatro años y 4 meses con 7 días, allá recobrado la dignidad y se sumara al proyecto del ministro Alberto Pérez Dayán.
Con esta sentencia, otras leyes reformadas por Morena y adláteres, deberán correr la misma suerte. Las acciones de ilegalidad en el proceso legislativo no dejan duda.
Como es conocido, el Ejecutivo federal pretendió reformar la Constitución para destruir el sistema electoral nacional y ante la falta de votos para lograrlo y el rechazo de las minorías que pesan tanto o más que la ficticia mayoría, optó por reformar leyes, como lo hizo al buscar que la Guardia Nacional quedara adscrita a la Secretaría de la Defensa, tema corregido al hacer valer el artículo 21 constitucional.
La sentencia de ayer es un hito en la historia mexicana. Los y las ministras que votaron por la anulación, hicieron honor a su responsabilidad. Baste leer las expresiones de las ministras Norma Leticia Piña -presidenta-, Margarita Ríos Farjart. “estoy con el sentido del proyecto”, porque “nuestro país es una democracia constitucional y uno de sus principios fundamentales es que las decisiones se tomen mediante procedimientos democráticos de tipo deliberativo”. La segunda expuso: “esta Suprema Corte está para servir a la sociedad haciendo cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanen. Como sucede con cualquier árbitro, nuestras decisiones gustarán a algunos y disgustarán a otros, celebro que eso sea posible porque da cuenta del fortalecido pluralismo de nuestra nación”.
Sucesivamente los otros 6 ministros más el ponente, expresaron las razones por las cuales avalan la anulación de las reformas a las leyes General de Comunicación Social y General de Responsabilidades Administrativas. La coincidencia es abrumadora: se comprobó que hubo claras violaciones” al proceso legislativo.
Los jefes de las bancadas de Morena en San Lázaro y el Senado, Ignacio Mier Velazco y Ricardo Monreal, permitieron que se violentara el proceso legislativo al no dar oportunidad a los legisladores de leer y analizar las iniciativas, con lo cual se violentaron los artículos 71 y 72 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Se advertía que la Corte podría invalidar las reformas y por ello, desde el púlpito presidencial y a través de la Consejería Jurídica de la Presidencia, se inició un ataque sin precedente contra la Corte y sus ministros. Sin embargo, los nueve que avalaron la nulidad de las reformas, resistieron todo tipo de presiones y mostraron que su responsabilidad está más allá de cumplir caprichos y descalificaciones.
Honor a quien honor merece.
Claro, la goleada, la paliza y la decisión casi unánime, no se la quita el huésped temporal ni con las “limpias” de los falsos brujos que se las aplican.
Aleluya, Aleluya, no se salió con la suya.
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