El Chavismo a Escena: Derrumbes, Decepciones y Frustraciones

María Elena Morán, Volver a cuándo. Editorial Siruela, Madrid, 2023.  244 páginas

DAVID MARKLIMO 

Más allá de las ideas políticas de cada uno, no cabe duda de que Hugo Chávez Frías fue un presidente controvertido, que dejó su impronta en casi cada acto que realizó. No se mentiría si se sostiene que es uno de los personajes más influyentes, tanto para lo bueno como para lo malo, de principios de siglo XXI en América Latina.

Con ello en mente, faltaba poco para que su legado fuese materia de la literatura. A grandes rasgos, la novela Volver a cuándo, de María Elena Morán, nos muestra el impacto que el chavismo ha tenido en buena parte de Venezuela. Como telón de fondo, la novela se centra en el exilio y emigración postchavista. 

La mayoría de los personajes inicialmente apoyaron la «revolución bolivariana» y vieron, luego, como esta defraudaba sus expectativas. En muchos sentidos, es una novela sobre el desencanto y lo efímero de la revolución.  En la historia, casi de forma lineal, Morán se encarga de dibujar lo que viene después de las promesas políticas, con un país sumido en el fracaso colectivo y los propios. La historia está protagonizada por Nina, una mujer abandonada por su esposo, Camilo, que tiene que emigrar a Brasil, separándose de su hija Elisa, que quedara a cargo de su madre, Graciela. En poco tiempo, Nina observará -sentirá, más bien- como el mundo que la rodea se cae a pedazos: su padre, su país y la bella revolución parecen haber muerto al mismo tiempo.

Volver a cuándo se trata de una novela contada bajo los argumentos de los cinco miembros de una familia y los conflictos que atravesó Venezuela. Sí, hay decepción colectiva, pero también cada personaje parece condenado tanto individual como íntimamente. 

¿La crisis venezolana es fruto de este fracaso personal o es algo más amplio y profundo? ¿Qué tanto nos habla esta obra de la frustración? 

La novela se da tiempo de plasmar aquellas ilusiones de la vida privada que se truncaron. Podríamos decir que la historia de Nina es el resultado de juntar el sentimiento colectivo, la vida pública y la privada, todo en una ficción de resonancias emocionales. Así, uno no puede dejar de hacerse más preguntas.  

¿Es posible darse cuenta de que, fin de lo que crees correcto para tu país, hiciste concesiones de las que luego te arrepentirás? 

En las páginas, Venezuela se nos presenta herida entre los cortes de la luz eléctrica y el agua potable de los barrios más pobres. Pero más allá, la obra tiene un claro perfil psicológico bien definido y creíble, alejado de maniqueísmos, y con voces absolutamente diferenciadas e identificables. Eso hace que los personajes adquieran una fortaleza importante, poderosa y creíble.

La trama, propiamente novelesca, está bien cerrada en sus diferentes líneas. Hay un momento, donde se duda de ello, parece que la cosa toma un rumbo determinado e incierto, pero Morán vuelve a engarzarlas y resuelve magistralmente la obra. Lo interesante, en este sentido, es el uso del silencio, aquello que los personajes han dejado de decirse, pero que el lector no puede dejar de lado. 

¿Existe aquello que no se pronuncia? ¿Cómo narrar aquello que pertenece a la más remota intimidad? 

Quizá sea el manejo del silencio lo que logra ofrecer una visión bastante completa de los efectos del derrumbe, a saber. La conjunción de lo público y lo privado crea vidas complejas y completas, con todas sus aristas y da origen al caos, como si fuese un cuadro cubista. De ese calibre es la tragedia, la carne viva en que se ha convertido nuestra región.   

La obra recibió el premio Café Gijón de Novela en 2022.

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