Más que Ucrania, el mayor temor de EEUU con Brasil es su propósito de «desdolarizarse con China»

En las últimas semanas, principalmente en discursos durante su viaje a China, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha tocado puntos sensibles para EEUU, como el intento de Brasil de mediar en el conflicto entre Rusia y Ucrania y la necesidad de desdolarizar los mercados.
Aunque la crisis ucraniana complica la campaña propagandística de Washington destinada a demonizar y aislar a Rusia, la desdolarización preocuparía más a los estadounidenses, ya que genera un gran malestar en un momento en el que está en marcha un «proceso de multipolaridad financiera», comentó a Sputnik Andrew Korybko, uno de los mayores expertos mundiales en guerra híbrida.
«China es el principal socio comercial de Brasil, y estos dos países, junto con los demás socios del BRICS, tienen un interés común en acelerar los procesos de multipolaridad financiera. (…) En vista de ello, sus planes de desdolarizarse con China pueden interpretarse como un intento de evitar preventivamente una dependencia potencialmente desproporcionada de Estados Unidos, garantizando así la autonomía estratégica de Brasil en la nueva guerra fría», apuntó.
Añadió también que «la aceleración del proceso de multipolaridad financiera amenaza directamente uno de los pilares de los que depende la hegemonía unipolar de EEUU para continuar», pero advirtió de que «no es realista esperar que Brasil abandone la desdolarización, ya que esta meta promueve sus intereses nacionales objetivos».
«Brasil seguirá desdolarizándose independientemente de quién esté en el poder y de cómo lo consiga, sobre todo porque la perspectiva del comercio desdolarizado con China es muy atractiva para el poderoso lobby agrícola brasileño. La cuestión es que, aunque los planes de cambio de régimen dirigidos por EEUU siempre seguirán siendo una amenaza de algún tipo para la mayoría de los países, puede que en este caso no sean suficientes para obtener concesiones significativas de Brasil en materia de política exterior», sostuvo Korybko.
En cuanto a la política exterior brasileña, el analista cree que Washington es consciente de que presionar demasiado a Lula en torno a sus propios intereses podría tener el efecto contrario y provocar el alejamiento de Brasil, principalmente por la «base antiimperialista del Partido de los Trabajadores [PT], que podría llevarle a reconsiderar supuestamente su red de influencia global con los demócratas estadounidenses».
Al mismo tiempo, prosiguió, si EEUU intenta utilizar sus armas preferidas (que no sean las militares) a la hora de frenar a los países, léase sanciones, podría tener grandes pérdidas, y lo mejor para el país norteamericano es aceptar «los límites de su influencia».
La Administración Biden parece estar consciente del «riesgo» señalado por el especialista, ya que, incluso con las recientes y duras críticas hechas por la Casa Blanca a Brasil, Washington anunció el 20 de abril el envío de 500 millones de dólares para el Fondo Amazonia, multiplicando por 10 su oferta hecha en febrero. El anuncio estadounidense puede interpretarse como un guiño de EEUU que intenta recuperar protagonismo entre los países suramericanos, que actualmente están muy centrados en los acuerdos con Pekín y Moscú.

«Lula podría fomentar de forma proactiva una mayor implicación de EEUU en una amplia variedad de esferas. (…) Sin embargo, al enviar señales positivas a EEUU sobre su deseo de ampliar la cooperación en estos ámbitos, Lula puede trabajar para desafiar la falsa percepción de que la creciente influencia china en Brasil supone un problema para los legítimos intereses de EEUU», analizó Korybko.

Preguntado sobre si Brasil le «debe algo» al país norteamericano por su fuerte apoyo a la democracia brasileña durante las últimas elecciones, el experto recordó que la detención de Lula —consecuencia de la operación Lava Jato— fue el resultado de la guerra híbrida de Washington contra Brasilia, con la que se pretendía «asestar un golpe mortal al PT» y traer a otro candidato que «institucionalizara posteriormente la restauración integral de la influencia estadounidense».
Sin embargo, el expresidente brasileño Jair Bolsonaro «terminó no cumpliendo lo que los estadounidenses pensaban que haría, como lo demuestra su negativa a distanciar a Brasil de China —a pesar de su retórica hostil en la campaña— y Rusia», indicó Korybko.
En conclusión, se refirió a las palabras del asesor especial de la Presidencia de la República, Celso Amorim, quien declaró que incluso la ayuda recibida en las elecciones, «no ata al presidente Lula a las posiciones estadounidenses». Sputnik
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