Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
La expresión debió causar indignación y, sin embargo, no dio nada.
El pasado miércoles, apenas conocido el proyecto del ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá que proponía invalidar el traspaso de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, el huésped temporal de Palacio Nacional, estalló y expresó que, de ocurrir lo anunciado se regresaría a los tiempos de Genaro García Luna.
Porque la propuesta era clara: al invalidar el traspaso la GN tendría que retornar a la Secretaría de Seguridad Pública Ciudadana.
Claramente había la alusión de quien está ocupando el cargo que durante el sexenio de Felipe Calderón fue de García Luna.
Ella, la servidora pública, estaba haciendo preparativos para viajar a Washington en compañía de los secretarios de la Defensa, de Marina y de Relaciones Exteriores. Su calidad de coordinadora del gabinete de seguridad, le generó ir al frente de la comitiva.
Y mantuvo el silencio. Las palabras de su jefe, parecieron no calarle.
Sin embargo, conocida la decisión de 2 ministras -Norma Leticia Piña y Margarita Ríos-Farjart- y 6 hombres, se desató la crítica en contra de los 8 y la culminación fue, por ejemplo, el tuit que publicó la diputada Andrea Chávez Treviño, vocera de la bancada de Morena y cercana colaboradora del secretario de Gobernación. Escribió: “La SCJN votó en contra de que la Guardia Nacional tenga coordinación integral con la SEDENA para proteger al pueblo de México.
“Atentan contra la seguridad e integridad de un pueblo que los desprecia: protegen delincuentes”.
Siguió la línea presidencial y expuso la integridad de la secretaria Rosa Icela Rodríguez.
No se puede entender de otra manera.
Seguramente la vocera guinda tuvo alguna indicación de su jefe en la Cámara de Diputados, Ignacio Mier Velazco, para lanzar su envenado dardo.
Habría, hipotéticamente, una razón de peso: Mier y sus colegas, Carlos Puente Salas, coordinador de los diputados del PVEM y Alberto Anaya Gutiérrez, del PT, aprobaron las reformas a leyes de las fuerzas castrenses y, entre ellas la más relevante: que la Guardia Nacional fuera adscrita a la Defensa Nacional.
En el momento mismo de conocerse la iniciativa de reformas a leyes secundarias, se advirtió que se contraponían con los preceptos Constitucionales y, nada importó.
Juntaron los votos y ¡adelante!
Las opiniones en contra no valieron. Cuando la minuta llegó al Senado de la República, con todo y discusiones con los congresistas de oposición, se aprobó y ¡adelante!
Entonces 48 senadores presentaron la acción de inconstitucionalidad. Tardo 6 meses en ser enlistada en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y finalmente ayer se discutió en el Pleno y se alcanzaron los 8 votos para declarar inconstitucional el traslado.
A partir de la sentencia, la Guardia Nacional deberá retornar a sus orígenes y ser parte de la Secretaría de Seguridad Ciudadana. Y ser un ente civil. La duda que prevalece, pero se prevé que ocurra, es que el mando quede en manos de un civil con experiencia ene el ramo. Otro general “en retiro” rompería la Ley que, por cierto, poco le importa a quien lo designa.
¿Regresarán los tiempos de García Luna?
Solamente lo sabe la titular de la dependencia. Y claro, su jefe.
Por supuesto, aguantará. Aunque a diferencia de muchos de los empleados del jefe de la banda -presidencial- en la secretaria hay más talento que lealtad… claro, hay que anteponer la lealtad a morir y a ciegas.
No deja de ser una falta de respeto, una pérdida de confianza suponer que con el regreso de la GN a la Secretaría de Seguridad Ciudadana resucitarán las acciones emprendidas y llevadas a cabo por Genaro García Luna.
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