¿Habrá un Legado de López Obrador a México?

 ALFREDO MEJÍA MONTOYA

El tiempo irremediablemente pasa, simplemente pasa sin sentirlo, para uno más rápido que para otro, y lo que pudo haberse realizado o no se ejecutó, ya no habrá más tiempo para ello y cuando no se realizan los proyectos o planes de gobierno, es un fracaso

 

Qué es lo que López Obrador dejará como legado al país. O qué hará para que quede algo, cuando ya no hay más tiempo para ejecutarlo. Pretendió cambiar el sistema de salud y no lo logró, al contrario, lo destrozo en un afán de encontrar corrupción que nunca buscó, solo fueron palabrerías de campaña, y a quienes deseaba ayudar, fueron los más perjudicados, … sus pobres (sin los cuales, nunca hubiera llegado al poder). Aunado a ello lo sorprende sin desearlo la Pandemia del Covid-19, y evidencio más al gobierno federal justamente con López Obrador al frente, y que no supo operar. Iniciaban sus fracasos más sonados.

 

Ahora, a 17 meses del término de su mandato, busca notoriedad en los hechos que realiza, que lo levanten como jefe de estado, pese a que ya es muy tarde. Y se la pasa buscando contrarios en el frente, cuando su único y más grande enemigo, es él mismo y sus anquilosadas ideas de pretender gobernar, qué bueno que se le acaba el tiempo, dirían los más escépticos, qué malo que se le acaba el tiempo, dirían los optimistas.

 

Meses después, su desesperación es mayúscula, ya que los reflectores no le llegan como al principio, he ahí de todos los temas que retoma en las matinales de palacio, pero solo es eso, temas, que no se resuelven en ningún momento, en realidad no son los cambios que del INE desea para su provecho, ni los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que le suspenden toda posible reforma al Instituto Nacional Electoral (INE) no porque no procedan, sino porque no es la vía idónea por como lo quiere hacer, la supina ignorancia del estado de derecho aflora en López Obrador y en todo su equipo asesor jurídico, que denotan un gran desconocimiento en la preparación de los entuertos que envían al Congreso de la Unión para su estudio, análisis y aprobación, cuestión donde no hacen cambios por temor a las reprimendas de López, así como tampoco a los empresarios, a la iglesia o cultos de toda índole, a los grandes y pequeños sindicatos, tampoco a la sociedad civil, a los medios de comunicación o la oposición. López Obrador le tiene pánico al Ejército y a Estados Unidos como factores que pudieran arrollar su “transformación” y la continuidad de la 4T.

 

Lamentablemente, los miedos de Obrador no se quedaron en el escritorio y en su mente, hay un caldo de cultivo en la imaginación del presidente. De inmediato, se inspiraron dos estrategias que son parte central del legado de este gobierno y que se polarizaron y transformaron en políticas públicas: la militarización y concesiones sin precedentes a Estados Unidos.


Hubieran sido acertadas políticas públicas para el proyecto político de López Obrador, sin embargo peligrosamente dañinas para él mismo y para el país, a meses de culminar su administración, no gobernar que es diferente, se encienden los focos rojos del cansancio, hartazgo y agotamiento en diversos frentes y sobre todos los frentes señalados. En buena parte por su perniciosa estrategia en seguridad pública y federal, con su lema ‘abrazos, no balazos’ evidenciando una potente y numérica participación del crimen organizado en sus políticas públicas, sobre todo en cada una de las elecciones que se han llevado a cabo y seguramente lo será en las venideras.


Toda esa actividad genera acciones vinculadas al poder absoluto, dogmáticamente se usa como excusa para liberar a la nación y su población, creando enemigos que solo existen en su mente. Para legitimar su poder, no precisamente para gobernar, crea fantasmas que sirven de plataforma política para llegar al poder, a los enemigos les denomina conservadores, neoliberales, clasemedieros, periodistas, los aspiracionistas, los fifís, y toma por asalto palacio nacional Lo hizo su bunker, su guarida, su fortaleza, desde donde todas las mañanas arremete contra sus enemigos imaginarios y los que va inventado día con día a fin de distraer al pueblo de los verdaderos problemas que le aquejan al país y olvidarse de las políticas públicas que le proporcionen bienestar a los ciudadanos, tarea ineludible del mandato presidencial. La cuasi política pública de López Obrador al entregar dinero público a una parte de la población, no genera bienestar propiamente dicho, el etiquetar a toda acción de gobierno con el término bienestar tampoco. ya que no persigue otorgar una mejor calidad de vida, por lo que adjetivos cómo el de gas bienestar, banco del bienestar, pensión del bienestar, tarjeta del bienestar, línea del bienestar, etc., no generan bienestar, ya casi estamos en presencia del Cartel del Bienestar al estilo de Robín Hood, que le quita a los que tienen para darlo a los que carecen, en una injustificada redistribución de la riqueza.


Actualmente parece que hay dos países, uno con gobierno y el otro sin él; uno que desdeña al inversionista y otro que no desea invertir; uno que actúa fuera del estado de derecho y otro que exige que éste se respete; uno que todos los días gasta millones de pesos en una conferencia de prensa matinal donde se ataca a la otra mitad, y otro que desea que el dinero público se gaste en las necesidades primarias que un gobierno debe procurar a la población, … como servicios eficientes, de salud, en seguridad de sus bienes y su persona, de empleos y su bienestar. 

 

La falta de preparación para gobernar de algunos políticos contemporáneos hace que la política muestre su verdadera capacidad para hacerlo, exponiendo su carencia, y ello causa implosión en tendencias autócratas y sobre todo contra el estado de derecho, esa perspectiva deja severas dudas respecto de la legalidad y legitimidad del gobierno actual que comanda el presidente Andrés Manuel López Obrador

 Su gran temor al ejército y a las acciones tendientes a manifestar un gran descontento popular, empresarial, de padres de niños con cáncer, de medios de comunicación, de feministas y de ciudadanos, y con ello, teme a un golpe de estado, pero no el golpe de estado tradicional, vinculado a una intervención militar, sangrienta y violenta, no, aunque López Obrador tiene a su GN y al Ejército de su lado con múltiples canonjías con cargo al presupuesto fiscal y en la historia del México contemporáneo libre y promisorio es imposible. Mismo que sería condenado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y por gran parte de la comunidad internacional.

 

Es así, que el dogma crea figuras novedosas, términos jurídicos, conceptos o adjetivos acordes a la nueva normalidad, y nos referimos al golpe de estado democrático, que la sola expresión denota contradicción en su más pura concepción, pero no, … es como cuando un grupo inicia un régimen autoritario con el pretexto de liberar al país de los conservadores y neoliberales, de la corrupción y de la impunidad y el mismo se genera contrapesos que afectan el buen funcionamiento del gobierno; o cuando los militares terminan con una dictadura e inician un proceso de convocar a elecciones y consolidar así una vibrante y esperanzadora democracia, sin tomar ellos el poder, son claros ejemplos de un golpe de estado democrático.


Golpe de Estado Democrático. En la revolución, la gente no cuenta con el apoyo del ejército. Siempre hay una oposición popular, cuando los militares dan el golpe y supervisan la transición democrática mediante elecciones, sin tomar el poder. Ozan Varol

 

Sus temores son fundados, precisamente porque sabe que no ha cumplido como el presidente que tenía en su mente durante su campaña, la ciudadanía aceptara de nuevo otro régimen parecido o semejante a este, o aún peor, dependiendo de la corcholata que elija para suplirlo, siendo así que peligroso futuro le espera a México.

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