Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Salirse con la suya no importa el método. Se trata de “agandallar” la presidencia del INE con una o un personaje dócil, que “entienda” cuál será su función y que “defienda” a capa y espada lis “triunfos” de todos y cada uno de los candidatos de Morena para las elecciones de este 2023 y el cúmulo que se registrará en el 24, cuando sean concurrentes Presidencia de la República, 9 estados y centenares de municipios, así como congresos locales.
Ignacio Mier, el siempre dispuesto a satisfacer los caprichos del jefe de la banda -presidencial- desveló la forma en que terminará la designación de los cuatro nuevos consejeros que habrán de ocupar los cómodos asientos en el Consejo General del organismo a partir del 4 de abril.
Solamente faltan 8 días para su asunción y en la Cámara de Diputados no se advierte que se logre el consenso para alcanzar la mayoría calificada, requerida para la elección de quienes conformarán el pleno de los 11 adalides de la democracia, la imparcialidad, la autonomía y la libertad.
De llegar a la tómbola o la insaculación, no se garantiza que sea una mujer la que presida el consejo general del INE. Si la suerte está en juego y no hay mano negra, puede resultar cualquiera. Las apuestas se cruzan y hay quienes estiman que será Bertha Alcalde Luján, la que encabeza el organismo por los próximos nueves años.
Sin embargo, del lado de los hombres hay cinco aspirantes y todos de color guinda.
Hace meses, en el semanario Misión Política, publicamos que con el relevo de 4 consejeros y de 2 magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el gobierno federal, léase Andrés Manuel López, tendrá el control de los órganos electorales con o sin reforma electoral.
Probablemente nos equivocamos porque quienes ingresaron al INE en 2021, 3 consejeros -dos mujeres- no han sido tan dóciles como se esperaba. Digamos que actuaron como lo hacen 3 de los cuatro ministros -una mujer y un hombre- no han accedido a incumplir su responsabilidad. Margarita Ríos Farjat y Juan Luis González Alcántara Carrancá, no se distinguen por “obedecer órdenes” del vecino que habita en Palacio Nacional.
Como quiera que fuere, lo cierto es que a partir del 4 de abril las decisiones que se tomen en el Consejo General del INE no serán para beneficiar y fortalecer la democracia. La instrucción es precisa: Morena no pierde ni yendo a Bailar a Chalma.
Habrá que tomar en cuenta la nueva amenaza presidencial: si el Plan B no pasa, ya tiene un Plan C.
¿En qué consistiría? Es un “secreto de estado”.
Sin entrar al fondo del asunto, si el presidente adelanta la existencia de otro plan, implícitamente acepta que el B como la reforma constitucional, será sepultado.
Sin embargo, de existir el C y después el D y así hasta llegar a la Z, seguramente estará conformado por nuevas triquiñuelas que violen la Constitución o los derechos humanos de los ciudadanos que desean y lo hace, acudir a las urnas para depositar su voto.
A nadie queda claro cómo ganarán las batallas que librarán jurídicamente el Ejecutivo y el Legislativo. Si existen quienes conocen de la aplicación de las leyes en base a la Constitución son los y las ministras de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
En términos generales, aunque existen las excepciones-, los integrantes de la Corte no actúan por consigna. Lo hacen fundamentando sus sentencias en la interpretación correcta de la legalidad. La ley es la ley y no necesariamente tiene que ser justa para quienes resultan afectados o beneficiados.
Por lo pronto, Mona Bell, la cantante chilena que radicó en México por décadas, se ha vuelto a poner de moda. ¿Quién no recuerda su interpretación que iniciaba pareces una tómbola, tómbola, tómbola…?
La pregunta seria y sin jiribilla política de ningún color es: ¿habrá mano negra o se llevará el cargo principal en el INE el que tenga mejor suerte?
Ahí se la dejó y usted saque sus propias conclusiones.
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