Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Para nadie es novedad saber que el huésped de Palacio Nacional tiene muy arraigada la costumbre de mentir.
Denigrar es otro fuerte.
Y por supuesto, acusar sin pruebas.
Las tras acciones las comete en sus monólogos mañaneros, utilizando recursos públicos. Pero eso no importa.
Con comparsas que reciben el pago por aplaudir los monólogos y cuando se le presentan actores profesionales y lo sacan de su hábitat de confort, se irrita e inicia con sus regaños, sus agresiones, sus ofensas que, en muchas ocasiones, van más allá de su responsabilidad como principal responsable de la conducción del país.
Tiene la manía de desmentir todo lo que afecta su, sí, su personal proyecto y vocifera contra sus adversarios -sinónimo de enemigos- a los que nunca les ofrece el derecho de réplica que, él, como usufructuario del escenario, sí lo exige bajo el argumento de “no me puedo callar ante la mentira” o bien “no me voy a cruzar de brazos”.
Sin embargo, cuando tiene enfrente a un personaje que le saca en estatura política lo que no diría jamás Napoleón, responde igual que con los petizos y espera que allá, a quien ofende, se quede callado y con los brazos cruzados.
Durante su campaña y ya como presidente, clamó su experiencia como barrendero. Decía y dice, que las escaleras se barren de arriba hacia abajo… seguramente lo hizo en sus juventudes y se le quedó el vicio: ocultar la basura debajo de la alfombra.
Ahora se lo dicen desde el Departamento de Estado de la Unión Americana:
«Nosotros nunca hemos sugerido que no tengamos nuestros propios retos internos… pero Estados Unidos no intenta esconderlos debajo de la alfombra».
¡Qué poética respuesta!
Los diferentes cristales con que se miran los problemas de México en Estados Unidos, están relatados en el Informe anual de derechos humanos en el mundo que, durante dos décadas, ha publicado el Departamento de Estado y en cuya edición de 2022 hay severos señalamientos respecto de las acciones cometidas en nuestro país y que no favorecen la calificación del que, el señor López, estima se basa en su concepto de “Gobierno del mundo”.
La mañana de este martes, en el monólogo matutino, expresó no estar de acuerdo con lo publicado en el reporte y acusó: son unos «mentirosos» y seleccionó el caso del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, buscado en Estados Unidos por revelar información confidencial.
¿Qué tiene qué ver la gimnasia con la magnesia?
Por supuesto, no abordó lo que ha dado a conocer Guacamaya Leas, que ha exhibido sus enfermedades personales, las riquezas de sus hijos, la relación de servidores públicos de su gobierno con integrantes del crimen organizado y el narcotráfico; las corruptelas que hay entre funcionarios federales y el desmedido apoyo al Ejército y no tanto a la Marina. De eso no habló nada.
Suponía que sus agresiones y descalificaciones al Departamento de Estado y por consecuencia a su titular, Antony Blinken, quedarían como aquellas que pronuncia el iluminado y nadie osaría responder.
¡Se equivoco!
«La participación de miembros de la Policía, del Ejército y de otras instituciones en serios actos de corrupción y en asesinatos arbitrarios suponen un reto para México y por eso aparece en el informe», fue parte de lo que respondió a los señalamientos del mexicano, el viceportavoz del Departamento de Estado, Vedant Patel, durante una conferencia.
La respuesta seguramente tendrá su copia esta mañana. Porque el gancho al hígado que le proporcionó un viceportavoz, ni siquiera el vocero oficial, el de más rango, el Jesús Ramírez Cuevas, debe seguir doliendo.
Haberse quedado sin aire, encorvado y cayendo de bruces, no debe ser fácil para el egomaníaco huésped temporal de Palacio Nacional. Veremos si tiene la capacidad de recuperarse en tan solo 20 horas.
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