La Oposición Ciudadana, Muestra su Inconformidad el F26

 

ALFREDO MEJÍA MONTOYA

 

La confrontación declarada por parte de López Obrador contra la Oposición Civilmente Organizada ha demostrado el divisionismo que él mismo ha creado a través de toda su administración. Divisionismo que es realmente lo único que sabe hacer. Los ciudadanos consideraron prudente esperar un buen tiempo, largo tiempo, para ver si hubiese un cambio de timón en el rumbo de la dirección hacia donde dirige a la nación. La espera fue infructuosa y estéril. Nunca hubo un cambio y sí ataques más fuertes en contra de la oposición civil organizada.

 

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha mostrado su parte mas débil, su sensibilidad mas próxima al fracaso, que le acecha cada vez más. El partido oficialista es cada vez más arrastrado a la incapacidad de alinear una estrategia que haga que el gobierno propiamente dicho le muestre el camino, cuestión que como están las cosas, se ve severamente difícil e intrincado: primero porque López nunca aceptará que se equivocó de estrategia y; segundo por su ostensible y marcado autoritarismo que ha mostrado a través de su gobierno.

 

Así, imposible dar un cambio en Beneficio de la población, precisamente porque solo piensa en él, no se ha dado cuenta de que está por terminar su mandato y esa sociedad que se pronunció el F26, le ha demostrado que la unidad es un valor democrático que no tienen los partidos políticos.

 

Mientras, los candidatos, corcholatas, elegidos o propuestos por el inquilino de palacio para sucederlo, se han quedado impávidos ante esa fuerza política intrínseca de cada ciudadano que dirige su embate a la inconformidad que tienen por el mal gobierno y pésima administración de los fondos públicos y nulas políticas públicas que proporcionen bienestar a la población.

 

Qué está sucediendo en México para que la ciudadanía haya mostrado su gran poder de convocatoria y su brazo político, precisamente porque a nombre de la Democracia, a López se le ocurren ciertas cosas en la política, y que también repercuten en la economía, seguridad, salud, cultura, deporte, esto es, en todas esas actividades ocurren hechos sui generis que el gobierno federal a cargo de López Obrador, considera una forma democrática de gobernar, administrar o dirigir, aunque sea mediante ocurrencias.

 

En nuestro país, la representatividad es una forma de gobierno, llámese como se llame el sistema o régimen, existen democracias parlamentarias y presidenciales, democracias de carácter federal o unitario, las que utilizan un escrutinio proporcional, las que utilizan un sistema mayoritario, democracias que también son monarquías y así sucesivamente habrá nuevas formas en el futuro, pero en todos se deberá considerar de facto y de iure la participación ciudadana, y las acciones que realice el gobierno, deberán ser para cumplir con los principales valores históricos para una sociedad democrática, que incluya valores como la igualdad, la libertad, la justicia y la solidaridad . . . y que de acuerdo a la dinámica social se implementan nuevos conceptos o elementos como la gobernabilidad, la ética, la libertad de expresión, la autonomía de las instituciones, transparencia, la participación y la representatividad, respeto por los derechos humanos y el principio de celebrar elecciones periódicas y genuinas mediante el sufragio universal.

 

Lo mínimo que se puede pedir al Mandatario Federal es que se comporte congruentemente conforme a esos valores. De lo contrario, será cómplice de traición a la patria, traición a la constitución y traición al quehacer democrático.

 

México no es la excepción de ir evolucionando en su vida democrática. Han transcurrido más de 200 años de lucha democrática creándose instituciones desde entonces, podemos decir que hace 110 años con Francisco I Madero se institucionaliza la forma democrática que actualmente nos rige con el postulado sufragio efectivo, no reelección, así desde entonces después del porfiriato nuestro país sin ninguna experiencia democrática en 1911, se elige un Gobierno de manera libre a través de un voto universal, que duró dos años, al ser víctima de un golpe de estado. Antes y después, México tiene historias trágicas y lamentables de pena y vergüenza, de traición, de golpes de Estado, luchas fraternas, y hasta crímenes de candidatos presidenciales, compra de votos vía programas sociales, que en nombre de la democracia se han ejecutado o ejecutan para llegar al “poder” o perpetrarse en el mismo, síntoma elocuente de la calidad del gobierno.

 

Poderes denominados como la dictadura perfecta con el PRI; el viraje a la derecha con el PAN, el nuevo PRI y actualmente el giro a una izquierda socialistoide con MORENA integrada principalmente por políticos provenientes del Partido Revolucionario Institucional (PRI) como verdaderos emisarios del pasado, y el PRI sigue gobernando el país con los colores de Morena.

 

Sin hacer menos o más a las diferentes ideologías partidistas, el discurso político actual tiene sus raíces en los antiguos sofistas, hablar para convencer, en donde todo es relativo, no hay verdades absolutas, más bien mentiras totales. La persona que se dedica a la política tiene un solo objetivo, el poder, y no hay nada que lo desvíe de ello. Eso devino en México en la anterior administración, que ante la pésima actuación del PRI, los votos de castigo, se acomodaron en las promesas de un falso mesías que prometió mejorar las condiciones del país y del pueblo, cuestión que después de más de cuatro años de “gobierno y administración” las situación está peor que antes, y una parte del pueblo dice y con razón, ahora estamos peor, que cuando estábamos peor, sobre todo en la política, en economía, en seguridad, en salud, en cultura, y eso fue el detonador de la Marcha del F26.

 

Este sistema tan erosionado ha ocasionado que los gobernantes, en lugar de buscar el bien común, sostengan una fuerte lucha por mantener el poder. La sociedad, el pueblo o la entidad que debería salir beneficiado con la acción de gobernar es lo que menos les importa. Eso, eso es lo que está sucediendo en México a nombre de la democracia.

 

La democracia es aceptada como una buena forma de gobierno, como el mejor sistema para tomar decisiones colectivas, tanto en las organizaciones estatales como sociales y privadas. Sin embargo, contra lo que muchas veces la aceptación de la democracia no ha sido unánime, y en muchas organizaciones y países, existen grupos y personas que se oponen a la misma, sosteniendo que existen mejores formas en la toma de decisiones y gobernar. El tiempo le dará la razón a quien realmente la tenga, y AMLO no creemos que no la tiene.

a2m8m@yahoo.com.mx freedomm

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