Campañas Proselitistas Desactualizadas

Por Argentum

Un dato que tiene más certidumbre que las encuestas, es el ánimo que despierta el aspirante o candidato cuando está frente a los convocados. Hay que observar lo siguiente para saber de antemano si contará o no con el apoyo de los electores.

Cuando los espacios donde se reúnen los candidatos con los convocados se llenan, sin que hayan sido transportados ni se les haya prometido dádiva alguna, que hayan acudido por sus propios medios, y si esto se repite en diversas ocasiones, el resultado electoral será favorable para el candidato. Sin lugar a dudas, resultará electo para el cargo por el que compita.

No favorece en nada en campaña llenar los auditorios con empleados de los gobiernos municipales o estatales. Al contrario, en los empleados se genera cierta irritación por no haber acudido por voluntad propia sino por obligación o, inclusive, bajo amenazas de despido o sanción.

Estudios serios indican que entre mayor sea una concentración de personas en los mítines de los candidatos, mayores son las posibilidades que se produzca un efecto contrario.

Las grandes concentraciones requieren una logística para llevar a todas esas personas al lugar asignado. Pero los descuidos de los organizadores, regularmente por inexperiencia, provocan serias molestias en los asistentes que reaccionan con fuertes críticas a los candidatos.

A los simpatizantes, sin que exista algún motivo válido, se les cita con horas de anticipación en el lugar donde se desarrollará el evento. La espera provoca desconcierto en los asistentes. El interés por apoyar al candidato, se reduce ostensiblemente. A esto se suman otros inconvenientes. 

La falta de agua para tomar, principalmente en los lugares cálidos, y la imposibilidad de conseguirla en las cercanías, genera inquietud. Lo mismo sucede con los alimentos que resultan insuficientes o están descompuestos, por haber utilizado productos ya caducados. La eterna historia de las tortas con el jamón verdoso. El problema se agudiza cuando los asistentes tienen que permanecer parados y, si no hay baños o letrinas portátiles, peor aún.

Los políticos no han aprendido que entre más gente haya en sus eventos, menos compromiso electoral existe de los votantes hacia los designados. Los discursos extensos no son asimilados por quienes los escuchan. No entienden muchas de las frases que se vierten en el mensaje. La gente no entiende el significado porque en muchas ocasiones tienen un alto grado de subjetividad.

Cuando los mítines concluyen, los organizadores se desentienden del regreso de la gente. Cada quien se las arregla como puede. Es recurrente que se les pierda el autobús en el que llegaron y no pueden subirse a otro porque cada uno tiene el destino determinado.

Otro aspecto que los partidos no han evolucionado, es en el rubro de la propaganda. Creen que las bardas es la mejor publicidad en una campaña. Lo que se pinte en las bardas no cumple con las exigencias de la estética. A la gente le gusta lo estético. Lo que se pinta en las bardas se lee, pero no se admira. Otra cosa es cuando se anuncian los eventos con grupos o cantantes de cualquier tipo de música.

Tienen más éxito las fotos llamadas de estudio que se colocan en lugares de mucho tráfico de personas en las plazas comerciales, restaurantes o mercados; por ejemplo.

Los partidos políticos se empecinan en postular a personas íntimamente vinculadas a los dirigentes de esos institutos. Si nombraran como candidatos a personas con buena fama de la sociedad civil, sin importar que no militen en algún partido; tendrían más posibilidades de resultar triunfantes en los procesos electorales.

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