SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS
El día en que se escriben las presentes líneas, los diarios de circulación nacional dan cuenta de la suspensión de actividades de la línea aérea AEROMAR. Igual a lo sucedido no poco ha con la línea INTERJET y años más atrás con MEXICANA DE AVIACIÓN, el común denominador ha sido empresas quebradas y en el extremo opuesto, los dueños de éstas con apellidos familiares como Katz, Alemán y Azcarraga-Andrade, en el autoexilio primermundista para evitar la mano de la justicia y viviendo como auténticos pachás con el dinero que pudieron sacar del país o que se reproduce diariamente en el caso del Grupo Posadas. En estos tres casos que involucran a líneas aéreas, pero desafortunadamente en una cauda de empresas mexicanas, se reproduce la terrible realidad del adagio que subraya: empresarios ricos y empresas pobres.
Dueños de empresas que usan relojes millonarios, y sanitarios para el personal en peores condiciones que los asignados a las trabajadoras de servicio en la casa del patrón. Semejante realidad define al subdesarrollo, muestra el clasismo hispanoamericano y retrata muy bien a personajes que no son propiamente empresarios/modernos, sino señores típicos del Antiguo Régimen, estudiados muy bien por los historiadores ingleses, de Francia y del proceso descolonizador en América Latina.
Y es la misma historia, porque en los casos arriba señalados, las autoridades aeroportuarias, los prestadores de servicios a las líneas aéreas, el Sistema de Administración Tributaria del gobierno federal, dejaron o voltearon sus ojos para otro lado, frente al PROGRESIVO ENDEUDAMIENTO y mala administración en las tres compañías aéreas; los sindicatos de pilotos, azafatas, mecánicos y anexas siempre denunciaron públicamente los errores administrativos, el robo franco y constante que tales dueños estaban realizando contra los intereses de los trabajadores, de los clientes, del fisco local y federal. ¡¡El día 14 de febrero todavía AEROMAR seguía vendiendo boletos!! ¿No hay autoridad que vigile y evite semejantes malas prácticas, por decirlo de forma civilizada?
En otros temas que se repiten. El gobierno actual acaba de imponer la orden del Águila Azteca a Díaz-Canel, presidente de Cuba. Unos aplaudieron y otros se rasgaron las vestiduras, éstos últimos señalaron con razón que el gobierno de la isla es una dictadura, que limita diversos derechos humanos como la libertad de expresión, pero olvidaron o no quisieron ver, que durante décadas atrás los gobiernos emanados del PRI y del PAN otorgaron la misma condecoración a personajes realmente siniestros e impresentables. Ello no quiere decir que como los otros lo hicieron, el gobierno de la 4T puede seguir los mismos pasos; coincido que en el mundo contemporáneo existen bastantes individuos que en la esfera pública y privada han llevado a cabo acciones dignas de recibir la misma condecoración por parte del gobierno mexicano, pero ayer como hoy se impuso el mal concebido pragmatismo político en las relaciones exteriores de la república.
Pero el caso de la condecoración es cosa menuda, frente a otro perenne elemento del pasado que se sigue haciendo presente en la realidad latinoamericana: la tendencia histórica a reproducir caudillismos que devienen en dictaduras. Actualmente, el más sonado es del otrora guerrillero Daniel Ortega hoy sempiterno presidente de Nicaragua; los de mi generación nos podemos acordar de las imágenes del asalto al bunker-presidencial de los monstruosos Somozas. Años después Ortega se convirtió en presidente, luego perdió una elección presidencial y democráticamente entregó el poder a Chamorro y los suyos; éstos, como buena élite latinoamericana, no aprendieron nada de las consecuencias de la revolución sandinista y se encerraron en sus privilegios, apoyados por el ambiente neoliberal dirigido desde Washington. Regresó Ortega y ha actuado como la mayoría de los líderes latinoamericanos que encabezaron revoluciones exitosas, se creen insustituibles; debo decir que Benito Juárez falleció en 1872 debido a un ataque cardiaco, lo contrario lo hubiera llevado a eternizarse en el poder hasta el siguiente cuartelazo exitoso.
Cuando se estaba dividiendo la Gran Colombia y debido a la experiencia de los caudillos latinoamericanos que se encumbran en el poder llevó a Simón Bolívar a expresar amargamente: “he arado en el mar”. Tal frase ha servido a los estudiosos de América Latina y de sus procesos políticos, para subrayar que en los siglos XIX-XXI las sociedades hispanoamericanas y los políticos que en ellas pululan siguen teniendo las mismas aspiraciones caudillescas, porque las instituciones nacionales no tienen suficiente fuerza, porque los pueblos siguen creyendo en el papel salvador de sus dirigentes, porque así ha convenido a las potencias en poco más de dos siglos (sucesivamente los intereses de España, Inglaterra, Francia, Estados Unidos, la Unión Soviética, el neoliberalismo globalizador, China). La democracia es por definición frágil porque para ser incluyente debe mediar entre diversas posturas; la democracia en Latinoamérica es igualmente frágil por lo señalado arriba y porque hoy la intolerancia de las partes está generando integrismos políticos que son nuevos en su lenguaje y visión del mundo. Tienen vigencia, porque el subcontinente en su ámbito social sigue teniendo usos coloniales que reproducen las diferencias más profundas de desigualdad económica en el mundo: una pequeña élite muy rica y una mayoría depauperada.