* Sin Paralelo la Obsesión Presidencial en Contra del Instituto Nacional Electoral
*Cuando se han Realizado Reformas Electorales lo Esencial ha Sido el Consenso
*Trascendente: Árbitros y Reglas que Inspiren Confianza, Generan Armonía y paz Social
*Actitud Irrespetuosa e Injerencista del Titular del Poder Ejecutivo
*El que Decía Defender la Democracia se Extravió ya en el Poder; Olvidó o nos Engañó
*Ha Surgido el Gran Dictador que sin Rubor Rompe la Legalidad, Viola la Constitución y la Ética
*La Reacción Social Eficaz Remedio Para Defender la Democracia y Nuestro Voto
ALEJANDRO ZAPATA PEROGORDO
Dadas las circunstancias, los datos objetivos que arroja el comportamiento de la cuarta transformación consiste en la molestia que le ocasiona la permanencia del Instituto Nacional Electoral. Este órgano constitucional que goza de autonomía, producto de históricas batallas cívicas para perfeccionar nuestra democracia, se ha convertido en un punto de inflexión para la administración en turno, la obsesión por su desmantelamiento no tiene paralelo en la vida nacional.
La democracia en México como en muchas otras latitudes a nivel global, es una herramienta de gran utilidad para elevar la calidad de vida de los gobernados, que comienza en los procesos electorales, de ahí que resulta de enorme trascendencia contar con árbitros y reglas que inspiren confianza, generan armonía y paz social.
Cada vez que se han llevado a cabo reformas para el perfeccionamiento de esa materia, uno de los criterios esenciales es el consenso, amén de respetar los tiempos para evitar prisas y albazos, pues tratándose de un rubro fundamental es necesario escuchar a las fuerzas políticas y a quienes tienen bajo su responsabilidad la encomienda e inclusive a voces calificadas por su experiencia.
Sin embargo, restarle facultades a la institución; cambiar las reglas del juego a conveniencia; quitarle los recursos económicos necesarios para que cumpla su función y; a la vez, desacreditar sin fundamento ni pruebas a los que fungen como titulares del órgano, implica una perversa intención para controlar los procesos electorales.
Lo que en el fondo es motivo de inconformidad y le desagrada al Presidente, son las limitaciones constitucionales en el ejercicio de su encargo, mismas que han sido incorporadas al texto de la Carta Magna, precisamente por los excesos y abusos de algunos gobernantes, sin excluir al actual, que pretende por todos los medios someter a su capricho al órgano electoral, como lo hace con otros.
La acción es por demás peligrosa al poner en riesgo la democracia en el país, es una actitud irrespetuosa e injerencista del titular del Poder Ejecutivo, simplemente un afán de sustituir al árbitro electoral sin justificación alguna, aspecto que evidencia una clara intención de favorecer a sus corcholatas a las que ya trae recorriendo el país en plena campaña, de donde se desprende parcialidad y desequilibrios.
Quien pugnaba por los valores cívicos y defendía la democracia, simplemente se extravió ahora que está en el poder, se le olvidó o nos engañó en relación con el motivo de su lucha, ha ido en contra de todos sus postulados, incluyendo el de primero los pobres de quienes se ha olvidado, las cifras sobre la marginación no mienten.
Como Presidente ha surgido el gran dictador que ocultó en campaña, salió a relucir su verdadera personalidad y, vaya que es atrevido, sin ningún rubor rompe con la legalidad, viola la Constitución y la ética.
La idea de asegurar su continuidad a través de alguna de sus corcholatas pasa por el desmantelamiento del INE, sin embargo, la reacción social resulta ser un eficaz remedio para defender la democracia y nuestro voto.