Un Corazón que Desde Guanajuato “Late” Para Toda la República

 

*Un día, Informaron a Don Beto, que era el Creador del Corazón de México

*Y Desde San Miguel Allende, Esos Corazones se han ido a Todo el Mundo

*El También Inventó las “Casquillas” que Utiliza Para las “Bubis” de las Sirenas

SUSANA VEGA LÓPEZ,

Enviada

SAN MIGUEL DE ALLENDE, Gto.- Esta ciudad cosmopolita, por mucho tiempo, tenía una frase que la identificaba: “La Puerta de México”; pero atinadamente el Consejo Turístico de San Miguel de Allende adoptó un eslogan para distinguir a esta localidad que poco a poco va ganando reconocimientos y que ahora se le conoce como “El Corazón de México”, eslogan que adoptó como logotipo un corazón de metal que lo identifica.

Sin embargo, pocos saben quién es el creador de estos corazones artesanales pues se quedó en el anonimato no obstante que le da identidad a los sanmiguelenses.

Es Don Beto Domínguez Yáñez el creador de esta artesanía que ya ha dado la vuelta al mundo, comenta a Misión Política en entrevista realizada en su local ubicado en el Mercado de Artesanías.

Afirma que se inspiró en el Sagrado Corazón de Jesús; una devoción católica que hace alusión al corazón de Jesucristo, símbolo del amor divino; una imagen que compró el 17 de junio de 1973, “rayé la fecha con un clavito, tenía unos 13 años y en ella me inspiré, hace 26 años”, refiere.

Vestido de mezclilla y sudadera obscura, don Beto no deja de trabajar, de revisar su trabajo para que quede a la perfección, pues es lo que lo distingue de todos los artesanos de la Plaza del Corazón.

Recuerda que cierto día, el Consejo Turístico compró un corazón. “Me tocó suerte porque no había mucho de dónde escoger y les gustó el mío”, comenta y afirma no recordar muy bien la fecha pero que fue hace como 15 o 16 años “que compraron mi corazón y ahora forma parte del emblema”.

Cuando se enteró que era su corazón el que identificaba a San Miguel de Allende, se dirigió a la oficina del Consejo para decirles que él, Don Beto, era el creador del Corazón de México.

“Ese corazón que tienen ustedes como logotipo yo lo cree”, afirmó con determinación. Enseguida señala: “El señor se puso un poco nervioso y me pidió que lo disculpara, que no fue la intención robar la idea. Incluso me dijo que le dejara mis datos para hacerle un reconocimiento grande”.

Pero Don Beto no quería reconocimientos, no era su intención que le dieran algún documento que lo identificara como el creador.

“No señor, no se preocupe, no quiero reconocimientos porque de eso no come uno, mejor, qué le parece si me da trabajo”, explica.

Y, sí, que le dan trabajo.  “Me encargó hacer unos corazoncitos para que, a manera de pines, los lucieran las personas. Primero hice la muestra. Me pidieron 50, luego 100, después 200, 500 y hasta mil. Todos los hago de manera artesanal. Ellos lo ocupan para regalarlo y promover a San Miguel de Allende”, platica al tiempo que busca una muestra.

“Se han ido a Francia, Estados Unidos y más países. Me aconsejaron patentar el corazón y que, de paso, le diera en la torre a los otros artesanos que ya también lo estaban elaborando. Pero dije que no, que no se trataba de eso, que una guerra de esa manera no es parte de mí. No soy así. Sería muy ventajoso”.

También el Consejo Turístico le propuso a Don Beto que, si lo podían patentar para que no se los ganaran y, así lo hicieron, “pero con la condición, dije, de que la patente quedara abierta para que todos los artesanos lo elaboraran, que lo hicieran a su manera, de un modo o de otro porque para todos sale el sol, para el más rico y para el más pobre. Es por eso que tenemos tantas versiones del corazón porque cada quien le imprime su sello. Muchos de mis diseños los piratean”.

Agrega: “En un principio me dio enojo porque, pensé, cómo es posible que yo esté trabajando, quemándome las pestañas, como se dice, quemándome el coco, elaborando, diseñando, creando, para que otros, ¡pum, rápido, lo hagan!” y puso de ejemplo, un corazón que hizo y que nunca lo sacó a la venta. “Al rato ya lo estaban vendiendo, una cosa increíble, yo sabía quién lo elaboró, pero no quise hacer nada más, hasta que una persona me dijo que no, que debía continuar porque los demás no tenían la misma calidad, aunque me copien. Entonces pensé que tenía razón y fue como ya empecé a crear más corazones”.

Beto Domínguez Yáñez, desde los ocho años comenzó a trabajar con su padre, Don Santiago Domínguez Muñoz, artesano. “Hace dos años que falleció”, aclara. “Él creía mucho en mí; decía que salí muy ingenioso, es por eso que me comprometía con las personas para que, por ejemplo, les cocinara, que les pintara mantas o que hiciera tal o cual cosa, ¡y lo hacía! Mi papá fue boxeador, incluso me puso a referiar, (a ser réferi), o me decía que iba a ser anunciador; ‘quién te manda ser tan famoso’, era su frase”, justifica Don Beto con una franca sonrisa.

– ¿Supo su padre que su corazón fue adoptado como emblema?

-Sí. Mi papá supo que eran mis corazones, le daba gusto y se sintió orgulloso de mí.

Su segundo trabajo, especifica, fue hacer casquillas de metal, una especie de cazuelitas: “primero se recorta la lámina en un plomo, con un sacabocado y quedan como moneditas y, después, con el dado de metal se le da forma y los paso por los embutidores para que, con la ayuda de un martillo, elija el tamaño. Ahora ya se utiliza el troquel pues ya se modernizó todo, pero no deja bien la orilla y tengo que enderezarlas. Ya pocos tenemos un dado, ya nadie lo usa porque ya todo está hecho con máquina, menos lo mío”.

“Yo uso las casquillas para las bubis de las sirenas, o las pongo alrededor de los corazones, a la orilla, para adornarlo y que no quede plano el corazón. Uno se las va ingeniando. Con el martillo de bola sumo las casaquillas y les pongo una gema”, explica y muestra un corazón con una piedra roja.

Recuerda que, hace 52 años, lo primero que aprendió fue a meter arena a los candelabros, a los veleros, para que se pudieran sostener de pie, era la base; después fabricó las casquillas.

Don Beto es divorciado y tiene tres hijas, ya independientes, casadas. Vende sus productos en el Mercado de Artesanías, en Plaza Corazón, andador Lucas Balderas 55, interior 8. 

“Yo diseñé mi local. Ya tengo tres años, hice las cenefas de canteras y puse un toque antiguo a las piedras”, comenta.

Su prometida, Miriam Olvera, también vende en ese local, pero ella exhibe ropa que ella misma teje o borda a mano. Además, elabora disfraces, “acabamos de hacer uno de Frida Khalo y de Diego Rivera y ya salimos de catrines, de novios, de sherif, de vaquera y más. Nos gusta divertirnos”, dice.

La pareja también cocina, para su venta, paellas, mariscadas, parrilladas. “Nos gusta hacer de todo” porque, revela, hay mucha competencia de corazones, pero muchos comerciantes sólo compran y venden y es bueno porque ayudan al artesano. Yo no tengo intermediarios. Mi taller está arriba, aunque mis amigos me ayudan para entregar más rápido los pedidos y yo reviso que no tengan ni un rayón o puntito extra”, explica él.

Y don Beto se quedó pintando sus corazones, con lujo de detalle.

 

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