Y la Policía ¿qué?

Punto de Vista

Por Jesús Michel Narváez

Según datos oficiales, 5 mil 600 policías preventivos y de la bancaria forman el contingente que resguarda andenes y convoyes del Metro. Unos 28 mil -se desconoce la cifra real-, ofrecen la “seguridad” a los habitantes de la Ciudad de México. El resto está dedicado a otros menesteres.

Más allá de lo que se pudiera decir de la violencia, criminalidad, agresiones cotidianas en la Capital del País, se debe reconocer que se ha profesionalizado la corporación policíaca. Ello, por supuesto, no evita los negritos en el arroz, que son bastantes. Son aquellos jenízaros que suponen que por el prurito de usar uniforme están por encima de los ciudadanos. Muchos se dedican a la “mordida” contra conductores de autos, camiones y demás; el transporte público concesionado también viola leyes y a cambio otorgan dádivas.

Sin embargo, centrémonos en el Metro.

La petición de la gobernadora capitalina, Claudia Sheinbaum al huésped temporal de Palacio Nacional para que le asignara 6 mil 60 elementos de la Guardia Nacional para “vigilar” el Sistema de Transporte Colectivo, es un despropósito gigante que abona no a la percepción sino a la realidad de que el país se está militarizando a velocidades insospechadas.

¿Cuál será la función de los militares?

A ciencia cierta se desconoce. No estarán armados. No son mecánicos, ingenieros o electricistas para resolver las fallas que se registran un día sí y otro también en las diversas líneas del Metro.

Se rumora que su presencia obedece a las “sospechas” que tiene la muñequita de ventrílocuo de que los “incidentes” podrían ser actos de sabotaje.

Ella lo dijo así: “No, no descarto la hipótesis del sabotaje”.

Una forma de rehuir la responsabilidad por no estar atendiendo la demanda de los usuarios y trabajadores de realizar acciones de mantenimiento. Desde la llegada de la científica a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, desde el Congreso Local, las oposiciones han exigido incrementar el presupuesto para las tareas de mantenimiento y la mayoría de Morena se ha opuesto, porque en el proyecto que ha sido presentado en cuatro ocasiones, no se contempla aumento alguno. Al contrario, hay reducciones.

De acuerdo con el diccionario de Oxford, el sabotaje tiene dos acepciones: 

1.- Daño o destrucción que se hace intencionadamente en un servicio, una instalación, un proceso, etc., como forma de lucha o protesta contra el organismo que los dirige o bien como método para beneficiar a una persona o grupo que es contrario a dicho organismo.

«la Interpol evitó el sabotaje de los Juegos Olímpicos»

2.- Entorpecimiento intencionado y malicioso de una actividad, idea, proyecto, etc.

«la devastadora acción de sabotaje económico efectuada por los enemigos de las reformas en los últimos años».

¿Cuál de ellas aplicaría para los “incidentes” en el Metro?

El primero tendría algún sentido si se tratara de beneficiar a una persona o grupo, pero se descarta si quien lo ordena, no lo comete, es una de las corcholatas. La verdad afloraría y sería una acción con efecto de bumerang. El segundo tendría sustento en “los enemigos de las reformas”. Hasta ahí.

Concediendo sin aceptar que los “incidentes” hayan sido producidos por sabotajes ¿cómo los impedirá la Guardia Nacional?, que, por cierto, no trabaja gratis y el gobierno capitalino tendrá que pagar algo así como 60 millones de pesos mensualmente. Y no está considerado el gasto en el presupuesto.

La pregunta que uno tiene qué hacerse es: ¿dónde está el mantenimiento y el recurso destinado para evitar o reducir, cuando menos, los “incidentes”?

La respuesta esperará y esperará sin que llegue.

E-mail: jesusmichelmp@htmail.com, jesusmichelnarvaez266@gmail.com, Facebook Jesus Michel, Twitter @msionpolitica y en Misión, Periodismo sin Regaños martes y jueves de 16 a 17 horas por Radio Cañón en el 760 de amplitud modulada.

 

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