Un Paso Adelante y Tres Para Atrás

 

* Gobernar es Negociar, Conciliar y Alcanzar 

Consensos Incluyentes

*Los Tres Reveses del Presidente López en

los 12 Meses de 2022

* La Sensación de lo Absurdo: Pensar que se 

Avanza porque el mundo gira

 

EZEQUIEL GAYTÁN 

 

A poco menos de ciento veinte años de publicada la obra de Lenin Un paso adelante, dos pasos atrás. La crisis de nuestro partido queda claro que el revolucionario ruso estaba atento a las dificultades y circunstancias que llevaron a la división del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, pues de ahí derivó la segmentación entre bolcheviques y mencheviques.  Léase, el conflicto de las izquierdas rusas que derivaron a la larga en un enfrentamiento violento. 

Cabe recordar esa obra porque en política lo estratégico, en un gran número de ocasiones, es dar dos pasos para adelante y uno para atrás. Sobre todo, porque el diálogo, el entendimiento y el acuerdo son características de ésta. En otras palabras, gobernar es negociar, conciliar y alcanzar consensos incluyentes y benéficos para todas las partes en la medida de lo posible. En la lucha por alcanzar el poder, preservarlo y expandirlo no se avanza permanente ni linealmente. En política como en la vida no se puede obtener todo lo que se desea. Hay que aprender a ganar y a perder. También hay que aprender a ceder y a conciliar. Léase, saber cómo y cuándo dar un paso hacia atrás. 

Crítica y autocrítica son valores fundamentales en la política ya que mediante esa técnica es como se superan errores, se logra la mejora continua y se alcanzan los propósitos y aspiraciones. De ahí que lo esencial en la política es acordar los objetivos y lograr el consenso de las estrategias a seguir para alcanzarlos. 

Saber ceder posiciones y saber que bastiones fortificar a fin de no capitular, es un arte, una técnica y una ciencia. Hay que ser un político muy avezado para ir desplegando las estrategias y las tácticas que se requieren con el propósito de obtener lo deseado y mantenerse en el poder. Ese es el espíritu de la máxima de “dos pasos hacia adelante y uno para atrás”. Empero, pareciera que la actual gestión empieza el año con su terca estrategia de caminar por caminar. Simplemente olvidó sus estrategias que llevaron al poder al actual presidente. De alguna manera supo llegar al a Presidencia de la República, pero una vez ahí se desorientó. En otras palabras, insiste en asumir la posición radical de “ni un paso para atrás, ni para tomar vuelo” lo cual es a todas luces inverosímil en la vida y en la política. 

El presidente López Obrador ya tuvo tres reveces significativos el año pasado, su reforma eléctrica, la de la guardia nacional y la electoral, pues se negó a modificar sus iniciativas constitucionales y ese radicalismo lo pagó caro en términos políticos. Ese traspié ya se repitió este año y no habrá aprendido la lección de saber qué, cuándo y cómo ceder y conceder. El fracaso de su proyecto para imponer a la ministra Yasmín Esquivel Mossa como presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación es consecuencia de no saber dar el paso atrás en el momento preciso.

Me pregunto si acaso el presidente fue víctima de la vanidad y la soberbia debido a que ganó con treinta millones de votos la elección de 2018 y concluyó que esa cifra es inamovible. Supongo que alguien ya le debe haber dicho que gobernar es desgastarse y que ese número mágico ya no es su capital político. Lo debiera saber después de haber perdido diputados en el segundo trienio. Pero no. Él insiste en que la encuestas lo aprueban y que está calificado entre los mejores presidentes del mundo. Pero en política, como en la vida, uno no obtiene lo que se merece o cree merecer, se obtiene lo que se negocia. De ahí que, en el Palacio Nacional, concluyo, ya perdieron piso y el sentido de la autocrítica. Insisten en no dar un paso para atrás y eso se habrá de reflejar en su radicalismo y entropía.  Es decir, tienen energía interna, pero que es inútil para generar trabajo y valor agregado. 

Cuando un político o un grupo en el poder pierde el sentido de las proporciones caen en las evasiones, evitan las responsabilidades y no se comprometen con sus obligaciones. De hecho, se convierten en una caricatura grotesca de autoelogios que intercambian sus réplicas en un festín desolador de luz sin calor y en el mundo de lo inasible. Todo por seguir en la terquedad de insistir en no dar de vez en cuando pasos hacia atrás.

La sensación de lo absurdo es pensar que se avanza porque el mundo gira. Pero eso es una languidez que tiene mucho de fastidioso, ya que el tiempo político avanza, se nos escapa y vuelve a ser el mismo. Cualesquiera que sean los discursos mañaneros y las acrobacias del sexenio, esta gestión no logra unificar y condensar su proyecto porque no acaba de explicarlo y tal vez ni muchos militantes de Morena lo comprenden. De ahí que tampoco quienes no somos de ese partido. 

Tal vez si el partido en el poder tuviese la humildad y amabilidad de regresar a las prácticas políticas del diálogo y saber ceder, todo sería más entendible y menos tenso. Sobre todo, porque este gobierno da un paso para adelante, otro a un lado y luego tres pasos para atrás. 

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