Con una Devastada, vaciada de sus habitantes y convertida en el punto más caliente de toda la línea de frente en Ucrania. La ciudad de Bajmut, en la región de Donetsk, en el Donbás, se ha convertido en el gran objetivo que Moscú intenta conquistar a toda costa.
Antes era conocida por sus viñedos y sus minas de sal. Hoy no queda nada tras meses de bombardeos rusos.
Pero Moscú ha convertido a Bajmut en un símbolo, en su objetivo número uno. Para tomarla ha movilizado enormes recursos, reforzando sus fuerzas con tropas de la «movilización parcial» y mercenarios del grupo Wagner, que lideran la carga contra la ciudad.
«Estamos aguantando, sobreviviendo, están disparando desde ambos lados. No hay gas ni agua. Estamos recibiendo ayuda humanitaria. No hay trabajo estable, solo tengo algunos trabajos cotidianos como arreglar ventanas rotas. Pero estamos aguantando, no queremos dejar nuestra ciudad porque es nuestra tierra», relata Denis, un antiguo trabajador ferroviario.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, visitó hace unos días este frente de batalla, del que también ha hablado ante el Congreso estadounidense.
La toma de Bajmut rompería las líneas de suministro de Ucrania y abriría una ruta para que las fuerzas rusas avanzaran los bastiones ucranianos de Kramatorsk y Sloviansk, bastiones ucranianos en la provincia de Donetsk.