*¿Se Posesionarán con “Por el Bien de Primero los Pobres”?
*Los Aspirantes a Suceder AMLO, Tienen
el Aval Para Debatir
*A 28 Años del Primer Debate Entre Tres
Candidatos, la Copia
*Del Tapadismo de Abel Quezada al Nuevo
Paradigma Político
*Actores con Experiencias Locales; Nada
que Ofrezcan
Por JESÚS MICHEL NARVÁEZ
Barak Obama ganó la candidatura demócrata a la presidencia de Estados Unidos con una frase de fuerte impacto para un hombre de color, el primero en aspirar a gobernar a la potencia mundial: «Yes, we can» (si podemos)
Ocho años después, Donald Trump acuñó la expresión que le valió el triunfo sobre Hillary Clinton: Make America Great Again (Haz América grande otra vez).
Joe Biden se apoyó con la frase: Restore The Soul of The Nation (Restaurar el alma de la nación).
Todos y cada uno de ellos libró los debates para ganar lo que se conoce como “primarias”. Elegidos candidatos, impusieron sus frases durante las campañas y sellaron su forma de pretender gobernar.
Cada cual tenía su personal forma de ser. A diferencia de otros países, en Estados Unidos se tiene que obtener la preferencia de los delegados que, en forma ordenada, constituyen el sentimiento de los votantes.
¿Cuál frase utilizará cada una de las corcholatas en el debate?
“Por el bien de todos, primero los pobres…”
“No apostamos a construir una dictadura ni abierta ni encubierta…”
“No actuaremos de manera arbitraria ni habrá confiscación o expropiación de bienes…”
“Sobre advertencia no hay engaño: sea quien sea será castigado…”
“Se garantizarán todas las libertades individuales y sociales…”
“La corrupción es la pandemia más grande…”
Estas seis frases las utilizó Andrés Manuel López durante su campaña y las hizo compromiso en el discurso pronunciado ante más de cien mil ciudadanos en el Zócalo, el 2 de julio. Apenas horas después de haber consumado su victoria después de dos intentos fallidos.
¿AMLO DARÁ EL PASO
PARA LAS PRIMARIAS?
Con la llegada de Andrés Manuel López a la Presidencia de la República, las reglas del juego cambiaron. En apariencia.
Desde aquellos famosos cartones de Abel Quezada en los que dibujo a los “tapados” se iniciaron en 1956 y prevalecieron hasta el arrobo de Ernesto Zedillo Ponce de León, porque no era el tapado. Simplemente la suerte y las condiciones fijadas en la Constitución que prohíben a los servidores públicos en funciones ser candidatos salvo la renuncia 6 meses antes de las elecciones, lo hicieron candidato del PRI. Solamente había tres posibles no impedidos por la norma constitucional: Manuel Camacho Guzmán, Fernando Ortiz Arana y Zedillo, quién a la muerte de Luis Donaldo Colosio, figuraba como coordinador general de la campaña.
En 1994 se instauraron los debates entre candidatos a la Presidencia de la República. En aquella ocasión participaron Ernesto Zedillo Ponce de León, del PRI; Diego Fernández de Cevallos, del PAN, y Cuauhtémoc Cárdenas del PRD. Desde entonces, se realizan e incluso se aumentó el número al pasar de uno a 3.
¿Sirvieron de algo?
¡De mucho!
Los ciudadanos conocieron, aunque no a profundidad, los proyectos de gobierno que cada uno ofrecía para obtener el voto y concretarlo.
Los debates tuvieron el efecto de proyectar a quien finalmente ganó el proceso y alcanzó la Silla del Águila, en la que 5 presidentes se han apoltronado. Hubo quién participar en un primer debate y fue su tumba. No logró reconquistar el apoyo ciudadano. despreció El primero, Zedillo, seguido por Fox a quien sucedió Calderón y éste entregó la banda a Enrique Peña Nieto y finalmente Andrés Manuel López obtuvo la victoria después de dos intentos.
En los debates no solo se tuvo la oportunidad de conocer proyecto de gobierno sino la serenidad, el temple y la capacidad en la toma de decisiones. No necesariamente quienes ganaron el debate y después los comicios, cumplieron con la expectativa que despertaron y muchas promesas, como en la actual administración se quedaron en eso: en promesas de campaña.
EL PARADIGNA QUE
SE FUE A MEDIAS
Cuando en 1956 Abel Quezada plasmó en la cartulina la figura del “tapado”, lo presentó elegantemente vestido y siempre con el cigarrillo tomado entre los dedos índice y anular.
Un texto publicado en 2018 en el portal de Del Objeto, modo Museo, dice:
El sistema político mexicano otorgó al presidente el privilegio de nombrar al candidato de su partido para la siguiente elección, quien, como todo México sabía, sería el próximo presidente una vez transcurrido el trámite electoral. Así se resolvió la sucesión presidencial durante 65 años. La regla forzaba a los aspirantes a no mostrar públicamente sus ambiciones y a permanecer en la sombra hasta que el presidente tomara la decisión. Abel Quezada inmortalizó al personaje de “El Tapado” con la caricatura de un elegante hombre de traje y corbata con la cabeza cubierta por un trapo blanco que sólo dejaba ver sus ojos. “El Tapado” apareció por primera vez el 2 de diciembre de 1956 en la portada de Revista de Revistas, y terminaría por caracterizar y caricaturizar a la democracia mexicana de los tiempos del partido de Estado. Su creador lo sepultó tras la elección de 1988. En el cartón del 30 de marzo del año siguiente, escribió su epitafio: “Para modernizar al sistema es preciso que muera El Tapado. Aquí muere y aquí queda enterrado”.
Si bien el presidente de México presumió y lo sigue haciendo de que en su gobierno no “hay tapados” y sí “corcholatas”, es clara la preferencia por “LA CORCHOLATA”, en femenino, a quien desde la coordinación de comunicación social de la Presidencia de la República se apoya abiertamente en redes sociales y en medios electrónicos y escritos, lo cierto es que prevalece el “privilegio de mandar y escoger” al o la sucesora al término de su mandato.
El 16 de julio de 2021, desde Palacio Nacional, se anunció el sepelio del Tapado: una larga lista de nombres entre los que destacaron Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard y en la se incluyó a Rosa Icela Rodríguez, Rocío Nahle y hasta Tatiana Clouthier, sirvió para que las ambiciones políticas, legítimas por supuesto, se destaran e iniciara una férrea lucha por demostrar que cada quien era el y la mejor para suceder al primer mandatario.
Ciertamente el tapadismo terminó… en el imaginario, porque entre las corcholatas la duda prevaleció de quien tendrá el respaldo presidencial. Con el paso del tiempo, la preferencia se ha hecho clara y por ello los otros suspirantes han planteado la realización de los debates para que, antes de realizarse la encuesta que definirá el nombre de quien será el abanderado de Morena y aliados para 2024, los ciudadanos los conozcan.
El primero en proponer los debates fue el senador Ricardo Monreal Ávila, quien no figura entre los mencionados por el presidente. Ha sido el rebelde del equipo formado hace 26 años y que culminó con la creación como partido del Movimiento de Regeneración Nacional. Su propuesta no encontró eco. Sin embargo, hace una semana, Marcelo Ebrard retomó la idea y fue considerada en Palacio Nacional y, de hecho, avalada.
El pasado 7 de diciembre, brotó la respuesta: “Si ellos lo aceptan sí, no hay por qué negarse a conocer sus planteamientos, solo tener cuidado de que no los vayan a acusar de actos anticipados de precampaña”.
Los precandidatos Ebrard, Sheinbaum y López, parecen estar de acuerdo con el debate.
Sin embargo, las reglas para la realización están lejos de conocerse.
Seguramente se concretará la idea, porque ya cuenta con el aval presidencial. Y lo que se debatirá, si se sigue la sugerencia de Ebrard, son las capacidades y la experiencia. Monreal, que reclama la paternidad de la propuesta, no ha sido mencionado para participar.
LAS EXPERIENCIAS DE
LAS 3 CORCHOLATAS
Aunque como participante en la política, Ebrard tiene más años de ejercerla, su mundo se ha concentrado en la Ciudad de México y, por escasos 30 días, como subsecretario de Relaciones Exteriores, lapso que duró su mentor político, Manuel Camacho Solís.
Desde sus inicios en el ámbito público y gracias a las enseñanzas de Camacho, el ahora aspirante a suceder a Andrés Manuel López, logró triunfos electorales. Fungiendo como secretario general del PRI-DF, ganó los entonces 30 distritos federales en la capital, las 2 senadurías y los 40 distritos locales con el nacimiento de la Asamblea Legislativa. Luego ingresó al Departamento del Distrito Federal como secretario de Gobierno en el periodo de Manuel Camacho. Y ahí desarrolló toda su carrera.
Claudia Sheinbaum cuenta con un currículo, en la política, de solamente tres cargos: secretaria de Medio Ambiente del Distrito Federal de 2000 a 2006, durante la administración encabezada por Andrés Manuel López Obrador, jefa delegacional en Tlalpan de 2015 a 2017 y jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
Adán Augusto López Hernández ha sido un político eminentemente local. Presidente de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje de Tabasco, Subsecretario de Protección Civil, Desarrollo y Prevención Social del Gobierno del Estado de Tabasco, Subsecretario de Gobierno y Asuntos Jurídicos del Gobierno del Estado de Tabasco. Culminó su recorrido político en Tabasco convirtiéndose en gobernador, cargo que abandonó al ser invitado al gabinete presidencial. En el ámbito legislativo ha sido diputado local por Tabasco, diputado federal y senador de la república. Su primer cargo a nivel federal es el que hoy ostenta: secretario de Gobernación.
La no corcholata, Ricardo Monreal ha sido diputado federal en 3 ocasiones, senador de la República 3 veces, gobernador y jefe delegacional en Cuauhtémoc. Nunca ha estado en posición de ningún gobierno de la República.
¿QUÉ PUEDEN OFRECER
AL NIVEL FEDERAL?
Conociendo sus currículums, los cuatro aspirantes poco tiene que ofrecer a nivel federal.
Las limitaciones políticas y administrativas, están a la vista.
La más novata en política y con el historial político más pobre, lo posee la jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
Los aspirantes han iniciado precampañas disfrazadas de actos de adhesión a los gobernadores de Morena, promoción de las reformas eléctrica y la electoral; presentaciones de libros y eventos en donde “dictan conferencias magistrales”.
Los más activos en su promoción personal para que la gente los conozca han sido, en primer lugar, Sheinbaum seguida por López Hernández y Monreal. La posición que ocupa Ebrard lo mantiene alejado del país por los eventos a los que se acostumbraba asistiera el Presidente de la República. Y ha sido el traductor en las teleconferencias con Jefes de Estado con motivo de tres cumbres globales y, en particular con el presidente de los Estados Unidos de América.
En los debates, hay que decirlo así, ganará el que tenga más saliva no más conocimientos. Mucho lograrán los que participen porque, para alguna parte de la población podría interesarle las propuestas que hagan.
Y por supuesto, la frase que utilizarán para impactar al estilo Obama o Trump.