La Perdida de Democracia, Agrava la Vida Institucional del País

 

ALFREDO MEJIA MONTOYA

 

La bola de cristal, como toque de piedra filosofal del inquilino de palacio, ha caído en una gran baja de energía y conciencia ética de su manera de ver las cosas desde su campaña del 2018 a la fecha. Al tomar protesta después de que el Instituto Nacional Electoral (INE), lo declaró presidente electo y a 4 años de la propuesta de López, su razonamiento ético se fue diluyendo en un abuso de poder, sin saber ni entender sus atribuciones y obligaciones como titular del Poder Ejecutivo Federal plasmadas en el articulo 89, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que lo circunscriben exactamente a realizar únicamente lo que en dicho se prescribe. Considerar a que el que puede hacer lo más, puede hacer lo menos, es erróneo y no, no es así … y empezó a decidir ampliando sus atribuciones contra lo establecido en la Constitución.

 

El pensamiento populista de la Izquierda y ultraizquierda en los años 70´s y 80´s tenia un concepto diferente al de hoy, sin embargo, la evolución de la sociedad, de las formas económicas de mirar al mundo, su comercio, su regionalización, globalización y neoliberalismo abrieron caminos diversos a las necesidades de los pueblos, de su economía y de sus cadenas de valor, insertando novedosas formas de tener empleo y trabajo, asimismo las formas de gobierno han ido cambiando y evolucionando, pero los activistas de izquierda y ultraizquierda no lo han hecho, y algunos a la fecha viven de las añoranzas formas de democracia del pasado, considerando a uno de sus principales lideres a Andrés Manuel López Obrador, sin embargo, su carencia de análisis de lo que es la democracia misma y de las formas de gobierno que emergen de ella, y la perspectiva de esos cambios, lo confunden de la manera de pensar de hoy con la de ayer, provocando realmente, que sus actos, hechos, dimes y diretes se parezcan más a sus orígenes de su cuna política que a la evolución misma de la democracia en sí. Y la Izquierda que nace de ese concepto poderoso, pero sin mayor amplitud siguiendo los principios institucionales y valores históricos de las democracias y del cómo son exigidos para una sociedad democrática, como lo son la igualdad, la libertad, la justicia y la solidaridad . . .

 

El actual régimen, con su presidente Andrés Manuel López Obrador, ha erosionado tanto a la democracia que en lugar de buscar el bien común, sostenga una fuerte lucha contra todos los que considera sus adversarios, por mantener el poder, y evitar que alguien se lo arrebate, defendiendo a su grupo y a su familia contra todo estado de derecho. La sociedad, el pueblo o la entidad que deberían salir beneficiados con la acción de gobernar, es lo que menos le importa. Eso, eso es lo que está sucediendo en México a nombre de la democracia. 

 

Habrá nuevas formas en el futuro, pero en todos se deberá considerar de facto y de iure la participación ciudadana, y las acciones que realice el gobierno, deberán ser para cumplir con los principales valores históricos para una sociedad democrática, con la igualdad, la libertad, la justicia y la solidaridad entre los individuos… y que de acuerdo a la dinámica social hay nuevos conceptos o elementos contemporáneos, llámese gobernabilidad, ética, libertad de expresión, instituciones autónomas, transparencia, participación y representatividad, respeto a los derechos humanos y el principio de celebrar elecciones periódicas y genuinas mediante el sufragio universal. Este último, mediante un control y supervisión de un organismo autónomo. En México, autónomo a los tres poderes. 

 

El Bienestar disminuye y el Populismo avanza, reduciendo a la democracia. 

 

Perder Bienestar es como ir perdiendo cada día un poquito de democracia, o del cómo nos la están robando poco a poco y como vamos… la perderemos toda con la supuesta cuarta transformación que ni siquiera López y su grupo la comprenden en realidad. La población ha perdido varias 

 

instituciones, varios derechos, ahora que cruzamos el umbral del cuarto año, en la presente administración, lo resiente más y no ve un viraje que reordene tal situación. 

 

Actualmente, el Estado de Bienestar confronta una lucha por la supervivencia en varios frentes: la batalla intelectual, porque todos estamos de acuerdo en que necesitamos bienestar, el inquilino de palacio lo sabe, sin embargo, afuera de palacio, la realidad es otra, si no hay intelectualidad no se sabrá como el Estado debe proporcionar ese bienestar o ¿existen otros medios que aseguren el bienestar de las personas?; la batalla de política pública, esto es, si el estado de bienestar es asequible especialmente en épocas de crisis, períodos de austeridad y de crecimiento lento como ocurrió en el crash financiero de 2008, las bajas del precio del petróleo en 2019, la pandemia del Covid-19. Parece increíble que en las sociedades más ricas o en desarrollo se convierten en los gobiernos menos capaces o dispuestos a financiar el bienestar de forma colectiva, y  la batalla de políticas, esto es, si el Estado podrá adaptarse a unas circunstancias y tendencias cambiantes, o se han vuelto sus propias instituciones y estructuras demasiado inflexibles e incapaces de reformarse para estar a la altura de los retos de unas sociedades en constante cambio, y no precisamente una transformación. Tal parece que, en nuestro país, vamos en retroceso, arribamos al Siglo XXI con una tendencia en desarrollo y crecimiento sustentable, sostenible, con gasto social suficiente para mantener una estabilidad económica, política y social. En cuatro años, se ha desacelerado el motor de la estabilidad, perdiendo la posibilidad de que la mayoría de la población carezca de Bienestar, el social, el más prescindible.

 

El bienestar social tiende a ser el cumplimiento de una serie de factores, que responden a la calidad de vida del ser humano en sociedad. Las principales variables económicas y sociales que miden el incremento del bienestar social de las personas en sociedad son las siguientes: 

 

  1. Distribución de la renta, 
  2. Tasa de desempleo,
  3. Ingreso per cápita, 
  4. El gasto social, 
  5. Nivel de consumo, 
  6. El nivel de salud, 
  7. Nivel de contaminación, 
  8. Áreas verdes, 
  9. Nivel de pobreza, 
  10. Nivel de educación, 
  11. Libertad ciudadana y 
  12. Seguridad social.

 

El Estado no ha promovido variables a fin de que el ciudadano perciba que el pago de los impuestos sea utilizado en su beneficio y en el de su comunidad, no solo las contribuciones federales, sin las estatales y municipales. Precisamente porque el principal método del que disponen los gobiernos para redistribuir la riqueza necesaria para alcanzar el Estado del Bienestar es la recaudación de impuestos y tasas.

 

El gasto del gobierno en ese sentido se dirige a tres grupos. Las prestaciones contributivas, que se orientan a aquellas personas que han aportado previamente a la sociedad a través de sus cotizaciones; Las prestaciones universales, dirigidas a la población en general, que se conceden a requerimiento de la sociedad y las prestaciones compensatorias, designadas a ayudar a aquellos colectivos sin o con escasos recursos y más aún al sector vulnerable. 

 

Lo negativo de este sistema, se sostiene en que el Estado sustrae recursos a los ciudadanos que producen para mantener a los que no crean riqueza, y consideran que no se trata de justicia social sino de una especie de rapiña política, para intereses partidistas o electorales.

 

Por otro lado, tenemos al Populismo, otra figura que pretende ser similar y ofrece diversas realidades, propuestas y estrategias políticas, económicas, sociales y culturales, que proponen defender los intereses generales de la sociedad a fin de alcanzar el bienestar común de los ciudadanos

 

Entendiendo como tal, sin llegar al exegetismo, a aquella postura política que busca, a través de diversas estrategias, el apoyo y consentimiento de las clases populares. Y se inventan y reinventan frases como las que le gusta manejar en demasía a López Obrador, como aquella de “primero los pobres” tan genérica, tan ambigua, tan coloquial tan desigual y a la vez, tan humillante.

 

Estas propuestas generalmente devienen tanto de representantes de partidos políticos de centro, derecha, ultraderecha o de izquierda y ultraizquierda. De allí que, como tal, no existe un movimiento político autoproclamado como populista, ya que esta postura puede surgir de cualquier tipo de agrupación política. De hecho, no se requiere ninguna postura ideológica a ultranza o transformadora de facto. 

 

En este sentido, se podría denominar populismo, a todos aquellos fenómenos que atentan en contra de la democracia liberal. Y que se tienden a llamar demócratas, utilizando toda la parafernalia de la democracia intrínsecamente para sus fines. Vaya, todo lo quieren hacer mediante encuestas, mediante votaciones a mano alzada, utilizando a los que dicen proteger como lo son los pobres, los que menos tienen, los grupos vulnerables para justificar sus acciones y sus propósitos.

 

Es por ello por lo que el populismo tiene un sentido negativo porque hace uso de una serie de estrategias que buscan convencer a los ciudadanos, en especial a los de los sectores populares, al ser los más predominantes.

 

Para ello, se valen de propuestas falsas sobre la cuarta transformación, de las bases políticas, de las económicas y sociales de un país, y de esta manera obtienen el apoyo social que necesitan. No obstante, estas transformaciones no ocurren y, por el contrario, los líderes políticos solo buscan permanecer en el poder tanto tiempo como sea posible, con los consabidos cambios de estructuras políticas, legales y constitucionales para modificar los principios demócratas y ampliar el termino de sus mandatos.

 

Académicamente, uno de los conceptos más evasivos e inasibles de la ciencia política contemporánea es el de «populismo». De ahí que su uso y empleo en el lenguaje especializado se reduzca sensiblemente, limitándose normalmente a los movimientos, partidos o regímenes políticos que, por consenso generalizado, se han definido como populistas

 

Por el contrario, hay una gran profusión, donde se le usa sin muchos escrúpulos debido a que en este espacio tiene una connotación claramente negativa, útil para la descalificación y estigmatización del adversario. Tal y como sucede en las matinales desde palacio nacional.

 

En consecuencia, los pilares del Estado de Bienestar de la población, podemos encontrar la gratuidad y universalidad de los servicios de salud y educación, y a disposición de todas las personas que lo necesiten. Desde el ámbito laboral, las prestaciones son una de las medidas principales, ya que los subsidios a las personas que pierden el empleo o las pensiones de jubilación, invalidez y orfandad son mecanismos que tratan de otorgar unos ingresos mínimos de subsistencia y dignidad a aquellas personas que podrían quedar en la marginalidad. Con el tiempo, el fortalecimiento del Estado/Gobierno puede extenderse, en ayudas a la vivienda a grupos vulnerables, a la juventud en general, aunque la mayoría sea aspiracionista (eso es bueno para el país), conciliación laboral y familiar con subvenciones a la actividad económica.

 

Y del Populismo, debe quedar claro que, si no existieran los pobres, los regímenes o grupúsculos populistas no tendrían razón de ser y los sistemas de igualdad y redistribución de la riqueza sería más equitativa en las estrategias democráticas. Es por ello, que, si se pierde la visión de la democracia, esta tendera a desaparecer. Concluyendo que Bienestar y Populismo, son dos batallas que van en Rutas Paralelas, que no llegarán a juntarse nunca, porque Bienestar es algo pragmático, real, con variables e índices medibles; y el populismo son solo promesas, inconsistencias, mentiras, donde utilizan el dinero de unos para otros, sin el menor recato, como lo hace sin mayores escrúpulos López Obrador, y no es medible

a2m8m@yahoo.com.mx    freedomm

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