Damián Alcázar visita el cine de oro mexicano con Poderoso Victoria

A Damián Alcázar le interesa más la historia que se va a contar en una película, que el dinero que va a ganar actuando en ella. Ahora está de vuelta con Poderoso Victoria, del director Raúl Ramón. En ella interpreta a Don Federico, un maquinista que le devuelve la esperanza a un pequeño pueblo del norte del país que se queda sin posibilidades cuando la mina de la que depende cierra y el gobierno amenaza con quitar los rieles del tren que lo comunica con el resto de México durante los tiempos postrevolucionarios de Lázaro Cárdenas.

“Desde que leí el guion me gustó la historia, es un cuento lleno de esperanza. Un tanto naif, pensé al principio, y hasta dudé si podrían llegar a levantarla, pero ahí está. Es una película con mucha magia, con toda esa fantasía del cine antiguo mexicano que creo que le va a encantar tanto a niños como adultos”, comenta el actor, quien también aclara que su papel no fue pensado para él, sino para el ya fallecido actor Fernando Lujan por quien siempre tuvo una sentida admiración.

Sin embargo, la decisión de actuar en Poderoso Victoria, agrega Alcázar, responde a qué él es muy selectivo en los proyectos en los que decide participar, pues lo que más le interesa son los contenidos. En esta película él encontró “una gran luminosidad”, muy parecida a las fábulas, que enseña cómo es posible que los seres humanos se pueden organizar y luchar por alcanzar sus objetivos y el bien común.

Enamorado por la naturaleza de liderazgo, la capacidad para resolver problemas y el gran arraigo por sus raíces que hay en su personaje, Damián Alcázar confiesa, con un inocultable gesto de nostalgia que extraña aquel mundo en el que el uso de los trenes era común para transportarse a través de la República.

“Yo lamentó muchísimo que nos quitaran los trenes. A muchas generaciones ya no les tocó, pero era algo extraordinario poder ir, por ejemplo, de Ciudad de México a Veracruz dormido, en un camarote, y luego despertar y ver el paisaje. Se paraba el tren y la gente se subía a vender tamales, atolito y tacos. Era una forma de subsistir para muchísimos pueblos.

“Haciendo El infierno en San Luis Potosí, nos encontramos con pueblos donde los trenes les fueron quitados; entonces esa gente tuvo que irse a las grandes ciudades, por lo que esos pueblos se secaron. Les arrebataron todo, y ahora que llegó el narco, cuando los ven los jóvenes estos dicen ‘yo’, porque no tienen dinero para sacar adelante a sus familias”, rememora Alcázar, quien mira con ilusión la construcción del Tren Maya, uno de los mega proyectos del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

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