EZEQUIEL GAYTÁN
La migración es un fenómeno de desplazamiento de seres humanos y animales. Es una característica de muchas especies. En nuestro caso, el desplazamiento de un lugar a otro tiene condiciones diferentes a las del resto del llamado reino animal debido a que somos bio-psico-sociales y migramos más allá del llamado de la naturaleza. Lo hacemos por muy diversas razones; como la búsqueda de empleos, mejorar la calidad de vida, huir de zonas de guerra y conflicto, debido a las hambrunas, por persecución política, racial, religiosa o preferencia sexual, por desintegración familiar o por desastres naturales.
Es cierto que las primeras migraciones de nuestra especie fueron siguiendo a otros animales en búsqueda de lugares hospitalarios dada la naturaleza cambiante y por motivos de alimentación y seguridad de sobrevivir. Con el descubrimiento de la agricultura y la domesticación de animales muchos de nuestros ancestros dejaron de migar y un gran número de poblaciones se fueron desarrollando poco a poco de pequeños asentamientos hasta llegar a las ciudades, metrópolis y megalópolis.
Hoy las migraciones humanas son a pequeña, mediana o gran escalas. También son intranacionales o internacionales. Las primeras se refieren a desplazamientos dentro de un mismo país como es el caso de los oaxaqueños que migran hacia la ciudad de México o hacia el norte o son las del campo a la ciudad. Las segundas son cada día más numerosas y, en general, son del sur al norte. En lo especifico de África a Europa y de México, Centro, Sudamérica y el Caribe hacia los Estados Unidos y en menor escala hacia Canadá.
Las migraciones en el siglo XXI ya están catalogadas en muchas naciones como asuntos de seguridad nacional, sobre todo las receptoras. Además, se sabe que hay gobiernos que incentivan a su población a emigrar ya que por razones demográficas y alimentarias se deshacen presuntamente del problema. Otros países se hacen de la vista gorda y no elaboran políticas públicas de empleos dignos y bien remunerados.
El caso mexicano es un caso especial. En los Estados Unidos se calcula que hay aproximadamente, de acuerdo con el Current Population Survey (CPS) poco más de 40 millones de personas de origen mexicano. El diagnóstico es que población de origen latino es de 62 millones dentro de un universo de 330 millones de habitantes en la Unión Americana.
El asunto es grave desde el punto de vista norteamericano, pues calculan que poco más de diez millones son indocumentados. Pero nadie sabe la cifra con precisión. El caso es que gracias a nuestros paisanos que trabajan allá, las remesas que nos envían son una salvación a la endeble economía mexicana, pues se estima que en el primer trimestre de 2022 México ha recibido 12.5 mil millones de dólares.
El caso es que México es el lugar de encuentro y tránsito de migrantes de nuestro propio país, de caribeños, centro y sudamericanos. Situación que se está agudizando debido a las políticas migratorias del gobierno norteamericano con la población venezolana. Cada día nuestro gobierno está más y más presionado entre el tío Sam y nuestros hermanos latinoamericanos.
Es un hecho que desde la administración Trump los Estados Unidos obligan el gobierno lopezobradorista a detener desde nuestra frontera sur las olas de migrantes. También es un hecho de que hoy la nación norteamericana está pagando el precio por haber impuesto y sostenido gobiernos militares anticomunistas y anti desarrollistas. No olvidemos la frase Zbgniew Brzezinki, asesor de seguridad nacional del presidente Jimmy Carter “los EUA no pueden tener un Japón en su frontera sur”. En otras palabras, la pobreza y falta de oportunidades laborales en Latinoamérica y el Caribe es el principal detonador de la migración.
El Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 sostiene en su décimo punto que “No más migración por hambre o pobreza” incluso, sostiene, que “lograremos que nadie más tenga que dejar su lugar de origen para ganarse la vida o buscar refugio en otros países… a los extranjeros que lleguen a nuestro territorio brindaremos respeto a sus derechos, hospitalidad y la posibilidad de que construyan una nueva vida”. Sin duda esa parte del Plan quedó en el papel.
La condición humana de migrar en búsqueda de alimentación iniciada siglos atrás seguirá y no se detendrá. Nuestro país seguirá exportando migrantes, al igual que gran parte del cono sur. El fenómeno es inevitable y tal pareciera que mientras todas las partes involucradas en el conflicto no lo tomen en serio, prevalecerá. La crisis de los migrantes cada día será más aguda.