Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Hace muchos años un distinguido tabasqueño me platicó una anécdota que parece chiste, pero pinta de cuerpo entero a los habitantes de Tabasco.
Decía: “Un hombre estaba tirado en la hamaca, mientras su esposa, a dos metros de distancia, se abanicaba. De pronto escuchó la voz del marido… vieja, vieja, tráeme el antídoto contra la mordedura de víbora… ella preguntó: ¿qué, ya te mordió?… y él respondió: no pero ahí viene la hija de…Palenque”.
Sin duda, eso hace “más inteligentes” a los tabasqueños que los norteños.
Una patinada de aquellas, digna de entrar al libro de récords Guinness.
Sí, es la que cometió el secretario de Gobernación, Adán Augusto López. Allá en donde se encuentra el edén del sureste.
Supongo que pretendió quedar bien con sus paisanos y le respondió al gobernador de Nuevo León, Samuel García, quien dijo que mientras en el norte se trabaja mucho para fortalecer el crecimiento, en Tabasco se tiran en la hamaca.
El exgobernador ascendido a cardenal y quien forma parte del trío de corcholatas que cuentan con el respaldo presidencial para ir como candidato en las elecciones de 2024 y de ganar sustituir a su amigo de toda la vid, mostró la dureza que surge de la soberbia y la ignorancia de establecer el diálogo privado antes de lanzar los misiles que, para su desgracia, no dio en el blanco y actuó como bumerang.
Tan cierto es que regresó a quien lo lanzó, que el huésped temporal de Palacio Nacional tuvo que salir al rescate, cual si fuera Superman salvando a Lusa Lane.
“Es parte de la polémica que debe de haber, no sorprendernos de eso. Sería muy aburrido que no hubiese polémica, estaríamos bostezando siempre. La única cosa es no enojarse, que no haya agresiones, pero que sí haya polémica, debate con argumentos”.
¿Cómo llamaría las expresiones de su empleado?… ¿serenas?… ¿congruentes?… ¿parte de la polémica?… ¿forma de despertar para no bostezar?
La respuesta que diera a las preguntas, sería errónea. Porque decir “son más inteligentes que…”, implica que los otros carecen de cerebro, ideas, visión. En una palabra: ¡tontos!
Ignoro quien le dijo al funcionario de cuarta que con esas palabras mostraría el músculo. Enseñó que sí se enoja, que le encabrita que un gobernador se “ponga al brinco”. Él es el secretario de Gobernación, el hombre poderoso, el segundo después del titular del Poder Ejecutivo. El que “diseña” las acciones políticas y el que regaña a los gobernadores que no le rinden pleitesía y lo “agreden”.
Que se sepa, García, el norteño, no mencionó el hombre del “poderoso” que requiere auxilio cuando se da cuenta que metió no una sino las dos… ya sabe usted.
El Secretario de Gobernación tiene, entre otras responsabilidades, cuidad e impulsar las relaciones del Poder Ejecutivo Federal con los demás Poderes de la Unión y con los partidos y agrupaciones políticas nacionales, salvo las que se susciten con motivo de procedimientos legislativos, de modificación a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y demás que se sigan en el Congreso de la Unión, en cualquiera de sus Cámaras o en la Comisión Permanente y cuya conducción en apoyo del titular del ramo corresponda a la Unidad de Enlace Legislativo; así como con los órganos constitucionales autónomos, salvo aquellas a que se refiere el artículo 21 de este Reglamento;
En el ámbito de su están las relaciones con los ciudadanos y sus organizaciones y participar en la atención de los asuntos que se le planteen en las entidades federativas, así como coadyuvar, conforme a las leyes, en la solución de las problemáticas planteadas.
Pareciera no conocer sus obligaciones y en contra parte, se aleja de ellas para demeritar el talento y el trabajo de los “norteños” que, guste o no al jefe de la banda, son quienes habitan en las zonas que más han progresado a lo largo de la historia del país.
Nada que ver Ciudad Juárez con Ocosingo o Monterrey con Villahermosa. No se trata de comparar quienes son más inteligentes. Se debe mirar lo hecho por los “tontos” del norte. Y recordar que la Revolución nació en el norte y bajo al Centro y jamás llegó al sureste, no es ocioso.
¿Cuántos tabasqueños inteligentes se sumaron al movimiento de 1910?
A lo mejor por inteligentes se quedaron en Palenque. Y ahí debería ser huésped permanente el señor López Hernández.
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