¿Y las Formas?…

Punto de Vista

Por Jesús Michel Narváez

Envalentonado porque doblegó al Bloque de Contención en el Senado de la República con lo cual obtuvo el triunfo en la batalla por mantener al Ejército en las calles, ahora quiere su reforma electoral sin quitarle una coma o un punto.

El amago es claro: presionar al Congreso de la Unión para que avale, en la Cámara de Diputados primero y después en el Senado, la destrucción del INE y el TEPJF, sepultar a los OPLs, desaparecer diputados plurinominales y reducir a 9 las regidurías en los municipios “libres”, además de diputados locales de los “Estados Libres y Soberanos”.

Con el desgastado argumento de que la democracia sale muy costosa, nada comprable con sus obras insignia –Dos Bocas 233 mil millones más lo que se acumule y Tren Maya más de 150 mil millones lo mismo que el AIFA- y por ello su clara intención: tener organismos electorales a modo, regresar al pasado cuando el Gobierno hacía todo hasta los fraudes.

No queda claro, por ejemplo, cómo elegir a los consejeros de lo que ahora se llama INE y a los magistrados del TEPJF. Primero, tendrán que hacer campaña y, eso aunque no lo admita, cuesta y mucho. Es una falsedad afirmar que de esa manera tanto unos como los otros ya no serán impuestos por los partidos políticos. ¿Quién decidirá si están aptos para las tareas? Por supuesto, tendrá que publicarse una convocatoria y ¿quién será responsable de tamizar las largas listas?

Si quienes se acerquen  para ser considerados candidatos, no conocen el derecho electoral y solamente cuentan con 90 por ciento de lealtad y 10 por ciento de conocimientos, las elecciones en México serán de quinta.

Plantear la desaparición de los plurinominales dejará sin representación a las minorías. La idea, sin embargo, no es mala porque el surgimiento de los diputados de partido en 1960, obedeció a que la poca oposición que existía ni ganaba una curul ni en kermes. Hoy todos los partidos políticos tienen sus clientes. Y podrían obtener la victoria en cuando menos un distrito.

Lo grave es suponer que se descubre el hilo negro y el agua tibia con los cambios drásticos que se pretende hacer. En lugar de desaparecer al INE y al TEPJF, órganos electorales que le confirmaron el triunfo en 2018, lo racional es fortalecerlos. Hace buen tiempo que los fraudes electorales prácticamente desaparecieron y su lugar lo tomaron el crimen organizado y el narcotráfico.

Sin autoridad vigilante del uso de recursos públicos, del límite de apoyos privados que mandata la Constitución, las elecciones se convertirán en una charada, una farsa, un engaño, una mentira más de quien pretende ser dueño del país.

Hoy se presume, de dientes para afuera, que en México existe la separación de poderes que funcionan como contrapesos entre sí para evitar los abusos desde las alturas de la política. No es ocioso señalar que “presionar a un poder” es fracturar la composición del Estado.

Sabedor de que gracias a la traición de Alejandro Moreno a cambio de algo inconfesable, pretende doblegar a 223 diputados de oposición y orillarlos a que sus compañeros partido opositores se dejen “convencer” por las buenas de que la reforma electoral beneficiará al país.

De pasada, si logra su objetivo, habrá desconocido que los Estados son libres para su conducción interior siempre y cuando no contravengan las normas establecidas en la Constitución.

Destruyendo las instituciones no se construye la democracia. Se ataca abiertamente para imponer un modelo de gobierno autocrático, que de suyo ha existe, para que después el pueblo alabe a su amo y señor. 

E-mail: jesusmichelmp@hotmail.com, Twitter: @misionpolitica, Facebook: misiónpolitica y en Misión, Periodismo sin Regaños, martes y jueves de 16 a 17 horas en Radio Cañón en el 760 de AM.

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