Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Devotos hasta morir. Es el sello de los morenistas reales y advenedizos. Es mostrar la incapacidad para desarrollar las responsabilidades adquiridas.
Cuando algo sale mal, llámese seguridad, empleo, delincuencia organizada, narcotraficantes, violencia, masacres y más, no es culpa del Gobierno federal. Tampoco de los gobernadores o presidentes municipales en ejercicio.
“Es culpa de los de antes”.
Es la fácil salida que encuentran todos los que muestran incapacidad para enfrentar la realidad y dejar de soñar en el mundo bizarro en el que se en encuentra la conducción del país y de los estados.
La masacre ocurrida en San Miguel Totolapan, en la sierra de Guerrero en la cual fueron asesinadas cuando menos 21 personas y más de 10 fueron hospitalizadas, deja una clara visión de que la no-estrategia para combatir a los criminales y reducir el control que mantienen en más del 35 por ciento del territorio nacional, es un fracaso.
Como pericos adiestrados para repetir todo lo que se le enseña, la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado Pineda, quien andaba como invitada especial de “mi amiga” Claudia Sheinbaum en el “informe extraoficial” rendido en el Auditorio Nacional, solamente expresó: es culpa de los anteriores gobiernos.
Sin desmentirla, porque en parte tiene razón, es inexplicable que desde su toma de posesión la violencia en la entidad vaya en aumento a pesar de que la Marina y el Ejército junto con la Guardia Nacional están presentes.
Claro, realizando rondines en las zonas detectadas como de alto riesgo. Solamente eso. Porque siempre llegan tarde, no tienen aparato de inteligencia que permita prever los eventos. Y la noticia es: el ejército acordonó la escena del crimen.
La reaparición de Los Tequileros provocará una serie de enfrentamientos con Guerreros Unidos y la Familia Michoacana, porque los tres grupos se diputan el control de Totolapan por la cercanía, la comunicación en la Sierra, que colinda con Tierra Caliente de Michoacán y alcanza el sur del estado de México.
La multiplicación de grupos armados y violentos alcanza la suma de 22. Destacan 14 y entre ellos se ubican el cártel del Sur y Los Rojos (o Los Jefes) que se disputan Chilpancingo y otros municipios de la región Centro; Los Ardillos operan en Tixtla, Chilapa, Olinalá y Quechultenango; Gente Nueva, en los municipios de Iguala, Teloloapan, Ixcapuzalco, Apaxtla de Castrejón, Canuto Neri, Huitzuco, Pilcaya, Tetipac, Tepecuacuilco, Cocula, Cuetzala del Progreso, Ixcateopan y Taxco.
Es verdad que no se incorporaron a Guerrero cuando llegó la Gobernadora. Sin embargo, por el tiempo que llevan operando, las autoridades federales y estatales saben dónde actúan, quienes los dirigen, de qué son capaces y qué tipo de narcóticos trafican.
Y nadie hace nada. La mandataria ha mostrado no tener idea o sí mucho de que se irriten los criminales que son bien conocidos y que se dan el lujo de pasear por Acapulco in que nadie los moleste. Ni el Ejército, la Marina y la GN están en los lugares precisos y en los tiempos adecuados para impedir las masacres, los choques entre ellos y la sangre se sigue derramando.
El presidente dice: nuestra estrategia está dando resultados. No los muestra. Bueno sí. A través de su empleado, Ricardo Mejía, informa que “se abrieron carpetas de investigación” o “se tienen identificados…”. De ahí pasa.
Y la cantaleta: es herencia de los gobiernos del pasado, se repite una y otra vez hasta que todos los empleados del presidente López, se la aprendan para difundirla a lo largo y ancho del país.
Doña Evelyn no es la excepción.
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