México, el Mundo y la Guerra en Ucrania

SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS

Hace ya varios días el presidente López Obrador sostuvo en alguno de sus discursos improvisados que México enviaría una propuesta de paz respecto a la guerra ruso-ucraniana, de paso agregó que el plan aplicaba para los diversos conflictos en el planeta y remató subrayando la inoperabilidad de la ONU para solucionar semejantes episodios bélicos. Reiteró el criminal papel de la Unión Europea, que en dos vías y de manera paradójica, azuza  la guerra a través de los paquetes que sancionan a Rusia y a la vez enciende el belisismo por la abierta ayuda a Ucrania al proporcionarle material bélico; el presidente mexicano remató de manera claridosa, al señalar el espléndido negocio que están haciendo las grandes compañías productoras de hidrocarburos,  de armamento modernísimo, en la producción de alimentos y otros insumos en demérito de la población mundial.

El portavoz ucraniano le respondió que su plan favorecía a Rusia y que la guerra no debía usarse para estrategias de política interna. La gritería en los medios de comunicación subrayó el sinsentido de la propuesta presidencial, indicó que revelaba una falta de análisis de las relaciones internacionales y de geoestrategia, lo menos lo calificaron de naif y cuando se escriben estas líneas todavía no sale la postura oficial mexicana a través de su representante en la ONU, el doctor Juan Ramón de la Fuente. Lo que sí ya salió en los medios es que Gustavo Petro, el presidente de Colombia, informó que estaba en pláticas con el gobierno mexicano para concebir y hacer una declaración conjunta acerca de la guerra en Ucrania, acerca de los otros conflictos, la evidente crisis económica de alcances mundiales y sus derivaciones que señalamos en el párrafo anterior.

Es una realidad que el presidente López Obrador se va por la libre y no consulta a sus asesores -en el plano diplomático- los cuales tienen que hacer una labor de reparación de daños; asimismo él carece del andamiaje temático y de las facilidades lingüísticas para llevar adelante una declaración o conferencia de prensa más allá de lugares comunes, repetitivos hasta el cansancio y de inexactitudes: lo único que provocan es que la afirmación presidencial pierda fuerza y se acumule en el anonimato del discurso sexenal. Si yo fuera el Presidente, y supiera de mis limitantes discursivas, sobre todo si se refieren a temas importantes, de mayor alcance y de resonancia internacional, jamás improvisaría; tendría un equipo de escritores especializado en los temas de la agenda presidencial y en los vericuetos del discurso. Ello daría fuerza a las posturas del gobierno de la república, pondría en aprietos a la oposición y, sobre todo, quedarían más claras las propuestas, posturas, protestas y acusaciones que desde la presidencia se quisieran hacer.    

Tras siete meses de guerra en Ucrania es evidente que desde el frente ruso han existido una serie de pifias. Ello comienza desde la relación entre el presidente Putin y sus subalternos; él, igual que Stalin, el zar Alejandro u otro de la casa Romanoff siempre vivieron alejados de lo que sucedía en la calle y la corte palaciega del Kremlin siempre ha dicho lo que el monarca quiere escuchar.

A Vladimir Putin le vendieron la idea que lo de Ucrania iba a ser un desfile triunfal, por ello acumularon en la frontera miles de camiones, tanques, lanzacohetes, etcétera, lo que era simplemente un error para cualquier estratega militar. Como en la Guerra de Crimea en 1853-1856, la ruso-japonesa de 1904-1905, la Primera Guerra Mundial, especialmente durante 1914 a 1917, la inocentada en la que cayó Stalin frente a los afanes de Adolfo Hitler (operación Barbarroja) en 1941 y lo que está sucediendo en Ucrania durante 2022, tienen en común denominador lo siguiente: 1.

El jefe de estado de Rusia-URSS-Rusia se vio envuelto en un conflicto menospreciando al opositor; 2. Los comandantes militares y navales se habían apoltronado dentro de la burocracia militar zarista-soviética-rusa, amén de ser malos estrategas; 3. El genéricamente llamado ejército ruso no era ni tan moderno, ni tan eficiente, ni tan organizado como los presumían sus comandantes; 4. En las guerras arriba mencionadas, las potencias occidentales siempre vieron con agrado el desgaste y eventual derrota de las fuerzas rusas; 5. El último, más sencillo y evidente: los países vecinos a Rusia-URSS-Rusia no la quieren, pueden soportarla no quieren imitarla y en el caso concreto del hoy conflicto en Ucrania, la odian. Por ello, Henry Kissinger hace meses subrayó la necesidad de buscar la paz porque entre más tiempo pasase y los daños fueran mayores, se complicaría llegar a un tratado de paz con posibilidad de duración. La postura de Kissinger fue silenciada por los medios, intereses y gobiernos de las potencias occidentales.

También ha sido un denominador común que los ejércitos rusos después de una inicial derrota se han recompuesto, surgió otra generación de comandantes más eficientes, se modernizaron, los ayudó el invierno ruso y pudieron revertir el original revés.

Y México ¿qué? Como se los dije a algunos colegas españoles y alemanes, el conflicto en Ucrania en términos reales nos queda lejos. Algunos mexicanos de origen judío ucraniano evidentemente sí los afecta; otros por llevarle la contraria a AMLO se inmolan en las redes sociales, pero al 98% de los mexicanos les preocupa la seguridad en su calle, en el transporte, los temblores septembrinos, el pariente que envía dólares desde los Estados Unidos. La guerra sí ha provocado el encarecimiento de muchos artículos y afortunadamente el gobierno mexicano está subvencionando el consumo eléctrico, de gasolinas, etcétera. Aquellos amigos europeos pagan 700 euros mensuales de luz (o sea 14 mil pesos por un departamento menos que mediano) y compran gasolina a 54 pesos el litro. Ya para terminar, los testigos del libre comercio, de la propiedad privada, de la libertad de mercado han nacionalizado en Alemania una compañía de petróleo ruso, y la UE -que son unos bribones- quiere imponer topes de precio a los hidrocarburos como sucede en la Venezuela de Maduro, en la Cuba de Canel… ¡¡unos comunistas!! Dios me guarde.      

 

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