Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Cada presidente le añade lo que a su conveniencia interesa.
El anoche no podía, de ninguna manera, ser la excepción.
Tres ¡Viva! Añadidos:
Muera la corrupción
Muera el Clasismo
Muera el Racismo
No, no fue un grito de viva de vivir.
Superó y con mucho a todos los antecesores.
Bastaron 2 minutos para sus vivas y mueras.
Y después, 13 para mirar no a lontananza sino a la derecha. Su esposa, lo tocaba el hombre y prácticamente lo jalaba, par que volteara a la izquierda.
¿Cambio de “ideología” o empezó la nostalgia adelantada?
Un Grito de Independencia en el que la Plaza de la Constitución se llenó… otra vez.
No fue, sin embargo, para aplaudir al caudillo.
Fue el retorno a la fiesta de ¿libertad? que durante dos años le robó a la gente un virus.
Momento para olvidar la realidad. Arrojar al cesto las deudas, los problemas, las enfermedades, las angustias.
Gritar y sacar el dolor guardado no por dejar de asistir, sino porque regresa en condiciones diferentes y sin aliciente que haga brotar la alegría de vivir y menos cuando se escucha el deseo de muera…muera…mera.
Un presidente que no saludó con entusiasmo a su “pueblo” y al que solamente en una ocasión le mostró la dentadura.
La mente estaba en otro lado. Quizá, solamente quizá, en el futuro tan corto que puede mirar… como presidente de México o, quizá, solamente quizá, en el largo espacio que dedicará a “construir el nuevo México” con o sin banda presidencial cruzada al pecho.
Después de sus 20 viva y sus 3 muera, durante 48 segundo jaló el cordón para hacer que el badajo golpeara la pared de la Campana de Dolores… tremoló, con la mano izquierda en escasas ocasiones el Lábaro Patrio, todavía con el águila al centro y de los colores originales: verde, blanco y rojo y con la serpiente atrapada. Nadie le jugó la mala broma de colocar el color guinda al centro, aunque entre los asistentes había banderas con ellas y en lugar del águila la figura del halcón… el presidente en turno.
Después vendría la música. Y el presidente, solamente miraba a la derecha. Su esposa, con un vestido color fucsia contrastaba con su casi azabache cabello. Ella taconeaba y llevaba en el cuerpo el ritmo de la música. Él, como militar: firme.
En su Grito, mencionó a los “héroes anónimos”, sin ubicar si se refiere a los migrantes -que sí mención{o- o sus ejércitos de “voluntarios” que se “parten el alma” para promover su proyecto de gobierno en donde, en el papel, solamente en el papel han sido ejecutadas la corrupción, el racismo y el clasismo.
Un Grito que no dejará huella en la historia. Ni siquiera por el orden de los iniciadores de la gesta independentista.
Era necesario verlo. Escuchar las arengas. Oír las respuestas del pueblo.
Y para mostrar que en el Colegio Militar hay paridad de género, la escolta de bandera que ingreso al salón principal la conformaron 4 varones y 2 mujeres. Ellas, por supuesta, atrás. Es decir, escoltas de las escoltas.
Después, los fuegos pirotécnicos hay que decirlo, mantienen la tradición: siempre iguales.
Un grito de Dolores o ¿con dolor?
Por cierto, hoy será la parada militar y el discurso presidencial que, por lo trascendido en la semana, no tendrá dedicatoria a Estados Unidos ni a la ONU ni a la OEA… ¿a quién irá dirigido?
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