Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Perder diputados cuando se tienen pocos, es una tragedia.
Es mayor si los que quedan, lo ignoran y ponen en riesgo una coalición que permitió al partido tricolor sobrevivir tres años más.
Rubén Morera, exgobernador de Coahuila y coordinador de los diputados del PRI en esta legislatura federal, o pierde fuerza o no le importa lo que hagan sus representantes populares.
La duranguense Yolanda de la Torre presentó el pasado jueves, cuando se discutía la iniciativa de Ignacio Mier Velasco -copió íntegro el texto presidencial- para la reforma de 4 leyes castrenses, destacando, por supuesto, la adscripción de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa, presentó una iniciativa para reformar el 5º. Transitorio de la Ley e la GN que precisa la presencia de militares en la institución hasta 2024 y ampliar el plazo hasta 2028.
Por lo que se sabe, los tres dirigentes -ninguno es líder ni en sus casas- del PAN, PRI y PRD, acordaron no acompañar la iniciativa que propondría la militarización de la seguridad con el cambio de dependencia de la GN al pasar de la de Seguridad Pública Ciudadana a la Defensa Nacional.
Una decisión que se toma en base a la moratoria legislativa pactada por la coalición Va por México y cuyo eje central es frenar cualquier reforma constitucional y oponerse, en lo posible, a la modificación de leyes secundarias.
Desde hace un par de meses, la coalición se cimbró con las denuncias en contra del dirigente del PRI, Alejandro Cárdenas, iniciadas por la sucesora, Layda Sansores, a través de audios y videos transmitidos en un programa llamado “La Hora del Jaguar” y en los que se le exhibió como corrupto y presunto delincuente.
La Fiscalía General de la República abrió una carpeta de investigación ante la denuncia formal presentada por la gobernadora en la cual se establece que, además, de la documentación obtenida por la Unidad de Inteligencia Financiera, se aportan pruebas de enriquecimiento ilícito, propiedades adquiridas durante sus tres años de mandato, asociación delictuosa y evasión fiscal. Entre otros señalamientos.
De regreso de un viaje a Ginebra, Suiza, en donde entregó una carta en la sede de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, el dirigente del PRI fue retenido en el Aeropuerto Internacional de México, por agentes de migración que, según el relato del campechano, le indicaron que había una ficha roja por lo cual tendrían que revisar su documentación.
Comenzaba a desmoronarse la figura del bravucón. En conferencias de prensa, denunció temer por su vida y la de su familia y responsabilizó al presidente de la República.
Dúas después, el fiscal general de Campeche, Renato Sales Heredia, obtuvo una orden para catear una de las propiedades del político. Los videos que subió el propio funcionario estatal, muestran que los elementos policíacos son fanáticos de las series de televisión. Llegaron, tocaron el timbre -a lo mejor no había corriente- y como nadie les abrió, utilizaron el llamado ariete 14 y prácticamente destrozaron la puerta.
La presión en contra de Cárdenas estuvo en aumento pasando por el audio difundido y en el que el senador Manuel Velasco Coello le informa que habló con el “número dos” y le pasó el mensaje: pórtate bien, están investigando. Y llegó el momento crítico: el fiscal campechano solicitó el desafuero del presidente de la Comisión de Gobernación en la Cámara de Diputados. La subcomisión instructora ya se instaló.
Muchos elementos se fueron juntando en la mesa y armando el rompecabezas que patrocinó el huésped de Palacio Nacional.
Ahora se advierte, la implosión.
La coalición se cimbra y todo indica que finalmente se romperá.
¿Quién es el culpable?
Porque a la vista hay dos: Alejandro Cárdenas y Rubén Moreira.
Sea quien fuere, ambos se convierten en los enterradores de los despojos del PRI.
El colofón lo ofreció el propio Cárdenas: “El PRI “no recibe ultimátum, ni acepta órdenes ni de aliados ni de adversarios. Siempre vamos a construir, en unidad y convicción, por el bien de México”.
La ruptura asoma y el funeral tricolor cada día está más cerca y se teme, con razón, que nadie acudiría al velorio.
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