José María Ramos García, Carlos Barrachina Lisón, Jimmy Emmanuel Ramos Valencia y Aurora Hernández Ulate. Las fronteras de México, Seguridad Nacional, Gobernanza y Desarrollo. Editorial Porrúa, CdMx, 2022, 168 páginas
DAVID MARKLIMO
México tiene frontera con Estados Unidos en el norte, con Guatemala y Belice en el sur. Eso lo saben todos los alumnos desde tercero de primaria. Ya lo que no saben es que cada frontera tiene su propia dinámica y sus propias coyunturas. Si bien, una característica geográfica de las fronteras mexicanas es la presencia de ríos, su cauce, su fuerza, su caudal son bastante distintos. El Usumacinta no es el Río Bravo, pues. Justo el libro de una serie de investigadores expertos en seguridad, Las fronteras de México, Seguridad Nacional, Gobernanza y Desarrollo, analiza las principales políticas y programas nacionales en materia de seguridad nacional en la frontera del sur; asimismo, destacan la relevancia de la política de seguridad fronteriza de Estados Unidos, considerando su influencia en la región. Entre los problemas fronterizos que impactan a nuestro país está el de la influencia del crimen organizado, que realiza actividades relacionadas con el narcotráfico, la migración irregular, diferentes tipos de violencia, tráfico de armas, lavado de dinero, contrabando de mercancías y trata de personas.
En estas páginas analizan los antecedentes, problemas y retos de la frontera sur desde la perspectiva de la seguridad nacional del Estado mexicano. También plantea una agenda estratégica basada en las principales fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas de la seguridad nacional, con una perspectiva de gobernanza multinivel y de desarrollo entre México, Estados Unidos y Centroamérica, en particular en los países del Triángulo Norte.
Hasta el año 2001 no se buscó, de forma expresa, contener los flujos migratorios procedentes de Centroamérica. Y aquí viene la primera paradoja, al menos en lo que se refiere a la frontera sur. Andrés Manuel López Obrador puso en marcha la propuesta en un enfoque planteado en a seguridad Humana y el derecho de emigrar. Sin embargo, dicho acercamiento conceptual, chocó con la voluntad política del presidente Donald Trump. Así. el gobierno federal mexicano se vio obligado a adoptar un enfoque de contención migratoria mediante la Guardia Nacional.
La visión militarista no se había visto con tanta contundencia en pasadas administraciones y fue contradictoria con lo planteado en el Plan Nacional de Desarrollo, pero fue una respuesta pragmática y realista frente a la presión de Estados Unidos en marzo de 2019. Ahora bien, esta realidad no deja de lado el hecho de que el gobierno mexicano ha planteado un Plan para el Desarrollo Integral de Centroamérica, en el cual son propuestas alternativas para reducir la emigración, mediante estrategias orientadas a promover la competitividad y el bienestar. Sin embargo, la presión del gobierno de Estados Unidos por mantener una agenda de contención migratoria y las consecuencias económicas de la pandemia del COVID -19 en la región, condicionarán la viabilidad del plan en el corto y mediano plazo.
Una segunda paradoja de la política de seguridad fronteriza mexicana es que, a pesar de prevalecer un enfoque centrado en la seguridad, no se ha logrado reducir la actividad del crimen organizado; en especial, el tráfico de drogas procedente de Centroamérica. Se estima que 90% del tráfico de cocaína que llega a Estados Unidos lo hace a través de México; ello refleja que, tanto para Estados Unidos como para México la prioridad es el control migratorio y que, el combate al crimen organizado y, en particular, al tráfico de drogas, es algo secundario. Esto explica el escaso número de decomisos de drogas por parte del gobierno mexicano en el primer año de la actual administración federal.
Estamos, pues, ante una breve investigación que pone en relevancia esas líneas que separan a nuestro país de sus vecinos. Líneas que, claro, se exponen a las paradojas de la geopolítica y de los distintos liderazgos políticos.
