SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS
Aunque desde los tiempos de la Guerra de Independencia se hablaba del partido realista y del partido insurgente y a lo largo de los tiempos republicanos existían las etiquetas del partido conservador, partido liberal y partido monárquico, ni unos ni otros eran organizaciones formales como las conocemos hoy en día, sino la reunión de personas con mismas preocupaciones y semejantes propuestas para resolver los problemas que enfrentaba el país. Ya en tiempos porfirianos los partidos se identificaron con un personaje determinado como los círculos porfiristas, reyistas y el magonismo que sucedió al partido liberal mexicano. Pasó el tiempo de la Revolución Mexicana con muchas etiquetas partidistas como el Partido Socialista del Sureste hasta que Plutarco Elías Calles se afanó en darle vida al Partido Nacional Revolucionario que luego cambio al PRM para luego metamorfosearse en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el cual se vio acompañado del Partido Acción Nacional que de tradición liberal decimonónica se encontraba a la derecha del “proyecto revolucionario” mexicano, como el Partido Comunista Mexicano que a lo largo de los tiempos estalinistas y luego bajo el marco de la Guerra Fría siguió los lineamientos marcados desde Moscú: el PCM estaba a la izquierda del PRI y los pregoneros de éste denunciaron que los comunistas tampoco eran parte del “proyecto revolucionario nacionalista” iniciado en 1910 por el liberal Francisco Madero. Pasaron las décadas del siglo XX y etiquetas como el PPS, el PARM (que lo liquidó el “preclaro” Porfirio Muñoz Ledo) ,el PSUM, PRT, PFCRN, PDM y demás lindezas acompañaron en los procesos electorales al partidazo de la Revolución, o se opusieron a la evidente conveniencia de que uno solo partido político en México ganara década tras década la presidencia de la república, como la inmensa mayoría de cargos producto de elecciones populares. Hubo varios momentos de quiebre en el concurso por transparentar la vida electoral en el país: la no elección de López Portillo ya que careció de contendientes registrados por partido alguno; la nacionalización bancaria a fines de dicho sexenio la cual quebró la confianza del empresariado de aquellos días; el supuesto fraude electoral de 1988 que empoderó a Carlos Salinas de Gortari.
Vale la pena reflexionar históricamente que las elecciones donde concursaron los candidatos perdedores Madero, luego José Vasconcelos, Andreu Almazán, Cuauhtémoc Cárdenas y López Obrador en el 2006, el destino, la existencia y el resultado de las papeletas electorales con sus respectivas actas distritales terminaron siendo quemadas, se perdieron, fueron obviadas. En ninguno de los casos señalados, la ciudadanía tuvo información certera o las herramientas para la contabilización de los votos en el sentido de, genuinamente fiscalizar el triunfo o la derrota del candidato opositor. Lo notable del triunfo panista con su candidato Vicente Fox fue que, en tiempos contemporáneos, desde las alturas del gobierno federal fuera el propio Presidente de la República el que de inmediato reconoció el triunfo del guanajuatense: ello fue un hito en los anales de la historia de las elecciones en el país. Pero el poder corrompe y seis años después el fraude electoral acompañó a Calderón Hinojoza durante toda su gestión…y más allá. Él no disfrutó de la legitimidad electoral que sí tuvo Peña Nieto y que cobija a la administración de López, a pesar de los yerros que pudiera estar cometiendo.
Pero si bien los párrafos anteriores se refieren sucintamente a los partidos que han existido en México y a diversos procesos electorales, lo que verdaderamente sí es un hoyo negro, de experiencias calamitosas como las que se suceden en las películas y series de televisión de argumentación distópica, son lo violentos laberintos en la vida interna, reglamentos y dirigencias de los partidos políticos en México.
La disciplina al interior del PNR-PRM-PRI llegó a tal grado que aquellos individuos que quisieran salir como candidatos del partido y ganar la contienda llegaron a tragar sapos; el que se movía no saldría en la foto y los que se oponían a las listas y al palomeo que se ejercitaba desde las altas esferas del poder terminaron rumiando su ostracismo políticp. Pero actitudes semejantes también se sucedieron al interior del PCM, que a lo largo del siglo XX hizo varias purgas al interior de sus filas y donde tampoco se podía disentir de lo que como verdades pétreas bíblicas señalaban sus líderes y doctrina política. Pero que no se levanten el cuello los panistas porque deben recordar el bloqueo que le hicieron a González Morfin en 1976 y el progresivo secuestro que han realizado elementos a la derecha del PAN histórico, ello sin olvidarnos que a lo largo de este siglo XXI se mimetizaron con los usos y costumbres del tricolor. ¿Qué decir de la tendencia a atomizarse de los partidos de izquierda? ¿Qué decir de los innumerables ejercicios internos para elegir dirigencias partidistas que terminaron en una serie de interinatos? Afortunadamente el PRD casi ya no existe y MORENA padece de las mismas dificultades de sus hermanastros de la izquierda, pero también al interior de los azules, tricolores, naranjas etc. Están imposibilitados de pasar con buenos resultados la prueba del ácido: ofrecer al público interesado sus respectivos listados de afiliados al partido y organizar de manera independiente la elección de sus dirigencias partidistas. ¡Es el colmo! Pero así son los partidos en este país de Huitzilopochtli.