SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS
Cuando se escriben las presentes líneas han salido en los medios de comunicación y en las redes sociales muchos comentarios acerca de la crítica que en contra de Carlos Alazraki hizo el presidente López Obrador. Éste señaló que el comunicador era tan conservador que parecía hitleriano y que aparentaba haber olvidado que, si bien los dictadores totalitarios de la Segunda Guerra Mundial ya habían muerto, las corrientes como el nacional socialismo, fascismo, estalinismo y las ideas de “El Movimiento” aupado por el franquismo español pervivían en el mundo contemporáneo. La segunda parte de dicha declaración es correcta porque semejantes corrientes ideológicas gozan de cabal salud en los Estados Unidos, Polonia, Ucrania, España, Italia y como rémoras en países retardados como el nuestro; en dichos estados los neofascistas están organizados en partidos políticos, movimientos reivindicatorios de alguna causa, utilizan canales de comunicación y marcas establecidas que potencializan el poder que tiene la WEB. Paulatinamente han desarrollado todo un discurso de odio que, sustentado en verdades a medias o francas mentiras ha resultado en afirmaciones categóricas que las lanzan a los cuatro vientos.
De muchos años atrás leo poco a Alazraki, no me gustan sus cartas aunque reconozco que algunas sí las escribió de manera objetiva, pero el programa de televisión señalado por el Presidente, con Pages y Lozano es verdaderamente varios escalones abajo. Yo no hubiera afirmado que parecía hitleriano sino que la forma de su argumentación, el soez lenguaje del programa, las verdades a medias y el comportamiento corporal recuerdan cualquier contemporáneo discurso o entrevista que los estudiosos de la política podrían etiquetarlo de típicamente fascista.
La comunidad judía en México protestó contra lo dicho por el Presidente y con razón señaló que lo relacionado con Adolfo Hitler, el hitlerismo y la ideología del nacional socialismo debería ser manejado con precisión. Sin embargo y concretamente respecto al fascismo, debe recordarse que en el propio estado de Israel como en diversas comunidades de judíos en los Estados Unidos existen en la actualidad posturas, discursos y acciones muy violentas que recuerdan al fascismo histórico, pero con temática del mundo contemporáneo; invito a mis lectores a que busquen en la WEB artículos académicos bien fundamentados, publicados por revistas universitarias y por organizaciones que luchan por la tolerancia política, los cuales describen perfectamente el comportamiento y la ideología del fascismo actual.
Durante el ambiente de confrontación que antecedió a la Segunda Guerra Mundial, el italiano Palmiro Toggliati escribió un libro cuyo título es Lecciones sobre el fascismo. La composición de los capítulos describe como el Partido Nacional Fascista logró posicionarse en el cuerpo de la sociedad italiana. Describía la forma como en las escuelas, los docentes no solamente debían pertenecer al Partido, sino que los contenidos educativos eran los que el Partido señalaba. Los profesores eran vigilados por los alumnos y por las autoridades escolares, éstas por aquellos dos y por el personal administrativo, y todos por el Partido Nacional Fascista. Dicho esquema de contenidos ideológicos, de vigilancia total y por lo tanto de carencia de crítica se repetía en las oficinas gubernamentales, en las empresas, en los sindicatos de la única central permitida que, obviamente era la fascista, en los medios de comunicación y en la propia familia: a los pequeñines se les adoctrinaba para que vigilaran a sus padres y denunciarlos si hablaban mal del Líder, si criticaban al Partido o se burlaban de la parafernalia fascista. El fascismo italiano fue la escuela del nacional socialismo alemán y sus adláteres en Noruega, Bulgaria, Rumanía, España y varios países en América del Sur; ello sin olvidarnos de sus pasmosas semejanzas con el Partido Comunista de la URSS y temporalmente después con el Partido Comunista Chino y a lo largo del siglo XX con otros experimentos en Cuba, Vietnam, etcétera. Ciertas formas de organización sectorial tipo fascista se reprodujeron en los mexicanos Partido Nacional Revolucionario de raigambre callista y Partido de la Revolución Mexicana en tiempos de Lázaro Cárdenas, porque a pesar de la hipocresía post Segunda Guerra Mundial, los regímenes totalitarios de los años 1920 y 1930 fueron muy populares por igual en los Estados Unidos, Francia, Japón y Argentina.
El mundo liberal del siglo XX se opuso a la visión única de un solo proyecto político, a la existencia de un solo líder carismático -aunque los pueblos votaron por políticos muy populares como Charles de Gaulle-, propiciaron la circulación de las ideas y la diversidad de las expresiones artísticas. Sin embargo, estudios recientes han desmenuzado políticas de la Guerra Fría en los países occidentales -que todavía hoy dura- los cuales a lo largo de décadas propiciaron ciertas posturas sobre el mundo en relación a otras, a ciertos artistas sobre los contestatarios, determinados modelos económicos sobre los más estatistas. En fin, tampoco era la democracia y el mundo libre el paraiso que se enseñaba en los libros de texto y en las películas de moda de Hollywood. Lo que la ciudadanía pide a los medios de información y a sus autoridades es más veracidad y ello por igual se lo debemos exigir a Alazraki como al presidente López Obrador: menos etiquetas y calificativos, más datos comprobables.