Cuando el río [Bravo] Suena…

Raúl Mondragón von Bertrab

El líder mexicano ha impulsado una agenda energética que amenaza a las empresas estadounidenses y a menudo utiliza su tribuna para desacreditar e insultar personalmente a quienes cuestionan su gobierno.

La economía se está desmoronando, la violencia va en aumento y ahora México —y no Centroamérica— se ha convertido en la mayor fuente de migrantes que llegan a la frontera con Estados Unidos.

Incluso luego de la amigable ofensiva emprendida por el embajador, el mandatario mexicano lideró un boicot a una gran cumbre organizada por el gobierno estadounidense en junio, lo que avergonzó a Biden a nivel global.

“El embajador tiene la impresión de que es cercano a AMLO”, dijo Duncan Wood, vicepresidente de estrategia en el Wilson Center. “¿Hay algo que lo demuestre? No veo nada”.

La gestión de Biden, dijo Wood, “está siendo manipulada por AMLO”.

Natalie Kitroeff y María Abi-Habib, The New York Times, 5 de julio de 2022.

Dice el Presidente, el de México, esto es, que no pasa nada, absolutamente nada. Que antes, un “periodicazo” como el de The New York Times del cual tomamos la epígrafe del presente, era “demoledor, tremendo”, pero ya no. En la realidad paralela en la que se vive dentro de la administración de la autoproclamada “Cuarta Transformación”, en ese metaverso que parece ser Palacio Nacional, el señalamiento por uno de los diarios más importantes de la nación más poderosa del mundo, citando a funcionarios de aquel gobierno y acusando a su propio Embajador de tener una cercanía preocupante y por ende sospechosa con el mandatario mexicano, es un hecho más.

Desde fuera del gabinete, parece que el gobierno mexicano se ha dedicado a llenarle el buche de piedritas -siguiendo con los refranes- al de los Estados Unidos. Primero, el máximo representante de nuestro país se tardó en reconocer el triunfo de Biden. Luego, su reforma eléctrica, comandada por un personaje controversial, por decir lo menos, a ojos de los vecinos, ha afectado los intereses comerciales estadounidenses. Recientemente, boicoteó la llamada Cumbre de las Américas, abogando motu proprio por las disonantes dictaduras latinoamericanas de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Y, last but not least, como dirían allá, en pleno 4 de julio, Día de la Independencia norteamericana, López Obrador intervino en materia de Justicia en aquel país, declarando que si Julián Assange no es indultado y es condenado a la pena máxima -que, por cierto, en algunos estados sigue siendo la pena de muerte, no la cadena perpetua- y a morir en prisión, será preciso comenzar una campaña para desmontar la Estatua de la Libertad, que “entregaron”, dijo, los franceses, “porque ya no es [sic] símbolo de Libertad.”

Breve paréntesis: el monumento bajo ataque no es solo un muy preciado símbolo de libertad y democracia para los neoyorquinos y los demás estadounidenses, es también un testimonio de la amistad con Francia que diseñó no otro que Gustavo Eiffel. Se trata de un esfuerzo conjunto entre las dos naciones, pues los franceses fueron responsables del ensamblaje de la estatua y los americanos de la construcción de su pedestal.

¿Dónde quedó la diplomacia? ¿Dónde la no injerencia? Tras la mañanera del lunes 4 de julio, la Doctrina Estrada es una institución mexicana más que agoniza.

El término “cortina de humo” tiene orígenes militares. El primer registro de su uso tuvo lugar en la Batalla de Macao entre holandeses y portugueses, donde los aquellos usaron pólvora húmeda para poder desembarcar bajo el manto de la humareda. La Real Academia Española lo define como esa “masa densa… que se produce artificialmente para dificultar la visión” y también como “artificio de ocultación”.

A propósito de la simbólica estatua antes referida y de que en días pasados el Presidente López insultó al comunicador Carlos Alazraki, judío, al llamarlo “hitleriano”, y dadas las múltiples reacciones pensantes en defensa del agraviado, es necesario puntualizar que los mexicanos estamos hartos de los artificios de ocultación, de las cortinas de humo de este gobierno que no alcanzan para disimular su incapacidad y para tapar la intensa y casi policial intermitencia de los problemas de fondo que aquejan a la nación mexicana. 

Entre tanto circo, maroma y teatro, otra noticia levantaba discreto vuelo en Twitter: el hombre negro de la administración calderonista habría señalado procesalmente a un hombre gris de la presente como vínculo con una organización muy mentada, precisamente, en donde la Estatua de la Libertad recibe a los cansados, a los pobres, a las masas que añoran respirar en libertad. Por eso no hay que buscarle ruido al chicharrón.

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