*Ejemplos: la Fuente de la Cibeles, la Diana Cazadora, el Salto del Agua y la de los Coyotes
*También la de las Ranas y de la Templanza, la de El Quijote y la del Idilio
*O Bien, la de Nezahualcóyotl; la de los Novios; y las de Antropología.
*Y las 10 fuentes de la Alameda Central, de Tritones, Querubines y Dioses
*Disfrútelas en la Exposición “Las Fuentes de la Ciudad de México”
*Está Allá en el Parque Luis Cabrera de la Colonia Roma Norte III
SUSANA VEGA LÓPEZ
Dicen que para ver el arcoíris primero hay que disfrutar, soportar, gozar, tolerar, o complacerse con la lluvia al tiempo que los rayos solares descomponen la luz…, aunque en ocasiones sólo basta con esperar a que el sol se encuentre en el lugar indicado, pararse frente a una fuente que salpique el agua a cierta altura y contemplar este fenómeno óptico que a todos sorprende.
Las fuentes se componen de agua, arte, monumento e ingenio. Son obras arquitectónicas que dan vida, que embellecen el lugar, que tienen historia, recuerdos -buenos y malos-, que se encuentran en muchos rincones de la ciudad, en casas particulares, edificios públicos, parques, avenidas, centros comerciales, museos, iglesias, en vías de comunicación…
Dicen que surgieron en la Edad Antigua cuando aparecen las primeras civilizaciones. Ya en la Edad Media, los musulmanes las construyen en palacios, edificios, patios, sitios de oración o en aquellos lugares que, consideraban, iban a ser de utilidad y donde se daban cita los pobladores.
Los árabes aseguran que el agua tiene propiedades para purificar el cuerpo y el alma. Durante el Renacimiento se buscó la perfección estética de las fuentes y ya en la época moderna se les puso luz y sonido para dar paso a las fuentes bailarinas o saltarinas que entretienen al transeúnte; que divierten a quienes las utilizan como alberca o en donde los indigentes o personas sin lugar las usan hasta para lavarse o incluso bañarse.
La Ciudad de México tiene su historia en cuanto a fuentes se refiere. Para 1660 las fuentes se encontraban en todas partes para abastecer de agua a los vecindarios. Aunque muchas han desaparecido, nunca han dejado de surgir. Se sabe que entre 1952 y 1964 se construyeron 104 fuentes en toda la ciudad.
Cuando dejaron de funcionar como proveedoras de agua, se convirtieron en puntos de encuentro, en espacios de reflexión, en oasis de paz en medio del bullicio urbano, apunta la introducción de la exposición “Las Fuentes de la Ciudad de México”, en el Parque Luis Cabrera de la colonia Roma Norte III, con textos de Aram Ponce Franco y Yazmín Guerrero Reyes.
Son muchas poco conocidas y pocas las renombradas como la Fuente de la República (inaugurada en 2007) -a un lado del Monumento a la Revolución-. diseño de Manuel Felguérez. Se trata de chorros de agua que salen del piso y alcanzan una altura aproximada de dos metros, donde los visitantes disfrutan de “torear” el momento en que brota el agua para no mojarse, aunque finalmente lo hacen.
Famosa es la Fuente de la Plaza de la Cibeles donada en 1980 por la comunidad española en México como símbolo de la hermandad entre ambos países. Se trata de una réplica de la fuente madrileña que representa a la diosa Cibeles, erguida y poderosa sobre un carruaje tirado por leones. Se localiza en la antigua Plaza Miravalle, en alusión a la Condesa a la que le pertenecieron esos terrenos.
La Flechadora de la Estrella del Norte, mejor conocida como La Diana Cazadora, la realizaron el arquitecto Vicente Mendiola y el escultor Juan Fernando Olaguibel, inspirados en Diana, la diosa romana de la caza y la luna. Es una estatua hecha en bronce e inaugurada en 1942. Dicen que la estatua original se encuentra en Ixmiquilpan, Hidalgo. Desde 1992 se encuentra en la Glorieta de Reforma, entre las calles de Reforma y Sevilla. Por casi 50 años el nombre de la modelo fue un secreto. Ahora se sabe que Helvia Martínez Verdayes, entonces estudiante y secretaria, fue quien posó desnuda para inmortalizar su cuerpo y renunció al pago a cambio de no revelar su identidad.
La Fuente de Petróleos (también obra de Mendiola y Olaguibel) conmemora el acto de la Expropiación Petrolera que realizó el presidente Lázaro Cárdenas en 1938. Realizada en bronce y cantera, el conjunto alcanza los 20 metros de diámetro en su base y otros 20 metros de altura. Esta magna obra se observa desde la avenida Reforma, a la entrada de Lomas de Chapultepec.
Muy concurrida es la Fuente de los Coyotes, en Coyoacán. Es un diseño del artista Gabriel Ponzanelli que se ubica en lo que antiguamente fue parte del atrio de la Iglesia de San Juan, ahora Jardín Centenario. En su centro sobresale una pareja de coyotes, emblema de la alcaldía.
En Belisario Domínguez, S/N, en el centro de la ciudad, (antiguo barrio de Santa María Cuepopan) se yergue una fuente de cantera desde donde se observa la Capilla de la Concepción, una obra franciscana del siglo XVI.
En la colonia Doctores, en el Jardín de las Artes Gráficas, se encuentran las fuentes que estuvieron por muchos años en el Zócalo, en la Plaza de la Constitución. Un diseño que elaboró el arquitecto Lorenzo de la Hidalga como parte de un proyecto en homenaje a los héroes de la Independencia, que encargó el gobierno de Antonio López de Santa Anna.
Y qué decir de las 10 fuentes de la Alameda Central donde el tema gira en torno a personajes mitológicos, tritones, querubines, animales y dioses como Venus, Mercurio, Neptuno, Perséfone… Por cierto, cuentan que la fuente más grande, la conocida como La Victoria, la vaciaron para llenarla de vino y festejar con el pueblo la entrada a la ciudad de los revolucionarios. O que, en alguna ocasión, a Santa Anna se le ocurrió verterles bebidas con alcohol (vino, sidra o ponche) como parte de sus excentricidades que lo caracterizaron para celebrar una batalla ganada.
En tanto, en las tres secciones del bosque de Chapultepec se encuentran más de 100 monumentos y fuentes como la Fuente de las Ranas; la fuente de la Templanza; la Fuente del Quijote; la Fuente del Idilio; la Fuente de Nezahualcóyotl; la Fuente de los Novios; y las fuentes de Antropología.
Entre 1755 y 1779 se construyeron la Fuente de Chapultepec, la Arquería de Chapultepec y la famosa fuente Salto del Agua, en el Eje Central Lázaro Cárdenas (antes Niño Perdido) y la calle Arcos de Belén, donde terminaba el acueducto de 904 arcos de los cuales sólo se conservan 20. Por órdenes del virrey Antonio María de Bucareli se construyó en 1779. Su nombre Salto del Agua se debe a que allí terminaba el agua que venía sobre los arcos y parecía dar un salto al momento de caer sobre la concha de piedra de la fuente.
El tema es que las fuentes son un atractivo para propios y extraños; turistas nacionales y extranjeros, que en ocasiones pasan desapercibidas, por lo que la exposición hace un llamado a no pasar las fuentes de largo o a volverlas a mirar, pero con una nueva perspectiva.