Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
La orden fue tajante: deben trabajar 16 horas, dormir 5 y utilizar 3 para afilar el diente.
Sin embargo, cuando menos los 3 que quieren reposar sus glúteos en la Silla del Águila no trabajan ni siquiera un turno de burócratas.
Dos de ellos están contagiados de Covid-19; el otro anda inaugurando módulo de Registro Público Vehicular (Repuve) en Puebla.
El otro, que no es corcholata y parece trabajar si no las 16 sí 12 horas, pide al trío respetar la Constitución y las Leyes electorales.
Cuentas de WhatsApp a “disposición” de los “ciudadanos” que quieran saber para qué quieren habitar Palacio Nacional, porque ya no hay casa presidencial. Ahora Los Pinos “son del pueblo”. La ostentación fue demasiada para el sucesor del último que habitó en el viejo terreno de La Hormiga.
Ninguno del trío, dos ellos que tocan el piano y las maracas y ella la guitarra, se desafinan todos los días… desafían la Ley y olvidan la protesta de Cumplir y hacer cumplir la Constitución y las Leyes que de ella emanen.
Y el que dice dirigir el oficialista partido, pretende que el trío no provoque divisiones en el nada respetable núcleo de asistentes a la charada.
Como el que manda los deja hacer todo mientras la autoridad electoral, si es que en realidad existe, asume su responsabilidad y obliga al trío a bajarse del escenario antes de que los abucheos los obligue.
Cada cual, por su lado, muestra que “tienen voz” para alcanzar el DO de pecho. Los tenores no se saben la letra de la ópera de Giacomo Antonio Domenico Michele Secondo Maria Puccini y el director de la orquesta es incapaz de hacer sonar la batuta en el atril.
Así que, a destiempo, entran las voces para tratar de interpretar el aria que les permite el lucimiento.
Fuera del marco legal, se presentan en los diversos auditorios. Hay ocasiones en las que el trío suelta la garganta. En otras, hay duetos y en las más de las presentaciones cada quien se presentada como solista… se escuchan los tonos equivocados.
A ciencia cierta, en estos momentos, nadie quiere adquirir los boletos para la función del primero domingo de julio de 2024. Los promotores de los tres aseguran que quien no compre su ticket se perderá la función.
El problema es que se desconoce quien ofrecerá el concierto. ¿Una soprano?… ¿dos tenores?… ¿un barítono?…
El público compra después de escuchar los ensayos en las plazas públicas, en donde no se paga por ver y oír, antes de comprometerse a empeñar el auto para cubrir el costo del “gran espectáculo”.
Porque no es un solo concierto. Serán ¡2 mil 190!
Claro, si la soprano, los tenores y el barítono no deciden ir a otros países para hacer sus presentaciones o se enferman y tienen que ser atendidos en el Hospital Central Militar por “una revisión de rutina”, aunque su internamiento se deba a un cateterismo o una operación de garganta para restaurar las cuerdas vocales, aquella que sirven para designar en anatomía al par de pliegues de la mucosa laríngea que abren o cierran la glotis y vibran para producir la voz.
Al final de una pre pre pre campaña, el trío que tiene contrato, se separará y quien cante mejor se quedará seis años bajo la batuta del director que habrá de ejercer su poder desde Palenque. El barítono, el respetuoso de la ley, abandonará la carrera de no obtener el beneplácito del respetable.
En síntesis: encarrerado el ratón que se vayan a … ¡Palenque!
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