*Cómo ha Sido la Construcción, a la Larga, de los Estados Fallidos
*Tampoco Libertad de Mercado, Como la Escuela de Chicago con Milton Friedman
*Urge Abrir el Debate Sobre los Límites del Estado Liberal y la Justicia Social
EZEQUIEL GAYTÁN
Soy de la opinión que la dicotomía igualdad o libertad es falsa. Pero pareciera que a muchas personas les parece razonable escoger entre una u otra postura y con ella gobernar. Esa discusión lleva siglos. En lo personal considero que uno de los mejores ensayistas sobre el tema fue el francés Michel de Montaigne (1533-1592) quien reflexionó y concluyó que lo ideal es libertad con igualdad e igualdad con libertad. Pero que, en lo general, la gente prefiere la libertad. Con el paso del tiempo pareciera que el galo tiene razón. Tan es así que las migraciones humanas por motivos políticos en el siglo pasado fueron cuantitativamente muy superiores de los países socialistas a los capitalistas. En otras palabras, fueron más los alemanes de sector oriental que felices se trasladaban al sector occidental cuando cayó el muro de Berlín, por citar un ejemplo.
Que quede claro, de entrada, sostengo que las desigualdades sociales son condenables y repruebo los modelos económicos que desencadenan extremos de opulencia y de miseria. De ahí que mi postura es que el Estado tiene una responsabilidad política y socioeconómica impostergable que consiste en regular las fuerzas del mercado e impulsar decididamente políticas distributivas. En otras palabras, es necesario un Estado interventor con una clara política de favorecer el bienestar social. Por lo cual la idea central es que los modelos de desarrollo impulsen la productividad, estimulen la innovación y fomenten el políticas industriales y comerciales. Simultáneamente deben aplicar políticas sociales de fortalecimiento a la alimentación, salud, educación, trabajo y vivienda. La labor política, económica y administrativa de un gobierno es equilibrar la triada justicia social-productividad-libertad.
Las experiencias de los países socialistas de Europa oriental son claros ejemplos de que los gobiernos cayeron en la falsa dicotomía, prefirieron la igualdad sobre la libertad en nombre de la justicia social y fueron, a la larga, Estados fallidos. En el otro extremo podemos encontrar las experiencias latinoamericanas que, en nombre de la libertad de mercado, bajo el modelo la escuela de Chicago con Milton Friedman a la cabeza, desencadenaron masas inmensas de grupos marginados y pobreza extrema.
Consecuentemente es clara la necesidad de abrir el debate acerca de los límites del Estado liberal y la justicia social, así como marcar lindes de intervencionismo y de regulación. No es posible regresar a la vieja concepción del Estado Gendarme que suponía que la mano invisible del mercado era eficaz y se autoregulaba. Tampoco es deseable volver los ojos atrás, acotar las libertades y los derechos humanos y en nombre de una estricta distribución de la riqueza con políticas asistencialistas impulsar los monopolios de Estado.
El siglo XXI está marcado como el que irremediablemente tiene un compromiso serio con la humanidad y con la naturaleza. La responsabilidad de los Estados, de las sociedades y de los industriales y comerciantes sigue siendo la justicia social, pero es diferente a la de la centuria pasada pues estamos asfixiando irracionalmente al planeta. Hoy debatir acerca de libertad o igualdad tiene un marco referencial de compromiso con las futuras generaciones. Por eso es importante cierto intervencionismo del Estado, pero bajo la idea del desarrollo integral con la democracia.
Las libertades que se desencadenaron con la Revolución Francesa son conquistas populares irrenunciables. La humanidad tiene derecho a una vida digna consistente entre otras cualidades a votar responsable y libremente por sus gobernantes, también están sus deberes y obligaciones, entre los que destacan la asimilación de la cultura de la legalidad y el comportamiento cívico y ético que fortalezca el pacto social. No se trata de cometer atropellos en el nombre de la libertad de mercado y tampoco se trata de restringir libertades en nombre de una ideología estatista. Se trata de aspirar a la justicia social con libertad y equidad.
La economía mixta tiene cualidades tales como su elasticidad con las políticas socioeconómicas y públicas. Es un modelo intermedio entre el capitalismo insaciable y el socialismo asfixiante. Requiere sensibilidad política, entendimiento del contexto social interno y externo y capacidad de convocatoria al dialogo permanente entre las fuerzas productivas que inciden en el mercado y la vida nacional.
Es cierto que el modelo neoliberal detonó injusticas sociales, por lo que se requiere enderezar el péndulo de las oportunidades y la justicia social, pero no es dividiendo a la sociedad, ni ahuyentando a la inversión y mucho menos amagando con posturas radicales maniqueístas. La libertad con igualdad es el propósito de un gobierno responsable.
Léase, impulsar la productividad a fin de generar riqueza que racionalmente se derrame en favor de todos, pero no será posible si no hay riqueza que distribuir.