A la Vuelta de la Esquina
IVÁN RUIZ FLORES
Es innegable, México es uno de los países del mundo donde la tierra constantemente está solicitando ayuda ante la desertificación que padece y las constantes sequías. Es el caso, hoy, los meteorólogos advierten de las penas que habremos de vivir en los campos mexicanos, debido a las alturas temperaturas y a la escasez de lluvias… hasta ahora.
La consigna de la ONU, por desgracia, tiene oídos sordos en las tierras mexicanas, sede del gran ejemplo de la destrucción verde en el mundo. Sí, la depredación de la selva que se lleva a cabo por el capricho de establecer el Tren Maya es inaudita. No hay nadie que le haga entender al que dio la orden, la depredación que llevará a cabo. Creemos que tampoco le importa, siempre y cuando se salga con la suya.
La Selva Húmeda de México (de acuerdo al INEGI de otros tiempos) cubre 91 565.6 kilómetros cuadrados del territorio nacional, lo que representa 4.6%. Se ubica en el sureste del país, principalmente en el norte de Chiapas (Selva Lacandona), así como en el sur de Tabasco y Campeche, lugares donde llueve mucho.
Aunque ya ha sido deforestada en estos últimos tres años por órdenes del gobierno federal, las partes que se han salvado, aun contienen 444 especies de orquídeas consideradas endémicas y un ejemplo que otorga la institución es la vainilla.
Expone, además, la existencia de cacao, chicozapote, grandes árboles, como la caoba, el hule (de 20 a 30 metros de altura), lianas, bejucos, arbustos y en fin toda la riqueza que pretenden destruir. Y seguramente lograrán dicho objetivo si pasan sobre los ordenamientos judiciales que ya están prohibiendo la depredación.
Tal vez por ello México esté de medio luto en la materia. Sí, en este mes que se celebra el 17 de junio por la ONU, el Día Mundial para Combatir la Desertificación y la Sequía.
México se ubica entre los países que no se salvan del azote de la sequía, de ahí la importancia de apoyar y contribuir para lograr soluciones y herramientas para combatir la desertificación.
La ONU señala que la desertificación es la degradación de la tierra en las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas. “Está causada fundamentalmente por la actividad humana y las variaciones climáticas”.
Añade: “Este proceso no hace referencia al avance de los desiertos existentes. La desertificación se debe a la vulnerabilidad de los ecosistemas de zonas secas, que cubren un tercio de la superficie del planeta, a la sobrexplotación y el uso inadecuado de la tierra. La pobreza, la inestabilidad política, la deforestación, el sobrepastoreo y las malas prácticas de riego afectan negativamente a la productividad del suelo”.
Resalta el organismo internacional que esta materia “…requiere una importante atención, aún más en estos tiempos. Cuando la tierra se degrada y deja de ser productiva, los espacios naturales se deterioran y transforman. Por ende, las emisiones de gases de efecto invernadero aumentan y la biodiversidad disminuye. También supone la existencia de menos espacios silvestres que amortigüen las zoonosis, como la COVID-19, y nos protejan de fenómenos climáticos extremos, como las sequías, las inundaciones y las tormentas de arena y polvo”.
Y de ahí que la ONU hace un llamado a la comunidad mundial “para que tratemos la tierra como un capital natural preciado y limitado que debemos restaurar”.
Precisa: “Cada uno de nosotros tenemos una función que cumplir porque el futuro es un tema que nos afecta a todos”.
Y para que seamos cuidadosos, cautos y prudentes, nos recuerda mediante el “¿Sabías que…?
“-El número y la duración de las sequías se ha incrementado un 29% desde el año 2000:
“-Cada año 55 millones de personas en el mundo se ven afectadas por sequías
“-Para 2050 se espera que las sequías afecten a tres cuartas partes de la población mundial
“- Entre 1900 y 2019, las sequías afectaron a 2.700 millones de personas en todo el planeta y provocaron 11,7 millones de descesos.
De ahí que en México tengamos trabajo por realizar, ya que las selvas húmedas, por ejemplo, se distribuyen casi exclusivamente en la vertiente del Atlántico, desde el sur de San Luis Potosí a lo largo de Veracruz hasta Tabasco y en el sur de la Península de Yucatán.
Además, se encuentran en una angosta franja de la vertiente pacífica de la Sierra Madre de Chiapas, así como áreas de menor tamaño en las faldas bajas de la Sierra Madre del Sur de Oaxaca y Guerrero, por lo general en terrenos por debajo de los 1,200 metros sobre el nivel del mar.
Dicen los expertos que son los ecosistemas con mayor riqueza de especies. El 99% de sus éstas se originaron en el sur del Continente Americano y tienen una distribución amplia.
Otra explicación es que, por otra parte, las selvas secas se desarrollan en climas del trópico húmedo y subhúmedo. Su nombre se debe a que durante el estiaje más del 50% de sus especies pierden las hojas.
También se encuentran a lo largo de la costa del Pacífico (hasta el sur de Sonora en su límite norte), a lo largo de las faldas bajas y los cañones de la vertiente del Pacífico de la Sierra Madre Occidental, en las planicies, llanuras y otras zonas bajas e inundables de la Península de Yucatán y el sur de Veracruz y Tabasco.
“En las selvas secas viven alrededor de 6,000 especies de plantas. Casi el 40% de sus especies son endémicas, es decir solamente se encuentran en estos ecosistemas y están adaptadas a la sequía. Entre las especies que la habitan hay una gran variedad de copales”.
Y como somos tierra de selvas… se explica que, “…por otro lado, las selvas espinosas se desarrollan en condiciones más secas que las correspondientes a las selvas secas, pero a su vez más húmedas que las propias de los matorrales xerófilos y, a diferencia de éstas últimas, que se restringen a cerros o laderas con suelos someros, el bosque espinoso es frecuente en suelos profundos”.
Luchemos pues contra la depredación y las sequías, producto en gran medida de la destrucción de los bosques, ya que la tala se ha incrementado severamente en los últimos tres años. El control dejó de existir… si es que alguna vez lo hubo.
