La Política Interna Británica

ITZEL TOLEDO GARCÍA

Del 2 al 5 de junio tuvo lugar en Reino Unido el Jubileo de Platino de la reina Elizabeth II para celebrar los setenta años que lleva a cargo del trono. Fueron varios los eventos celebratorios que se realizaron durante cuatro días. En Londres hubo una misa de acción de gracias en la Catedral de San Pablo, un desfile militar, un concierto de música pop, un desfile y un carnaval. Todos estos eventos fueron transmitidos por televisión y plataformas en línea. Desde Windsor la reina prendió una cadena de luces a la vez que alrededor del Reino Unido y la Mancomunidad de Naciones se encendieron faros que simbolizan la solidaridad. Alrededor del Reino Unido hubo saludos a la reina y comidas callejeras, además los miembros de la familia real acudieron a distintos lugares para formar parte de las celebraciones organizadas por la sociedad civil y organismos gubernamentales. Además, durante el concierto de música se hizo público un video en el que la reina tomó el té con el famoso oso Paddington (un inmigrante originario del “más oscuro y recóndito Perú”), personaje creado por el escritor Michael Bond. La reina Elizabeth II agradeció a las personas que salieron a la calle a celebrarla y señaló que mantenía su compromiso de “seguir sirviendo a la población” y que se sentía inspirada por las muestras de bondad, la alegría y la afinidad, esperando “que este renovado sentimiento de unidad se mantenga por muchos años”. Todo ello fue reportado por las redes sociales de la monarquía y los medios de comunicación.

El Jubileo de Platino fue un momento importante para reforzar la imagen de la monarquía británica tanto a nivel interno como exterior. Si bien hay un respeto generalizado por la labor de la reina Elizabeth II, han sido varias las críticas que ha recibido la monarquía en los últimos años y los costos por el Jubileo de Platino no fueron la excepción. En 2020 la dimisión del príncipe Harry y su esposa Meghan Markle como miembros de rango superior y su partida hacia Norteamérica debido a que ella experimentaba problemas de salud mental como resultado de constantes ataques de los medios británicos y presiones por parte de miembros de la realeza llevó a varias críticas a la monarquía británica. El caso de Markle recuerda a las presiones mediáticas que sufrió la princesa Diana, quien a más de dos décadas de su muerte sigue siendo una de las figuras reales predilectas alrededor del globo. Además, los escándalos que ha causado el príncipe Andrew por sus conexiones con el agresor sexual Jeffrey Epstein han sido otro motivo que ha debilitado la imagen de la monarquía. El príncipe Andrew fue removido de su patronato real y títulos militares en enero de este año. Si bien la monarquía cuenta con el apoyo de 4/5 de la población británica, según datos de Statista en 2021 41% de las personas de la generación votante más joven (18 a 24 años) no apoyaban el sistema monárquico y preferirían tener un(a) Jefe(a) de Estado que fuera votado(a). 

No solo la monarquía ha sido cuestionada en los últimos meses, también lo ha sido, y con mayor fuerza, el primer ministro Boris Johnson. Él ha tenido que lidiar con diversas críticas a su administración por variadas cuestiones. Por un lado, se le ha reclamado el pésimo manejo de la pandemia pues hasta la fecha, con una población de 67,4 millones de habitantes, se han registrado 22,5 millones de casos de COVID-19 y 179,000 muertes. Por otro lado, debido a la pandemia y al Brexit hubo una falta de acceso a gasolina que paralizó el movimiento de personas y productos en noviembre del año pasado. También en noviembre se dio a conocer el Partygate, que se refiere a las fiestas y reuniones del gobierno y del Partido Conservador en mayo, junio y diciembre de 2020 y en abril de 2021 mientras las restricciones de salud pública prohibieron reuniones. El informe de la funcionaria Sue Gray sobre Partygate fue dado a conocer hace unas semanas. Asimismo, desde que empezó la invasión rusa a Ucrania ha habido críticas por la falta de importancia que ha tenido Johnson en la política europea e internacional que busca terminar con el conflicto. Recientemente, ha habido serias críticas a la decisión de enviar a refugiados que están en centros de detención a Rwanda, un país con el que las personas que buscan asilo no tienen relación alguna y en donde hay varios problemas de abuso a los derechos humanos. El video de la reina Elizabeth II con el oso Paddington llevó a señalamientos en redes sociales sobre cómo la política de la administración actual llevaría a que Paddington fuera enviado a Rwanda.

El viernes 3 de junio, durante la misa de acción de gracias en la Catedral de San Pablo para celebrar a la reina Elizabeth II, el primer ministro Johnson fue abucheado por parte de la multitud que rodeaba el emblemático edificio religioso en Londres. Unos días después, los miembros del parlamento del Partido Conservador decidieron realizar una moción de censura, hubo 211 votos a favor y 148 en contra, que según Johnson “es un muy buen resultado para la política y para el país […] Esto nos da la oportunidad de dejar atrás todas las cosas en las que sé que los medios han querido enfocarse durante mucho tiempo y hacer nuestro trabajo.” No obstante, varios miembros del parlamento conservadores han hecho declaraciones que instan a derrocar a Johnson para no perder las próximas elecciones generales. Además, se ha señalado que si Theresa May se retiró a pesar de haber ganado la moción de censura interna en diciembre de 2018 (con 200 votos a favor y 117 en contra, un resultado mejor que el que acaba de tener Johnson), es probable que el primer ministro termine haciendo lo mismo o que si no, cambie miembros de su gabinete para intentar mejorar su imagen. En los últimos días algunos políticos británicos y medios internacionales han considerado esta votación interna del Partido Conservador como “el inicio del fin de Johnson”, veremos si en los siguientes meses el actual primer ministro renuncia o si se hace una nueva moción (según los estatutos del Partido Conservador esto solo podría ocurrir en un año, pero esto podría modificarse). Mientras tanto, la reina Elizabeth II seguirá dando estabilidad a la política interna británica.

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