Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Migración: un tema prioritario al iniciar el gobierno de Andrés Manuel López.
A quienes abandonan sus países, sobre todo hondureños, salvadoreños y guatemaltecos, se les anunciaba que se les recibiría con los brazos abiertos y que encontrarían trabajo. De entrada, en la Refinería Olmeca y en el Tren Maya.
El primer año de gobierno arribaron las caravanas más numerosas. Sin embargo, la amenaza del “amigo” del presidente López y que decía trabajar como Jefe de Estado de la Unión Americana, de imponer aranceles del 25 por ciento a todos los productos que exportáramos “dobló fácilmente” al gobierno. Eso dijo Donald Trump y no hubo reclamo por el tratamiento al Presidente mexicano.
López se ha casado con la idea de exportar “su” programa Sembrado Vida y de inicio aportó 30 millones de dólares a El Salvador, mismos que Nayib Bukele, parece haber utilizado en otros fines… políticos. Se sabe que el mexicano estaba que arrojaba espuma por la boca al enterarse. Pero todo quedó ahí. Se ignora de qué hablaron ambos durante la visita de pisa y corre que realizado López en el mes de mayo.
A Joe Biden le solicitó, a través de la vicepresidenta Kamala Harris, inversiones por 4 mil millones de dólares. La invasión rusa a Ucrania se tornó en tema prioritario para el norteamericano en búsqueda de fortalecer su imagen en la OTAN y para ello solicitó al Congreso 40 mil millones de dólares que fueron aprobados por unanimidad en el Senado.
Ello impidió cumplir el compromiso de los “miserables” 4 mil millones de dólares.
En mayo, López anunció que acudiría a la invitación de Biden para estar presente en la Cumbre de las Américas. Al principio aceptó y después… después ya se conoce la historia: condicionó su asistencia a que la Casa Blanca invitará a “todos los países del Hemisferio Occidental”, porque excluir a Cuba, Venezuela y Nicaragua era discriminación. Y se montó en su macho. No cedió como tampoco el Departamento de Estado.
El sábado explicaba que todavía había tiempo de que todos fueran invitados. Y anunciaba que estaba pensando y que daría a conocer su decisión el lunes.
Lo hizo.
¡Cumplió su palabra!
Confirmó su inasistencia.
Priorizó acudir a Oaxaca para atender “personalmente la tragedia” causada por el huracán Ágatha. Sí, 8 días después hará acto de presencia.
Justifica su desaire al presidente Biden con algo que pasó y que requirió de su apoyo inmediato no más de una semana después.
Le añade la sal y la pimienta a su conducta: encabezará la reunión de gabinete de (in)seguridad en alguna parte de Oaxaca. No se ha dado a conocer si será en la capital del Estado o si irá a la zona afectada. Y tampoco si solamente sobrevolará la región o se ensuciará los caros zapatos y se meterá al agua, aunque corra el riesgo de enfermarse.
No acudir a la Cumbre es perder la oportunidad de, valga la frase, de “doblegar a Biden” y que aporte los recursos comprometidos para apoyar el desarrollo del conocido como “Triángulo del Norte”.
Es no explicar sus razones para no respetar los acuerdos internacionales de Medio Ambiente y Cambio Climático. Es dejar a la imaginación que la CFE mantendrá sus operaciones utilizando combustóleo que le compra a Pemex. Es alejarse del poderoso vecino que, en represalia, tiene mecanismos de sobra para, él sí -el vecino- doblegar, ¡otra vez! a México y su gobierno.
Es mostrar que la soberbia lo obnubila y lo hace perder el piso. Que su partido haya conseguido entre 3 -confirmadas- y cuatro victorias en otros tantos estados durante las elecciones del pasado domingo, no lo hace más poderoso allende las fronteras.
Consigue, eso sí, que los ojos del mundo democrático eleven el rango de preocupación por la instauración de una nueva dictadura que, sin duda, contaría con el respaldo de Venezuela, Cuba, Nicaragua, Argentina, Chile, Perú, Bolivia, Honduras y hasta uno que otra isla del Caribe.
Pensar -algo difícil- antes de actuar, haría de López un probable menos mal presidente. Aunque él piense que es “el mejor de todos los tiempos”.
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